Por supuesto también es una época de establecer objetivos y plantearse cambios importantes en la vida.

¿Porqué lo hacemos en enero y no en marzo o septiembre? No sé, sería exactamente igual, pero es en enero que lo hacemos.

Dejar de tomar, ir al gimnasio, conseguir novia, buscar un nuevo trabajo o hasta empezar un negocio propio.

Todo esto es lo que nos planteamos mientras celebramos el fin de año.

Dice la leyenda que algunas personas lo logran. Por lo general esas personas no se lo propusieron el 31 de diciembre.

Pero para el resto de mortales, en febrero estamos casi igual que en diciembre.

La realidad es que siempre hemos seguido ciertas tradiciones, relacionadas con los objetivos del próximo año, que son poco efectivas.

Es fácil escribir que queremos bajar 10 kilos o que buscaremos un empleo que nos pague mejor.

Lo que nunca nos dijeron es que hacer para lograrlo.

Las ganas y la buena voluntad son necesarias, pero no suficientes.

Por eso lo mejor es tener un sistema que nos permita seguir avanzando incluso si sentimos que no podemos.

Crea hábitos (o sistemas) para lograr avances

Para bajar los 8 kilos que subiste en diciembre (o durante todo el año pasado) es necesario empezar en algún punto.

Una semana en el gimnasio no nos llevará al peso ideal. Así como en una sola clase de inglés no nos vamos a volver bilingües.

Es ahí donde muchos nos frenamos, ya que el objetivo final parece tan lejano y/o difícil que preferimos ‘dejar así’.

Por eso muchas veces es más importante concentrarnos en el proceso que en el objetivo.

Ir al gimnasio un día por 15 minutos es fácil. Modificar 2 renglones de la hoja de vida es muy fácil. Abrir una cuenta de Tinder es fácil (eso me han dicho, no me consta).

Cuando nuestro cerebro identifica que una tarea es fácil de realizar, tenderá a no oponerse a hacerla de nuevo.

Entonces para cada objetivo que tengas establecido para el próximo año, piensa cuál es la actividad más pequeña y fácil que te permitirá avanzar (aunque no percibas ningún cambio).

Por ejemplo:

Perder Peso —> Ir al gimnasio por 15 minutos

Conseguir novia —> Salir de la casa a tomarme un café

Cambiar de empleo —> Actualizar un renglón en LinkedIn

Ponle recompensa en tus acciones

A pesar de ser extremadamente complejos para ciertas cosas, en otras los humanos somos básicos.

Nuestra sociedad -y tecnología- ha avanzado a un ritmo endemoniado, pero nuestra naturaleza no ha evolucionado tan rápido.

Nuestro cerebro sigue siendo el mismo que tenían nuestros ancestros en las sabanas africanas hace miles de años.

Respondemos positivamente a estímulos (recompensa) y negativamente a castigos.

En algún momento de mi infancia me aplicaron una inyección que me dolió mucho. 30 años después, aunque entiendo las implicaciones de no hacerlo, pospuse vacunarme (ya que tendré un hijo dentro de unos meses) hasta que mi esposa me obligó a hacerlo.

Por otra parte, cada vez que recibo un ‘like’ en una foto de Instagram, me dan más ganas de volver a revisar Instagram. La satisfacción de la recompensa (el ‘like’) y la facilidad de hacerlo, son una combinación perfecta para crear un hábito.

Si conoces esto y lo aprovechas a tu favor, puedes convertir actividades en hábitos que te acerquen a tu objetivo.

Crea una recompensa asociada a cada actividad.

No tiene que ser nada exagerado. Puede ser un salto, un puño al aire o escribir una nota. Algo que le envíe a tu cerebro esa señal de que hiciste algo bueno.

Enfócate en la continuidad, no en el ‘objetivo’

Es muy probable que estemos muy lejos de nuestra meta.

Después de meses de tomar clases de algún idioma, seguimos a años luz de ser bilingües, después de semanas de entrenar, tal vez no podamos correr ni media maratón.

No importa.

Lo importante es la continuidad, es realizar la acción lo más seguido posible. La continuidad genera un círculo virtuoso; Entre más lo haces, más quieres seguir haciéndolo.

La clave es no fallar dos veces. Un día puedes no hacer la acción que quieres convertir en hábito, no hay problema. El problema es no hacerla dos veces seguidas.

Por eso es que volver al gimnasio después de faltar un mes es tan difícil. O volver a hacer algo que has dejado abandonado.

Continuidad, por encima de logros, eso genera la tracción que te llevará más lejos.

No es fácil, pero es simple

Tener objetivos no está mal. Es la forma de saber hacia dónde queremos ir.

Pero lo importante es poner un pie delante del otro y empezar a caminar hacia esos objetivos.

Si no tienes un sistema para lograrlo, es muy probable que te canses en el camino y abandones el rumbo.

Hazlo fácil, busca las acciones que te enrutarán, escoge una recompensa para ellas y enfócate en la continuidad más que en el fin.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.