Este es Moisés Wasserman: bioquímico y académico colombiano. Fue rector de la Universidad Nacional de Colombia entre el 2006 y el 2012. También fue director del Instituto Nacional de Salud y presidente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

Forma parte de los llamados gurús o maestros en educación, por el conocimiento de procesos pasados y actuales, además de las proyecciones en enseñanza.

¿Qué aspecto considera que se ha hecho bien en educación en el país?

Al hacer una perspectiva histórica, y si uno es objetivo, en el último medio siglo se ha avanzado sustancialmente. En indicadores de cobertura, por ejemplo. Cuando entré a la Universidad solo el 4% de jóvenes de mi edad estudiaba, hoy es más del 53%. Es una diferencia significativa. Hoy la primaria y secundaria son universales, es prácticamente cobertura total y gratuita. Está muy cerca del límite internacional que considera un país libre de analfabetismo.

¿Qué se ha hecho mal?

Tenemos un problema en calidad muy serio. Una especie de resistencia del sistema a mejorar. Ese hecho tiene, sobre todo, una implicación para la sociedad colombiana y es que esa calidad es muy diferente de acuerdo con el nivel socioeconómico de las personas, es diferente regionalmente, étnicamente, en diferencias de género.

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¿Cómo se refleja esa inequidad?

Por ejemplo, al ver las últimas Pruebas Saber 11 del calendario A. Entre los primeros 100 hay 98 colegios privados y 2 públicos. Y entre los últimos 100 hay 94 públicos y 6 privados. Eso indica una ruptura seria, teniendo en cuenta que en Colombia el 80% de jóvenes estudia en colegios públicos. Muestra que por un lado hay una educación de mejor calidad que se paga, que la gente está dispuesta a pagar, y hay otra pública de inferior calidad. Eso genera una brecha social con consecuencias en todo lo que nos pasa, en la forma de ver las cosas y en el estancamiento en muchos campos del progreso del país.

¿Y en la educación superior?

El fenómeno es distinto porque sí hay universidades públicas de muy alta calidad como la Nacional, la de Caldas, la de Antioquia, Valle, UIS, Cauca, hay muchas. El problema es distinto, pero hay temores de que eso evolucione en esa mala dirección, si la sociedad no hace algo. Cuando entré a la Nacional había excelentes estudiantes, los mejores posiblemente venían de colegios públicos y no privados. Eso cambió en 50 años. Que la inequidad no suceda, de ninguna forma, en la educación superior y que se corrija en la básica y media.

Cambios en la educación colombiana

¿Qué tanto impactó la pandemia en la enseñanza?

Al no poder ir a los colegios y a las universidades, se buscaron medios alternativos. Eso, en gran medida, aceleró procesos de enseñanza y aprendizaje virtual. Ahí también es clara la inequidad. Hay regiones que no tienen acceso a la red y la posibilidad de acceso a la educación virtual es más reducido. En lugar de que esa aceleración de la virtualidad haya disminuido la inequidad lo que hizo fue acentuarla y agravarla. Hay clases socioeconómicas como en Bogotá, la capital, donde se estima que el 40% de jóvenes no tiene acceso a la red.

¿Cómo cree que respondió la enseñanza virtual?

Se aceleró un proceso que ya se estaba dando: aumento de instrumentos virtuales en procesos educativos. Seguro se va a seguir dando. Ojalá que mejore porque no todos los instrumentos que se usaron en la pandemia son buenos. Hay algunos muy malos, no era una verdadera educación virtual, sino simplemente un zoom y eso no es educación virtual, eso es decir lo mismo frente a una cámara de televisión.

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¿Podría la educación virtual desplazar la presencial?

No. Siguen siendo factores supremamente importantes la comunidad educativa, el grupo, el maestro como guía y ejemplo del proceso de aprendizaje. Hay teorías pedagógicas que indican que los niños aprenden más de sus compañeros que de los maestros. Los compañeros son un factor fundamental en ese proceso educativo, eso no se va a perder. El ser humano es un ser social y aprende en sociedad. El conocimiento hoy es tan inmenso que es imposible captarlo todo, cada vez hay más complementación, cooperación entre grupos, disciplinas diferentes que participan en solución de los mismos problemas. La educación como hecho social no va a desaparecer, a menos que cambien la especie, y eso sí es difícil.

La siguiente pregunta es la misma de la charla que dictó en Manizales: ¿Vale la pena estudiar en la universidad?

Hay una tendencia, en algunos círculos, a decir que da lo mismo tomar un curso pequeño. Sin embargo, la universidad es esencialmente formativa, va más allá de darle una capacidad para hacer una acción. La universidad es necesaria, además de la adquisición de conocimiento es un hecho que desarrolla a la persona, que le genera gran placer, importante para que conforme una concepción de su mundo. Además de las capacidades para afrontar problemas en su vida.

En la charla también se cuestionaron: ¿en qué va a cambiar la universidad?

Muchos dicen que se va a acabar, eso no ocurrirá. La pregunta es qué cambios sucederán. También es difícil saberlo, pues hay muchas tendencias pedagógicas, psicológicas hasta de negocio que plantean modelos que posiblemente se desarrollarán. Hay características que se imponen. Una importante es que el estudio será cada vez más personalizado. El estudiante será el dueño de su propio programa formativo. Eso requiere una gran flexibilidad, carreras no tan rígidas y estrictas como las que existen. Al contrario carreras muy flexibles, en las que con el interés de la persona más o menos vaya diseñando la ruta. Eso se impondrá y exigirá cambios en la estructura de instituciones y sus programas.

¿Entonces, cuál será el papel de los docentes?

Cada vez más es un acompañante, un tutor acompañante, más que un relator que se para frente a un grupo y le cuenta que fue lo que pasó. Cada vez es menos relevante eso. Es una persona metida dentro del proceso, que acompaña, que guía. Esa tendencia también se impodrá por el mismo punto de la flexibilidad.

¿Qué tan conveniente es certificar tantas actividades?, ¿eso es democratizar la educación, banalizar o negocio?

Es un fenómeno lateral que tiene pros y contras. Pero sí hay muchos conocimientos que se han adquirido con muchos medios y que muestran en este mundo de las certificaciones y reconocimientos, hay muchos círculos que exigen cierto reconocimiento a las personas que tienen esas capacidades. Por eso, se ha instalado una tendencia y programas de certificar ciertas capacidades. Eso sería una simple formalidad si no va acompañado de un componente realmente educativo. No es solo certificarles que saben algo, es apoyarlos en procesos para que entiendan mejor eso que están haciendo. Esto con el propósito de que puedan incluso diseñar sus propios cambios en el proceso para avanzar más,lo mismo en su formación personal.

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El Icetex sigue en el debate, el profesor Ignacio Mantilla, exrector de la Nacional como usted, no ve con buenos ojos que se endeude tan temprano a los jóvenes. El asunto también es tocado en la actual campaña a la Presidencia de Colombia. ¿Usted qué opina?

Es muy malo que una persona no pueda desarrollar sus estudios porque está agobiado por una deuda. Por otro lado, tenemos un sistema educativo en el país en el que el 50% estudia en universidad pública y el otro 50% en privada. El 50% que está en la privada no es gente rica. La gente rica no es el 50% de la gente joven del país. Muchos jóvenes que estudian en la universidad privada son jóvenes de modestos recursos, y es una clase media pobre y empobrecida que le toca estudiar, seguramente abría preferido en la pública que es prácticamente ahora con costo cero y antes era costo simbólico.

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¿Qué se debe hacer?

Hay que sumar el máximo posible de oportunidades para los jóvenes y el préstamo es una oportunidad. Hay infinidad de personas que estudiaron con los préstamos y construyeron su vidas gracias a eso. Decir que es totalmente negativo no es es justo ni cierto. Sí es cierto que no puede convertirse en una condena, en una situación que agobie a la persona, que no le permita conformar una familia, construir su casa, etc. Hay vías alternas, si fuéramos muy ricos y pudiéramos darles becas a todos. Al programa Ser pilo paga, en contra de la mayoría de mis compañeros de las públicas, lo defendí. Lo que yo decía es que que no basta con eso, es que deben haber más, que hay pilos muy pobres y que hay pilos que no son tan pobres y también necesitan apoyo, y hay pobres que no son tan pilos y también lo necesitan. Deberían ser muchas becas, pero en la incapacidad de nuestra economía de soportar a todos con becas, pues esa es una opción válida. Que la persona la pueda pagar sin condenarse a no hacer nada más.