Estamos MUY cerca de un GRAN ACUERDO con China. Ellos lo quieren, ¡y nosotros también!”, tuiteó a primera hora el mandatario, cuyo gobierno prevé imponer el domingo nuevos aranceles a productos chinos, como electrónica y ropa deportiva.

La noticia impulsó a los mercados y Wall Street extendió el envión luego que la agencia de noticias Bloomberg informó que el acuerdo está cerrado y solo resta la aprobación de Trump. El anuncio sería hecho en cuestión de horas, según Bloomberg.

Ya con la campaña para su reelección en 2020 tomando fuerza, Trump tiende a tomar la iniciativa política y busca mostrar a sus votantes que su agresiva postura ante China genera resultados.

Pero de momento no está muy claro qué obtendrá Washington a cambio de reducir la presión arancelaria sobre China.

Estados Unidos quiere fundamentalmente que China abra su enorme mercado a más bienes y reforme rápidamente prácticas económicas y comerciales que para Washington constituyen un sistemático abuso contra los inversores extranjeros.

Recientemente, sin embargo, funcionarios de la Casa Blanca indicaron que podrían llegar a un acuerdo menos ambicioso al que denominaron “fase uno”.

El ministerio de Comercio de China dijo este jueves que ambas partes están en “estrecho” contacto al acercarse el domingo, cuando Washington prometió disparar una nueva salva de aranceles si no se alcanza, por lo menos, un mínimo acuerdo.

La amenaza de Estados Unidos consiste en imponer un gravamen del 15 % a exportaciones chinas por 156.000 millones. China había dicho que respondería con un arancel del 25% a los automóviles estadounidenses y un arancel del 5% a las piezas de vehículos; impuestos que se suspendieron a principios de este año como un gesto de buena voluntad.

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Según el diario The Wall Street Journal, Estados Unidos está ofreciendo desistir de esos aranceles y además reducir los que ya fueron impuestos a bienes chinos importados por unos 360.000 millones de dólares.

La meta principal de Trump con su pelea con China, uno de los rasgos esenciales de presidencia, es desterrar lo que considera prácticas desleales de Pekín. Eso incluye masivos subsidios, intervencionismo estatal, transferencia forzosa de tecnología y robo de propiedad intelectual.

Pero la llamada “fase uno” del acuerdo parece ser mucho más modesta y estaría enfocada en que China compre más producción agrícola estadounidense.

Trump ha dicho reiteradamente que China precisa más el acuerdo que Estados Unidos.

A fines de noviembre, Trump decía que las negociaciones estaban en su tramo final pero días después sacudió a los mercados cuando afirmó: “No tengo una fecha límite”. Incluso dio a entender que podrían extenderse hasta después de las elecciones estadounidenses de noviembre del año que viene.

Las negociaciones se complicaron aún más debido a las tensiones entre Washington y Pekín sobre las protestas en favor de la democracia en Hong Kong.

Con algo de reticencia, Trump homologó una declaración aprobada por la abrumadora mayoría del Congreso en apoyo a los manifestantes que han ganado las calles de Hong Kong para reclamar democracia.

Pekín calificó de “abominable” y “siniestro” ese pronunciamiento del Congreso pero parece no haber hecho mucho por tomar represalias.