Que la polarización regresó a Colombia. Que nunca se fue, pero que ha escalado. Que acecha al país. Que hay que acabar con ella. En época electoral, el uso de la palabra ‘polarización’ aumenta y cobra especial relevancia. Sin embargo, su extendido uso ha hecho que su definición e impacto ya no sean tan claros.

Luego de las legislativas del pasado 13 de marzo, por ejemplo, al expresidente Álvaro Uribe se le pidió que respetara la democracia y dejara de polarizar, luego de asegurar que el Pacto Histórico había obtenido una “abrumadora votación en zonas del narcotráfico”, insinuando, además, un fraude, a pesar de que los datos del escrutinio demostraron que no era cierto.

Unos días después, nuevamente, se habló de polarización, luego de que Gustavo Petro llamara “neonazi” al tuitero David Ghitis por una columna, publicada en Noticias RCN, en la que se criticaba la propuesta de reforma pensional de Petro.

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En ese momento, organizaciones como Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) y la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) criticaron el señalamiento de Petro. “El hecho de que el candidato compare a sus críticos con una ideología que estuvo detrás de un holocausto es claramente una estigmatización que impone grandes cargas simbólicas y políticas y que terminan por reavivar la violencia contra el medio. Con este mensaje Petro promueve la imagen de que RCN alberga y difunde institucionalmente posiciones fascistas”, dijo la FLIP.

Y la SIP pidió a Petro “deponer su discurso estigmatizante contra RCN y sus periodistas, que se torna más peligroso en una época de polarización aguda como es un proceso electoral”.

Ambos casos son ejemplos de los ataques con los que cada una de las dos orillas busca descalificar a la otra por tener ideas y concepciones distintas de país. Ataques que se han vuelto repetitivos, no solo entre los candidatos y representantes políticos, sino entre los mismos ciudadanos.

Este tipo de actos ha hecho que la polarización se vea de forma negativa, así como su función en la democracia. “Cuando hay una radicalización de las posturas empieza a generarse una preocupación. Cuando se pierden de vista los matices también. Cuando se ve al otro no como alguien de una alteridad política, sino como un enemigo, hablamos de una polarización que afecta al debate”, explicó a Diario Criterio Cristian Rojas, politólogo de la Universidad de La Sabana.

“Pero lo cierto es que la polarización no es necesariamente mala. No es malo que existan dos opciones y que la gente esté ubicada en alguna de estas dos”, dijo.

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Un término para “entender un proceso”

La polarización es el proceso político a través del cual una sociedad se va repartiendo entre dos fuerzas diferenciadas, explicó el politólogo Germán Camilo Prieto, profesor de la Universidad Javeriana.

En la historia moderna, estas fuerzas han sido la izquierda y la derecha. “La izquierda entendida como la ideología que considera que la igualdad es una condición de la libertad, y la derecha que entiende a la libertad como una condición para la igualdad”, dijo a Diario Criterio.

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Esta realidad bipolar en la política, vista como un proceso, es “un signo de madurez política de una sociedad”, de acuerdo con el experto. “Nos estaría mostrando que la sociedad cada vez más distingue con mayor claridad posturas de derecha e izquierda, fortaleciendo así el debate político”, dijo.

En esto coincide el politólogo Rojas, quien explicó que en Colombia, debido a la existencia del escenario de segunda vuelta, es frecuente que se hable de una realidad bipolar y no multipolar. “El sistema está diseñado para que existan dos realidades que se enfrentan. Finalmente, la opinión pública queda dividida entre ambas”, aseguró.

En este sentido, “la polarización per se no es mala. Es algo completamente inherente a cualquier sociedad moderna. Es imposible hacer política sin polarización. En una sociedad las personas van a preferir una posición sobre otra”, dijo Prieto.

El problema aparece entonces cuando estas posiciones empiezan a radicalizarse a tal punto de que los argumentos serios desaparecen del debate democrático para darle espacio a ataques contra aquellos que no piensan igual. “Estos ataques, eso sí, no solo provienen del usuario raso. Los vemos por parte del presidente, los ministros, los candidatos. Esa agresividad genera en la gente incomodidad y desconfianza”, agregó.

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Y las redes sociales actúan como cajas de resonancia que reafirman las posiciones más radicales. “Los algoritmos nos arrojan contenidos que reafirman nuestras posiciones. No tenemos puntos de encuentro con otros. No sabemos qué piensan, en qué están y no generamos algún tipo de empatía”, explicó Rojas. Como resultado, van aumentando las tensiones sociales.

Al ver esos efectos en los ciudadanos, los políticos de turno empiezan, entonces, a excusarse en la polarización para disminuir la profundidad en el debate. “Prefieren no quedar como alguien que polariza. Dejan de decir lo que piensan, de hacer propuestas concretas, porque como todo es ‘polarizante’”, explicó Prieto. En ese sentido, se dejan de debatir temas urgentes para no “polarizar más”, como ha sucedido en Colombia, por ejemplo, en la forma en que se ha debatido el asunto de las pensiones, pese a que reformar el sistema es un asunto urgente.

Esto, a su vez, tiene un efecto mucho más grande: llevar a las personas a escoger personalidades y no propuestas. “A la gente le parece mejor alguien que no diga algo comprometedor, que no entre en conflicto con nadie. Se piensa que una persona así va a ser mejor presidente o político. Y lo que se necesita es juzgar las políticas y las propuestas”, dijo el experto.

¿Sobre algunos asuntos o de raíz?

Otra de las preguntas que surgen alrededor de la polarización es si ha existido desde siempre o si solo se ha dado alrededor de temas “polarizantes”. Según Prieto, la tendencia de tomar un bando en la política a partir del fanatismo ha existido desde siempre.

“Desde que se formó la república se distinguieron dos bandos, el liberal y el conservador, los cuales estuvieron en guerra más de 100 años”, explicó. Más adelante, esa división se transformó en “la guerra del establecimiento contra las guerrillas. También en una división de quiénes son los buenos y los malos, de quiénes son los colombianos de bien y los vándalos”, agregó.

También ha habido momentos de polarización alrededor de temas concretos. Un ejemplo claro fue el plebiscito de octubre de 2016, convocado para refrendar el Acuerdo de Paz con las Farc. “Allí había claramente dos polos. Aunque hubo baja participación, el resultado fue casi 50/50”, dijo Prieto. Estas posiciones encontradas llegaron a ser tan marcadas que, “desde los del Sí, se señalaba que el que estaba por el No era un enemigo de la paz. Y los del No decían que los que Sí querían entregar el país a las Farc”, aseguró.

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El rol del centro

2020, el candidato Gustavo Petro aseguró que el “centro político no existe”. La afirmación dio pie a que varios analistas abordaran el tema, aunque se trata de un debate de varios años atrás. Algunos coinciden con Petro, otros aseguran que se ha perdido la noción de lo que es el centro y otros más afirman que se trata de una idea que depende de los momentos históricos y del país.

Para Rojas, si la sociedad empieza a dividirse entre dos posturas claramente diferenciadas, el centro entonces comienza a desaparecer o a ser absorbido. En este sentido, para él hay una polarización que implica la consolidación de dos polos y “la desaparición del centro”, pero no “la radicalización de la derecha o la izquierda”. 

“Por ejemplo, lo que hizo Federico Gutiérrez con su fórmula vicepresidencial o con Carlos Negret en su equipo es precisamente buscar el centro político, para no seguir tirando a la derecha. Lo mismo podría pensar uno de Gustavo Petro. Si la expectativa es conseguir el apoyo del Partido Liberal, por ejemplo, eso no se consigue lanzándose más hacia la izquierda, sino buscando también el centro político. En este caso la centro izquierda”, aseguró.

Candidatos Gustavo Petro y Federico Gutiérrez
Candidatos Gustavo Petro y Federico Gutiérrez

Para Prieto, por el contrario, el hecho de que se vea a la polarización como un problema hizo que apareciera el centro como ideología política. “El centro es un concepto que se inventó para no asumir las consecuencias de pertenecer a alguno de los dos polos, para quedar bien con todos. Cualquier centro va a preferir unas posturas de izquierda o de derecha. Lo que sí está mejor es hablar de centroizquierda o de centroderecha”, aseguró.

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