Y lo hizo el mismo día. Como no, si tenía el plan perfecto para salirse con la suya.

Había leído que el jugo de limón funcionaba como “tinta invisible” para escribir cartas. Las letras escritas con esta pócima solo saltan a la vista si se les acerca al calor.

Casi tan hábil para la ciencia como para la fotografía, Mc Arthur hizo un experimento: Se tomó una “selfie” con una polaroid (cuando las polaroids no eran vintage) y la foto salió blanca. La prueba que confirmaba la teoría.

Al ser arrestado horas después de los robos, el criminal no entendía cómo lo habían descubierto si entró a los bancos con la cara llena de jugo de limón, era imposible que las cámaras lo hubieran detectado.

Les presento el efecto Dunning-Kruger

Lo inverosímil de la historia, hizo que saliera en varias revistas de la época.

Así llegó a oídos de David Dunning y Justin Kruger, un par de psicólogos que tenían una hipótesis de lo que podía pasar por la cabeza de Mc Arthur.

Después de varios años y múltiples estudios, Dunning y Kruger publicaron un paper, donde explicaban la “superioridad ilusoria”, es decir, la incapacidad que tienen las personas incompetentes en algún tema, en evaluar su (poca) habilidad de este.

Este sesgo cognitivo es más conocido como el efecto Dunning-Kruger.

En estos estudios las personas tomaban pruebas de diferentes áreas (gramática, humor, lógica). Después se les preguntaba a cuantas personas del grupo creían que le habían ganado.

Los resultados fueron contundentes (y han sido replicados múltiples veces), las personas con peores resultados, siempre creían que les había ido muy bien (casi tan bien como a los buenos de verdad).

Juan Felipe Ramírez

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Su incapacidad para entender el tema en cuestión, tampoco los deja hacer una evaluación adecuada de su nivel.

Por el contrario, las personas con mayor habilidad en un tema, tienden a creer que no son tan destacados, pues creen que el tema también se les facilita a los demás.

Dónde lo podemos ver

Es muy común escuchar en las conversaciones de oficina o con amigos, a algunas personas que no tienen ni idea de lo que hablan pero se creen expertos.

Algunos ejemplares son: El gordo que habla de nutrición todo el día, el experto en finanzas que mantiene endeudado, el millenial sobrador que cree que es el mejor en su trabajo aunque no haya mostrado ningún resultado.

En muchos casos puede ser chistoso identificar el efecto Dunning-Kruger, en otras personas o en nosotros mismos.

Sin embargo hay casos donde puede llegar a ser molesto o incluso, peligroso.

Un gerente que no sabe hacer bien su trabajo, pero es incapaz de identificar esta falencia, puede ser una pesadilla. Un amigo que se cree chistoso y no lo es, nos puede hacer pasar muchas penas.

Pero un cirujano que no identifique sus debilidades puede ser letal. Un político que cree saber de todos los temas (sin darse cuenta que no es así) puede tomar decisiones equivocadas.

Para hacer las cosas peores, en estudios posteriores, Dunning y Kruger han mostrado que las personas incompetentes en un tema, son las menos abiertas a recibir críticas y las menos interesadas en mejorar.

¿Qué hacer entonces?

Todos sufrimos de esto en un momento u otro. Lo importante es detenernos a pensar si en verdad sabemos de un tema o simplemente creemos que sabemos.

Por leer un titular, un artículo o incluso un libro, no somos automáticamente expertos en un tema. El hecho de haber asistido a una capacitación no nos hace superiores a otras personas, que tal vez tienen más experiencia o conocimiento.

Pero también sepamos que nos vamos a enfrentar a personas que están bajo este efecto y no lo pueden ver.

¿Los podremos convencer de que no saben de lo que hablan? Tal vez no, pero sepamos que debemos estar preparados con paciencia, información y una comunicación bastante persuasiva que nos permita dejarles saber su verdadera capacidad.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.