
Imagínese el cuadro, lúgubre, por demás… 8:00 de la noche, calle 100 con avenida Suba, obras en todo el corredor vial, una polisombra que nunca termina y un par de jóvenes de no muy buen aspecto que se ocultan en ella.
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Usted, en su bicicleta, la ve oscura… si es que alcanza a ver algo. No existe la mínima posibilidad de que se mande por una ciclorruta sin luz y con el peligro propio de la inseguridad en Bogotá.
La opción que cientos toman es compartir el carril con los carros. Lanzarse por la vía, pese al riesgo patente de chocar, pero evadiendo el peligro latente de los ladrones.
Si bien usted se va a ganar los madrazos de cientos de conductores, que lo van a considerar un invasor de la calle, usted no está haciendo nada malo, y la ley pedalea de su lado.




Ciclistas pueden andar por las vías así haya ciclorruta
De acuerdo con la Ley 1811, por la cual se otorgan incentivos para promover el uso de la bicicleta, las bicicletas son consideradas como un medio de trasporte como cualquier otro.
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Con eso en la mira, las bicis pueden usar no solo las ciclorrutas, sino los carriles viales.
Eso sí, también tienen que atender las reglas y como dice el artículo 95 “deben ocupar un carril y nunca podrán utilizar las vías exclusivas para servicio público colectivo”.
Además, la Alcaldía de Bogotá estipula que los ciclistas no pueden sujetarse de otro vehículo o viajar cerca de “otro carruaje” de mayor tamaño que lo oculte de la vista de los conductores que transiten en sentido contrario.
Tampoco debe transitar sobre las aceras ni en lugares destinados al tránsito de peatones.
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