Sobre la muerte del padre Javier Eduardo González Pertuz, registrada el pasado sábado en un bar de la 70, la Policía Metropolitana confirmó que sí hubo un hurto en este hecho, puesto que cuando hicieron la inspección a su cadáver, no encontraron ninguna de sus pertenencias.

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El coronel José Rafael Miranda, subcomandante de la Policía Metropolitana, explicó que “dentro de las primeras evidencias que tenemos de este caso, conocimos que sí fue objeto de un hurto”.

No obstante, hasta el momento no se ha conocido la causa de la muerte del religioso, puesto que Medicina Legal ni la Fiscalía aún no han hecho público el informe forense, para establecer si le suministraron escopolamina, como se presume inicialmente, o si falleció por otras circunstancias.

Allegados le contaron a EL COLOMBIANO que entre las pertenencias que le quitaron al padre Javier están su teléfono celular, su billetera con sus documentos y tarjetas y una chaqueta que había llevado para protegerse del frío nocturno.

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El sacerdote, oriundo de Planeta Rica, Córdoba, falleció en una mesa de un bar en la carrera 70A con la calle 42, en el barrio Laureles, occidente de Medellín, y según dieron a conocer las autoridades, fue sacado del establecimiento luego de desplomarse en la mesa y dejado en vía pública. Posteriormente, el propietario llamó al cuadrante, quienes a su vez informaron a los agentes del CTI de la Fiscalía para que hicieran la inspección.

Desde la Policía Metropolitana indicaron que ya están analizando las cámaras de seguridad de la zona para dar con el paradero de la persona que lo acompañaba en este bar, al cual había llegado el padre Javier, según expresaron sus parientes, para disfrutar de un partido de la Selección Colombia sub-20.

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En una emotiva eucaristía, sus familiares, comunidad de la iglesia católica y feligreses le dieron el último adiós en la mañana de este lunes en la iglesia Jesús de la Buena Esperanza, en el barrio Belén Rosales, donde daba misa cada domingo.