El relato de la mujer es un nuevo capítulo a los escándalos en la iglesia chilena. Después de varios años decidió contar su historia porque asegura que ya no siente miedo, que no quiere quedarse callada y busca ayudar a otras religiosas para que sufran lo mismo que ella, le contó al portal Emol, de Chile.

Gómez tomó valor para retirarse de la congregación a la que pertenecía y ahora, a sus 37 años, reveló detalles que los abusos que sufrió durante 20 años:

“Yo fui abusada sexualmente por una monja en España, que también era chilena y superior a mí, varias y repetidas veces. Y todos sabían y me hicieron callar. Me hicieron sentir a mí que era culpable de todo. Pero ahora comprendí que esta es una historia que yo viví, que es mía, y que no soy la única”.

Según cuenta, todavía era novicia cuando todo empezó. Dijo que la primera vez que pasó fue en su propia habitación, espacio que compartían. Relató que “tenía asco” y sintió que le quitaron la dignidad. Sin embargo, solo fue el inicio pues los hechos se volvieron repetitivos:

“Cuando yo entraba al baño, ella también lo hacía y cerraba con llaves para luego manosearme. Me forzaba física y psicológicamente a hacer cosas que yo no quería”.

Asegura que quiso buscar la ayuda del sacerdote que era el director espiritual del recinto pero fue testigo de primera mano del grave historial de encubrimiento de abusos y pedofilia que mancha la imagen de la iglesia de Chile:

“También me hizo callar, por lo mismo, porque me dijo que le iban a dar la razón a ella y no a mí, que yo para él era una simple novicia, y yo, por miedo, no sé a qué, pero por miedo, porque estaba lejos de mi familia, me quedé como parapléjica”.

El artículo continúa abajo

Pero además asegura que la obligaban a hacer labores domésticas que no debía, donde “parecía una esclava” pues debía atender por completo a los curas. Gómez contó que tampoco recibía remuneración y que cuando se enfermaba nunca le brindaron asistencia médica y solo le daban “sueros y medicamentos a su parecer”.

También le prohibían el contacto con el mundo fuera de los conventos y las visitas de familiares se limitaban a dos o tres horas, una vez al mes, y los llamados tenían que durar menos de diez minutos. “Vivía con miedo”, asegura.

Gómez también contó que en España también le tocó atender y estar en contacto con todos los sacerdotes, capellanes y directores espirituales acusados de pedofilia y abusos y también sufrió acoso de ellos: “Muchas tocaciones indebidas. Se les iban las manos hacia zonas que no debían”. Esto pasaba también en Chile, pero en España lo defendían mucho y aceptaban este comportamiento”.

Pero con el tiempo los abusos tuvieron otras consecuencias en su salud. Hacia el año 2013 cuando ya no vivía en España le diagnosticaron fibromialgia, hirsutismo, osteopenia, artrosis y problemas en la columna y la cadera, además de depresión severa y del trastorno de estrés postraumático por aguantar y guardar el maltrato.

Consuelo Gómez
Consuelo Gómez / Emol

Según su relato, hace unos meses volvió a Chile y le contó al nuncio apostólico Ivo Scapolo todo lo que vivió y él en su momento se mostró comprensivo pero no hizo nada: “A mí la rabia que me da ahora es que el nuncio, sabiendo todo esto, no ha hecho nada”.

En 2017, finalmente Gómez dejó los hábitos:

“Me ha costado volver a vincularme con mi familia y confiar en el mundo porque fueron casi 18 años de estar sometida a un régimen. Ya no se puede decir que estuve en un convento buscando a Dios, porque nunca tuve la posibilidad de hacerlo”.

Después de que se conociera su historia, las Hermanas del Buen Samaritano emitieron un comunicado pidiéndole perdón por lo que vivió.

Días después, Gómez entregó más detalles a otros medios: