
“¡El chavismo es minoría y va a ganar las elecciones!”. La primera parte de esta afirmación, vociferada por la cabeza del régimen venezolano, Nicolás Maduro, no pudo ser más diciente. Para algunos, fue uno más de sus lapsus, otro de esos feos deslices de dicción en los que resbalan con frecuencia quienes, poseídos por el espíritu alborotador de su discurso, pierden el control de las palabras. Para muchos otros, fue una confesión de parte, es decir, la admisión de una verdad que se reveló en las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio: el chavismo no es mayoría y teme otro estruendoso fracaso en las elecciones regionales que organiza este domingo 25 de mayo.
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Pero, como si fuera una moneda, la segunda parte de lo que dijo Maduro ofrece otra cara siniestra: “¡[El chavismo] va a ganar las elecciones!”. Es similar a la advertencia que él mismo hizo antes de los comicios del 28 de julio, cuando afirmó: “¡Vamos a ganar, por las buenas o por las malas!”. Y, efectivamente, ocurrió: fue derrotado en las urnas por Edmundo González, y, pese a ello, nunca dio a conocer las actas de votación que certificaban su derrota (lo hizo la oposición liderada por María Corina Machado, y así se enteraron los venezolanos y el mundo entero), y se autoproclamó presidente con la bendición de los chavistas Consejo Nacional Electoral (CNE) y Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
Esta vez, viene tomando otras medidas que le permitan ir asegurando su ‘triunfo’. A comienzos de semana prohibió el arribo de aerolíneas desde y hacia Colombia, con lo cual prácticamente cerró el país por vía aérea, pues Venezuela está aislada tras su ruptura con otras naciones que no lo reconocen como presidente legítimo, y los pocos vuelos directos provienen de Colombia y España. La excusa: impedir el ingreso de “mercenarios” que intentan sabotear la jornada electoral. Según el ministro del Interior y Justicia, Diosdado Cabello, hay capturados que llegaron “desde Colombia”, aunque partieron de otros países con el plan de atacar “embajadas acreditadas en Venezuela”, “hospitales” y “comandos policiales”.
Así, no solo impidió la llegada de supuestos “mercenarios”, sino de ciudadanos venezolanos que quisieran ir a su patria a votar, y, principalmente, de incómodos observadores de otros países como la prensa independiente que puede dar cuenta de lo que ocurra en la jornada de este domingo. El candado se completó con una resolución conjunta de los ministerios de Defensa y de Interior y Justicia que ordenó la restricción al acceso terrestre, marítimo y aéreo entre el viernes 23 y el lunes 26 de mayo a la medianoche.
Dentro del país cerrado, el complemento de esta estrategia fue el aumento de capturas de líderes de la oposición, como la de Juan Pablo Guanipa, exgobernador electo del estado Zulia, dirigente del partido opositor Primero Justicia, mano derecha de María Corina Machado y uno de los principales inspiradores de la resistencia entre los venezolanos. “A partir de hoy, yo formo parte de la lista de venezolanos secuestrados por la dictadura”, había dejado escrito en X anticipando su captura. “Esto es un secuestro que ha sido motivado por una sola razón: el miedo del régimen al pueblo venezolano. El miedo de la dictadura al espíritu del 28 y 29 de julio”.
Cabello justificó la privación de la libertad de Guanipa acusándolo de ser el jefe de una supuesta “red” que intentaría “boicotear” las elecciones de este domingo, con “actos terroristas” contra embajadas, comandos policiales, hospitales, instalaciones de transporte, eléctricas, petroleras y estaciones de servicio. Pero Guanipa se le había anticipado en su mensaje: “Aunque el régimen hoy se anota una ‘victoria’ (como si secuestrar a un venezolano fuese una gran labor) yo estoy más seguro que nunca que la victoria final será para nosotros, el pueblo venezolano. No tengo certeza de qué me irá a pasar a mí […]. Pero de lo que sí estoy seguro, es que ganaremos la larga lucha en contra de la dictadura”.
Objetivos de elecciones convocadas por Nicolás Maduro
Al menos tres objetivos se trazó el régimen de Venezuela con las elecciones de este domingo, ninguno de los cuales tiene que ver con estimular o dar espacio a la democracia real. El primero es golpear y desarticular a toda costa a la oposición. De hecho, una parte de la misma se escindió y decidió participar en los comicios, pese a que la orientación de Machado y González es la abstención. La disidencia la encabeza el dos veces candidato presidencial Henrique Capriles, que aspira a un escaño en el Parlamento chavista. Para él, catalogado como uno de los ‘alacranes’ (opositores acusados de favorecer al chavismo para perjudicar a los antichavistas), la lucha es participando (!).
Otro objetivo es lavarle la cara al régimen después de su derrota en las elecciones del 28 de julio. Esos comicios desnudaron al chavismo y lo dejaron expuesto ante el pueblo venezolano y ante el mundo. El no haber mostrado las actas confirmó el fraude y reveló las reales proporciones y capacidades de quienes detentan el poder con el guante de hierro que emplea el terrorismo de Estado. Si no se conocieron los resultados de las elecciones presidenciales, los venezolanos tienen serias dudas para participar en estos comicios que buscan elegir a 24 gobernadores y 285 legisladores, entre los que están como candidatos la esposa de Maduro, Cilia Flores, y su hijo Nicolás Maduro Guerra.




De hecho, el hartazgo de los venezolanos con el chavismo, expresado con el mensaje “Yo ya voté el 28J” recorre, por ejemplo, los campus de diferentes universidades, como la del Zulia, la Centroccidente Lizandro Alvarado, la de Oriente, la Simón Bolívar, la Politécnica Territorial de Falcón Alonso Gamero, la de Los Andes de Mérida, la Nacional Experimental del Táchira y la Central. Allí retumban, como en toda Venezuela, las palabras de María Corina Machado: “El 25 de mayo no es una elección. Es una farsa. Es una trampa. Por eso, te pido algo muy simple: este domingo, pa’ tu casa. No salgas. No los obedezcas. Vacía las calles. Vacíalos. Que se queden solos. Que quede claro quién tiene el poder: tú”.
La tercera de las metas del régimen con las elecciones de este domingo tiene carácter y repercusiones internacionales. Por primera vez en la historia se elegirá a un gobernador, a diputados y a un consejo legislativo para el Esequibo, una zona de 160.000 km² administrada por Guyana, pero reclamada por Venezuela con más intensidad desde el 2015, cuando la empresa ExxonMobil halló importantes yacimientos petroleros. El régimen organizó un referendo en diciembre de 2023 para reafirmar su soberanía sobre ese territorio. Dijo que habían votado 10 millones de venezolanos, pero tampoco mostró las pruebas.
Lo curioso es que nadie que viva en el Esequibo podrá votar en estas elecciones. Según AFP, los centros de votación estarán en el fronterizo estado Bolívar, donde también viven los poco más de 21.400 electores que conforman esta recién creada circunscripción, sobrerrepresentada en comparación con la media nacional. “Es inquebrantable nuestra voluntad de recuperar los derechos históricos, territoriales y más allá de la Guayana Esequiba”, dijo Maduro, mientras que el presidente guyanés, Irfaan Ali, le dijo a AFP que el proceso es una muestra de “desesperación y propaganda” de Venezuela, aunque al mismo tiempo identificó una “amenaza”.
Si los venezolanos acatan el llamado que les hace María Corina Machado, le desarmarán la carambola de fantasía que quiere conseguir el régimen este domingo. No podrá mostrar la ficción de que en Venezuela hay democracia, menos aun cuando, según datos de la ONG Foro Penal, en ese país hay 900 presos políticos, una lista a la que sumaron en las últimas horas a Juan Pablo Guanipa. Y quedará probada nuevamente, como el 28 de julio, la afirmación de Maduro (ya sea lapsus, ya sea confesión de parte) según la cual “El chavismo es minoría”.
El 25 de mayo quedará claro
QUIÉN TIENE EL PODER : TÚ!Déjalos SOLOS. VACÍOS!!!#ElPoderEsNuestro pic.twitter.com/VVXHDxI3AJ
— María Corina Machado (@MariaCorinaYA) May 21, 2025
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