Por: El Colombiano

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Este artículo fue curado por Leonardo Olaya   Jul 9, 2023 - 8:33 pm
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Cuando tenía 23 años, María Natalia Sáenz Agudelo se enteró de que había contraído el virus del VIH. Pese a tener entonces solamente una pareja, con la que sostenía una relación estable hacía más de un año y medio, aquella condición no la eximió de recibir un diagnóstico que cambiaría su vida.

“Yo me hago la prueba porque mi pareja de ese entonces, un hombre cisgénero, estaba presentando unos síntomas. Él se hace la prueba y le sale positiva. Yo tenía año y medio de estar en esa relación, había tenido muchas prácticas sin preservativo y frente a un resultado positivo de la prueba de él, claramente yo me hago la prueba y la mía sale positiva”, cuenta Sáenz, precisando que en mayo de este año cumplió 25 años de vivir con el diagnóstico.

Contrario al caso de muchos pacientes, desde hace tiempo atrás Sáenz decidió sobreponerse a los estigmas y tabúes que aún pesan sobre el virus y no teme hablar abiertamente del mismo.

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Como psicóloga de la Fundación RASA, una organización dedicada a proteger los derechos de los pacientes dentro del sistema de salud, Sáenz se ha metido de lleno en una cruzada por derribar los mitos y miedos que enfrentan quienes padecen el virus todos los días.

Pese a que Sáenz explica que hoy los avances de la medicina y del sistema de salud en el país hacen que detectar y tratar el VIH sea mucho más efectivo en comparación con años atrás, advierte que aún son muchos los rezagos culturales y las barreras que existen.

“La atención actual es absolutamente diferente. En 1998, cuando recibí mi diagnóstico, las pruebas se demoraban mucho en ser entregadas, había que esperar entre un mes y un mes y medio para conocer el resultado. Actualmente la realización de una prueba es mucho más accesible y en cuestión de una semana podés recibir un diagnóstico”, dice.

“Además, los tratamientos que anteriormente se daban tenían medicamentos mucho más tóxicos, con mayores efectos secundarios que dificultaban demasiado la adherencia. Los tratamientos ahora han buscado ser mucho más amigables, para garantizar que haya una buena adherencia”, añade.

Pese a que las autoridades de salud de la ciudad insisten en que en comparación con años anteriores el número de casos positivos de VIH no se ha incrementado, recientemente la Personería de Medellín emitió una alerta, señalando que durante los primeros tres meses de este año se habían registrado por lo menos 392 casos, la mayoría (45%) correspondientes a personas entre los 20 y 29 años y concentrados en comunas como la 4 (Aranjuez), 3 (Manrique), 7 (Robledo) y 8 (Villa Hermosa).

De acuerdo con el análisis de ese ente, pese a ese consolidado, la información que tiene la ciudad para rastrear el comportamiento del virus sigue siendo muy pobre.

“Tenemos una deficiencia en el tema de la recolección de la información, porque esta no se está haciendo a través de procesos de enfoque diferencial. Hemos evidenciado que las diferentes aseguradoras, EPS, la Secretaría de Salud, han hecho múltiples esfuerzos para lograr que haya pruebas en calles, haciendo brigadas de salud para tomas rápidas y esto ha permitido la detección de ciertos casos. No obstante, la falencia de estos datos nos impide tener información mucho más precisa de esas causas y tener un abordaje dentro de las diferentes entidades con más certeza sobre cuáles pueden ser esas causalidades”, expresó Laura Estefanía Morales Arango, líder del Observatorio de Mujeres, Diversidades Sexuales y de Género de la Personería.

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Y es que más allá de los datos analizados por la Personería, por ejemplo, los reportes más recientes del Instituto Nacional de Salud (INS) publicados en el portal del Sistema de Salud Pública (Sivigila) daban cuenta de que en lo corrido de este año, Medellín y Antioquia se mantienen en la lista de territorios con mayor número de casos en el país.

Mientras el departamento acumula en lo que va de este año 1.631 casos, siendo el tercero con más registros, Medellín acumula 916, siendo solo superado por Cali (con 1.027) y Bogotá (con 2.442).

En el caso de Medellín, los datos del INS daban cuenta de que la mayor parte de los registros correspondía a pacientes de estrato 1 (116) y estrato 2 (365). Asimismo, en cuanto a la afiliación al sistema de salud, la mayoría pertenecían al régimen subsidiado (229).

Al margen de esas cifras, el infectólogo Juan Carlos Cataño Correa, director Médico de la Fundación Antioqueña de Infectología (FAI) y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, recuerda que el problema central cuando se habla de VIH es que, por el estigma y el temor de los pacientes a consultar, la gran mayoría de los casos se quedan por fuera del radar.

“La verdad es que no sabemos como estamos. Si se dice que hay 300, 400 o 500 casos, eso es solo la punta del iceberg, porque esos son los pacientes que están consultando y que se están diagnosticando, pero por debajo hay una gran cantidad de otras personas que tienen conductas sexuales de riesgo, que pueden estar transmitiendo el virus sin darse cuenta y sin saber que viven con VIH, lo que puede faciliar la diseminación”, señala el profesor.

Según advierte Cataño, uno de los principales problemas para los profesionales del sector de la salud es que el virus puede pasar muchos años sin producir ningún síntoma en los pacientes. En muchos casos, la transmisión pude incluso haberse producido 8 o 9 años atrás de la aparición de los primeros síntomas, lo que genera que los pacientes que consultan lo hagan cuando el virus ya lleva un largo tiempo destruyendo el sistema inmunológico y ya no haya mucho que hacer para combatir la enfermedad. Por esa razón, agrega, es que al VIH se lo considera una epidemia silenciosa.

Bajo ese contexto, el infectólogo señala que la prinicipal tarea en la que debe meterse de lleno el sistema de salud es la de hacer testeos masivos y gratuitos, algo que tanto en Medellín, como en el resto del país, aún no se materializa.

Desde su rol en la Fundación Antioqueña de Infectología, Cataño aclara que si bien hay programas apoyados tanto por el sector privado como público para aumentar el número de pruebas, esos esfuerzos se siguen quedando cortos para mejorar la trazabilidad del virus y mantenerlo a raya.

Sobre este punto, la piscóloga Sáenz Agudelo dice que otra variable que se debe tener en cuenta es que, pese a que existen apoyos, muchas veces la información no llega a los pacientes y la atención termina siendo fragmentada y dejando a muchas personas por fuera.

Para conocer su diagnóstico sobre la situación del VIH en Medellín y el avance de los programas de salud pública para controlarlo, EL COLOMBIANO consultó con la Secretaría de Salud de Medellín.

En un breve pronuciamiento escrito, esa dependencia informó que, con corte a la semana epidemiológica 25 (24 de junio), el consolidado de casos de la ciudad era un 5,4% menos en comparación con el mismo periodo de 2022.

Pese a que este diario insistió en hablar con algún portavoz para analizar en profunidad ese panorama, desde esa dependencia se informó que por “temas administrativos” no tenía voceros disponibles.

Más allá de la gestión pública, Sáenz plantea finalmente que la principal tarea para lucha contra el virus es eliminar los mitos y estigmas que todavía se mantienen sobre el mismo y que impiden que muchas personas accedan a las herramientas que tiene el sistema de salud tanto en la detección de casos como el manejo de la enfermedad.

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