En las carreras finales del Congreso de Colombia, propias del último día de la Legislatura, el senador del Partido Alianza Verde Antonio Sanguino reclamó que en “una maniobra” del uribismo, el presidente de la Comisión Segunda de la Cámara, Juan David Vélez, del Centro Democrático, no había querido citar para anunciar el proyecto de ratificación del Acuerdo Regional sobre Acceso a la Información, Participación Pública y Justicia en Materia Ambiental en América Latina y el Caribe, también conocido como Acuerdo de Escazú.

La preocupación de Sanguino tiene sentido. Ese acuerdo entró en vigencia en la región el pasado 22 de abril y, para el secretario de la ONU, Antonio Guterres, eso es “un logro histórico para la región y para el mundo”, pues, además de ser el Acuerdo Ambiental Multilateral más reciente que se ha negociado y adoptado bajo los auspicios de las Naciones Unidas, es también el primer tratado ambiental regional de América Latina y el Caribe.

Se puede destacar también que “lo más notable” es que el Acuerdo de Escazú “es el primer tratado de este tipo que incluye disposiciones específicas para la protección y promoción de los defensores de los derechos humanos en cuestiones ambientales”, agregó Guterres, citado en un comunicado de la ONU.

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En el plano nacional, el tema dio para agitar los trapos de la política criolla. Para Sanguino, lo que hizo el presidente de la Comisión Segunda de la Cámara impediría que ese acuerdo sea votado este domingo, último día de la Legislatura. “Quieren hundirlo!”, escribió en su cuenta de Twitter.

La respuesta no tardó en saltar. La senadora María Fernanda Cabal le hizo a Sanguino una precisión de mecánica parlamentaria, un tecnicismo, pero además puso en duda la naturaleza política e ideológica de algunos (si no de todos) miembros del Partido Alianza Verde.

Cabal asegura que la sesión conjunta de comisiones segundas de Senado y Cámara “debe ser citada por su Presidente respectivo”, y no por quien preside la Comisión Segunda de la Cámara, o sea, el representante uribista Vélez.

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“No engañe y no confunda. Aunque ésa es la especialidad de los verdes sandía, verdes por fuera, rojos por dentro”, agregó Cabal en su trino, y arrojó un manto de duda sobre la verdadera identidad de los integrantes del Partido Alianza Verde.

Es claro que la senadora no estaba haciendo una simple descripción morfológica de esta fruta que, en todo caso, es destacada por los nutricionistas porque, además de ser jugosa y refrescante, tiene importantes propiedades para la salud humana.

En diferentes partes del mundo el rojo se asocia con la izquierda

Como se sabe, los colores en política se asocian con ideologías o tendencias, a manera de símbolos y de afirmación identitaria. Por ejemplo, el rojo es el color de la bandera del Partido Comunista, sobre la cual se entrecruzan una hoz y un martillo.

Por extensión, en diferentes partes del mundo, el color rojo se asocia con las izquierdas, con los movimientos revolucionarios y más tenuemente con movimientos políticos afines a posturas contrarias a las tendencias de derecha.

Incluso, el rojo combinado con el negro es usado en las banderas de grupos armados de izquierda: en el caso de Colombia, la del Eln; y, por ejemplo, en Nicaragua, la rojinegra bandera del extinto Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Sin embargo, eso nada tiene que ver con los principios del Partido Alianza Verde, que son, entre otros, el respeto a la vida, la no violencia, la paz, la responsabilidad ambiental y sustentabilidad, la democracia participativa y deliberativa, la primacía del interés general y defensa de lo público, la equidad e inclusión, y la transparencia y la lucha contra la corrupción.