El suboficial fue sentenciado a cuatro años de prisión luego de aceptar que es corrupto y según él, asegurar que esas acciones ilegales eran parte de su “función como policía y debía ejercerla”, informó Noticias Uno.

Al sargento Chavarro lo condenaron gracias a unos audios que entregó a las autoridades Nelson Salazar, un vendedor que era víctima de sus extorsiones y que decidió grabar sus conversaciones para demostrar que le estaban cobrando vacuna para dejarlo trabajar en una esquina de esa zona comercial de la capital.

Salazar le contó al medio que inicialmente le pidieron una cuota de 1’000.000 de pesos, después 700.000 y finalmente “se negoció” por 400.000.

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En los audios, el uniformado acepta que varios policías del sector son sus cómplices para traficar con el espacio público y da a entender que cada patrulla tiene un grupo de vendedores informales a los que extorsionan.

En la conversación con Salazar, el sargento cambia a una actitud más agresiva y cuando su víctima le pide plazo para recoger la cuota de la vacuna, le advierte que van a tener problemas y que si no paga le levantaban el carro en una patrulla y que ya tenía otras personas a las que les podía vender la esquina donde él ha vendido comidas rápidas durante los últimos seis años.

El vendedor y su esposa señalaron que pagar la extorsión a los policías, naturalmente, implicaba dejar de pagar otras cosas como el arriendo y una afiliación a salud. La pareja también denunció que cuando el suboficial fue capturado y empezó a acudir a las audiencias ante el juez, los uniformados del CAI de Modelia los hostigaban, les impusieron varios comparendos y se les llevaban el cilindro de gas para evitar que pudieran cocinar sus productos.

Estas son las conversaciones que reveló el noticiero:

Víctima: Yo el martes le traigo los 200 restantes. Acá tengo 100 ya, acá en la mano.
Policía: 200 no, son 400.
Víctima: Ah, déjemelo en 300, mi sargento.
Policía: No, paisano, no. Yo sí soy serio, yo soy hombre de palabra. Si usted me esta ‘tetiando’ pues sabe qué, prefiero levantarlo de ahí. Y los otros dos cuadrantes están de acuerdo con lo que yo haga.
Víctima: Lógico, porque usted es comandante, yo sé.
Policía: Y si va a haber negocio, ellos tampoco dicen nada. Ellos saben. Ellos saben lo que estamos haciendo. ¿Macías llega donde usted?
Víctima: No, no señor.
Policía: Es que ese man está que lo levanta a usted también de acá, con eso le digo todo. Si no, yo le digo a Macías pásese costeño que van a mandar algo. Él ya sabe y él va a recibir.
Víctima: Sí, mi sargento, pero lo que le digo, no ve que yo también donde vivo me toca pagar arriendo y eso, pero ya por lo menos aquí le tengo cien.
Policía: No, no, ponga cuidado a lo que le voy a decir, se lo voy a decir así en la cara: usted es muy llorón paisano, usted es muy llorón. Acá hay gente que nos pide puestos. Nos piden puestos acá y en otros lados, y de una ellos dicen: ‘¿cuánto es?’. Si esto va a ser pa’ problemas paisano, dígamelo ya, dígamelo ya de una vez. Diga sabe que o con usted no y aquí va a haber problema. Listo, entonces, dígamelo de una vez en la cara.