“Estupefacto”, así se declara Caballero en un artículo que publica en la revista Semana, después de reproducir las insólitas palabras del general Eduardo Zapateiro por el deceso, la semana pasada, por un cáncer, del sanguinario Jhon Jairo Velásquez, jefe de sicarios del narcotraficante Pablo Escobar.

“Hoy ha muerto un colombiano. Como comandante del Ejército, presento a la familia de Popeye nuestras sentidas condolencias. Lamentamos mucho la partida de Popeye. Somos seres humanos, somos colombianos”, dijo Zapateiro, y no solo produjo estupefacción en Caballero, sino en millones de colombianos.

Aunque parece que no en todos, sobre todo entre los más jóvenes, a juzgar por las líneas que escribió Jhon Edison Mena López en el periódico El Colombiano, que dice haberse preguntado “¿por qué [alias ‘Popeye’] es un ‘buen muerto’? ¿Existen muertes buenas? ¿Hay lamentos correctos?”, después de ver “toda la critica que soportó el comandante del ejército”.

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“La forma lapidaria en que se critica que una personalidad publica lamente la muerte de un ciudadano me lleva a pensar si el ‘pésame’ está restringido a ciertos tipos de personas o si de verdad es posible entender que el muerto es simplemente uno más, víctima de la indiferencia de muchos ‘jueces de la opinión pública’”, escribe Mena López. “Y por esto ya no me atrevo a pensar en que no ‘son buenos muertos’ sino personas sin segundas oportunidades, y vivo hoy sin saber, entonces, si existen ‘lamentos correctos’”.

Otros, como Mauricio Vargas, en El Tiempo, ven con indulgencia las palabras del alto oficial, al atribuirlas a la “parsimonia” que se vive en el Palacio de Nariño, calificándolas de “barrabasadas” que “llenan los titulares con mayor facilidad”.

En su comentario, Vargas admite que Zapateiro “insultó” a las víctimas del peor de los sicarios “al enviar un mensaje de pésame a la familia del fallecido criminal”, aunque este columnista aclara que fue “sin querer”.

Caballero, como millones de colombianos, no duda tanto sobre el pésame de Zapateiro, a quien le critica lamentar “oficialmente la defunción de un convicto y confeso asesino al servicio de la criminalidad organizada, llamándolo familiarmente por su apodo, Popeye, como a un viejo compinche, y despidiéndolo como a una figura de Estado. ¿Un ‘gran colombiano’?”.

Y, habiendo publicado su artículo antes del de Mena López en El Colombiano y el de Vargas en El Tiempo, Caballero parece haberles anticipado una respuesta, esa sí lapidaria: “También eran seres humanos colombianos los 300 asesinados con su propia mano por […] Popeye, y los 540 policías, de los cuales ‘unos 25’ matados por él en persona, y los 107 pasajeros del avión de Avianca que explotó en vuelo por una bomba puesta por sus hombres, y los otros 63 muertos y 600 heridos del camión bomba contra el edificio del DAS, y los centenares de víctimas de los demás 200 carros bomba ordenados por […] Pablo Escobar, y los 3.000 en total cuyo asesinato ‘coordinó’”.

“Las condolencias del general Zapateiro pueden haberles parecido a muchos una confesión vergonzosa de la muy sospechada y varias veces comprobada complicidad entre ciertos sectores militares y los carteles criminales del narcotráfico, y a muchos más simplemente una imprudente metida de pata; y es posible que el general al que se le fue la lengua las matice con alguna excusa patriótica en estos días que vienen, pasado el primer impacto de la luctuosa noticia. Pero no cabe duda de que son sinceras”, advierte Caballero.

Recuerda también que, después de recobrar la libertad, alias ‘Popeye’ retornó al crimen, a la vez que tuvo una “conversión a la política respetable a través del respetable y respetado Centro Democrático uribista, con su publicitada y aplaudida participación en las marchas convocadas por este por el NO al plebiscito por la paz y su militancia activa en la campaña electoral de Iván Duque”.

“Ya salido de la cárcel, volvió a caer preso por los delitos de extorsión, concierto para delinquir, amenazas e incitación al odio”, agrega Caballero. “[…] Al leer esas imputaciones se queda uno pensando que con la muerte de Popeye la política colombiana acaba de perder a una gran figura”.