
Incoherencia, contradicción, incompatibilidad… el listado de calificativos se alarga entre quienes no entienden cómo el presidente Gustavo Petro publicó un trino en la mañana de este miércoles en el que admitió “graves dudas” alrededor de las elecciones del domingo en Venezuela, y pidió “un escrutinio transparente con conteo de votos, actas y con veeduría de todas las fuerzas políticas de su país y veeduría internacional profesional”, y por la tarde su embajador ante la OEA, Luis Ernesto Vargas Silva, se abstuviera de votar por una resolución que le pediría al régimen esos mismos documentos.
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La postura del presidente Petro sobre la crisis que vive Venezuela —provocada porque el chavista Consejo Nacional Electoral (CNE) le entregó la victoria a Nicolás Maduro sin haber hecho el conteo total de los votos ni mostrar las actas de las mesas de votación, además de proclamarlo de manera prematura— se conoció tres días después, en un trino en el que se sumó a otros mandatarios de la región que le exigen al régimen de Maduro mostrar las actas que, en todo caso, ya dio a conocer la líder opositora María Corina Machado.
Lo que finalmente planteó Petro se entendió como un anticipo de la posición que tomaría el país, pocas horas después, en la sesión extraordinaria de la OEA, convocada de urgencia por varias naciones como Perú para tratar el tema de Venezuela. Incluso, las dudas que pudieran persistir quedaron disipadas al inicio del discurso del embajador Vargas Silva, que reiteró la idea de que publicar y revisar las actas de manera transparente e independiente es un paso indispensable.
“Por la paz de Venezuela se requiere conocer todas las actas de los resultados finales y se requiere que todas las actas sean auditadas por el mundo entero, por los contradictores, por la comunidad internacional. El pueblo venezolano esperaba que prevalezca la transparencia y las garantías electorales para todos los sectores y despejar cualquier duda sobre los escrutinios. Esa es la posición de la Cancillería colombiana”, dijo el diplomático colombiano, pero después hizo que todo el mundo quedara frío.




Cuando le tocó el turno de anunciar el sentido de su voto frente a la resolución de la OEA que exigiría las actas al régimen, Vargas Silva dijo: “Abstención”. Al final, fueron 17 votos a favor, cero en contra y once abstenciones, entre ellas, la de Colombia. La resolución necesitaba 18 votos. Con el voto de Colombia se hubiera aprobado. Así, el país, pese al discurso del presidente Petro, siguió del lado del régimen, como Brasil y México.
Las reacciones en Colombia se produjeron de inmediato. Y quizá la que resume el sentir generalizado de quienes ven lo que ocurrió en Venezuela como un fraude y critican la ondulante y opaca actitud del Gobierno colombiano fue la del expresidente Juan Manuel Santos. “El voto de Colombia hoy [este miércoles] en la OEA es una vergüenza”, escribió en X de manera precisa.
El voto que emitió el embajador Vargas Silva no pudo ser personal, sino que debió obedecer a instrucciones de la Cancillería de Luis Gilberto Murillo. Esta actitud se enmarcaría en la lógica de que, si se aprobara una resolución en la OEA contra Venezuela con un voto de Colombia, afectaría algunas tratativas que se estarían dando entre el presidente Petro y Maduro, y cuyos resultados aún son imprevisibles. Eso, en todo caso, deja ver un doble discurso por parte del mandatario colombiano.
De hecho, Maduro, en rueda de prensa, admitió que está adelantando conversaciones con el presidente Petro, aunque no precisó los alcances de esos diálogos. Solo ofreció generalidades, como la de considerar que el presidente Petro “es uno de los hombres más inteligentes”.
El voto de Colombia hoy en la OEA es una vergüenza.
— Juan Manuel Santos (@JuanManSantos) August 1, 2024
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