Así, esa alocución de 12 minutos dio como resultado un discurso maduro, desapasionado, desprovisto de vindictas, y más bien lleno de esperanza en el futuro, sobre la base de que el país comienza a caminar por la senda de la paz.

“No es tiempo de hacer balances, será la historia la que dará el último veredicto”, dijo Santos al comienzo de su intervención. “Voy a hablarles brevemente desde el fondo de mi alma […]. Ser presidente es un oficio único y lleno de desafíos que me ha dejado maravillosos recuerdos y sinsabores, que al fin y al cabo forman parte de la vida”.

Para Santos, lo más importante de su gobierno fue la gente. “Enfrenté muchos retos; habré tenido aciertos que no me corresponde a mí destacar. Y también equivocaciones, humanas equivocaciones, por las que les ofrezco disculpas”.

El artículo continúa abajo

Después dio una de las claves espirituales de su gestión. “En toda esta travesía he seguido un norte, una guía, que me ha ayudado a mantener el rumbo hacia el puerto seguro. Ese norte ha sido mi propia conciencia. Un gobernante puede perseguir la popularidad de corto plazo y las encuestas, o puede seguir el mandato de su voz interior, de su conciencia, que le dicta qué es lo correcto”.

“Yo preferí el segundo camino, y mi conciencia me dijo: ‘Colombia no puede resignarse a sufrir una guerra sin fin, como si fuéramos un país condenado a la violencia. Si existe una oportunidad, una sola oportunidad, de parar esta guerra, tenemos que intentarlo’. Y lo intenté, con el apoyo y la generosidad de la mayoría de los colombianos, y sobre todo, de las víctimas”, agregó el Mandatario, a pocas horas de entregar el poder.

Recordó una carta pública que le enviaron un par de abuelos, “honrosa categoría a la que ingresé recientemente”. Le dijeron: “Preferimos llorar en los cumpleaños de nuestros nietos, y no en sus entierros”. “Eso es lo que queremos todos los colombianos: vivir en un país normal donde los hijos entierren a sus padres y no al revés”, dijo Santos.

“Termino estos 8 años con serenidad, porque hice lo que me dictó mi conciencia. Lo que consideré que era correcto. Siempre dije que la paz no era mía, sino de ustedes (los colombianos). Hoy la dejo a su cuidado, como quien deja un niño pequeño en manos de amorosos guardianes”, continuó.

“Me voy tranquilo. Me retiro de la política y de las veleidades partidistas y electorales. Pero seguiré trabajando desde otros ámbitos por las víctimas y por la paz. Y me voy, lo digo con alegría, sin llevarme conmigo enemistades, porque para pelear se necesitan dos. Y yo, gracias a Dios, no albergo odios ni resentimientos en mi corazón”.

Este es el video de la última alocución de Santos: