Morales pasó de cultivar maíz en Guatemala a ser la ama de llaves de una de las casas de Donald Trump. En 1999 cruzó ilegalmente la frontera y tiempo más tarde fue contratada gracias a papales falsos, publica el diario The New York Times.

Lavó y planchó los bóxeres blancos, las camisas de golf y los pantalones caqui de Trump, así como sus sábanas y toallas. Todo lo que pertenecía a Trump, a su esposa, Melania, y a su hijo, Barron, fue lavado con un detergente especial en una lavadora más pequeña y separada, explicó Morales al mismo medio.

La guatemalteca, además, reveló que no es la única indocumentada que trabaja para el excéntrico presidente de Estados Unidos. Sandra Díaz, una costarricense de 46 años, ahora una residente legal, contó que mientras trabajó en el club, de 2010 a 2013, estaba sin documentos en regla, explica el rotativo estadounidense.

Las mujeres han trabajado en mantenimiento, a cargo de la limpieza y paisajismo del club de golf y dicen que hacen parte de un gran grupo de indocumentados que trabajan allí, sin detallar el número exacto. Aunque no hay evidencia de que los ejecutivos de las empresas de Trump o el mismo Trump tuvieran conocimiento del estatus migratorio de sus trabajadores, 2 supervisores sí lo sabían y decidieron ayudarlas, detalla The New York Times.

El artículo continúa abajo

Trump ha atacado a los migrantes en su país. Se comprometió a construir un muro entre México y EE. UU. para evitar más indocumentados y proteger el trabajo de los suyos. Incluso, en su campaña presidencial se jactó de haber utilizado un sistema de verificación electrónica para garantizar que contrataban personas en regla. “No teníamos un solo inmigrante ilegal en el trabajo”, recuerda el rotativo norteamericano.

Morales llegó a Estados Unidos con tan solo 2 años de educación y sin hablar inglés. Pero eso no la impidió para limpiar, mientras el presidente veía televisión. Por su buen trabajo, la Casa Blanca le otorgó un certificado de la Agencia de Comunicaciones, indica The New York Times.

Las inmigrantes contactaron al periódico neoyorquino, por medio de un abogado, para denunciar que están cansadas del abuso, las humillaciones y del discurso de odio por parte de su jefe, Donald Trump.

Recordó que en 2015, cuando Trump lanzó su campaña presidencial, un gerente la llamó para decirle que no podía seguir trabajando en el club, aunque mantuvo su trabajo al conseguir otros documentos falsos, en el momento que Trump ganó las elecciones, indica The New York Times.

A medida que pasaban los meses, Morales y otros trabajadores latinos se preocupaban por los comentarios del mandatario. Se sentían degradados y creían que esto animaba a otras personas a hacer comentarios negativos. Morales dijo que la supervisora de limpieza llegó a decirles “estúpidos, con menos inteligencia que un perro”, detalla el rotativo estadounidense.

Victorina Morales teme que luego de la publicación de esta historia en The New York Times sea despedida y luego deportada, por eso trabaja en su defensa junto a un abogado. “Me pregunto, ¿es posible que este señor piense que tenemos papeles? Él sabe que no hablamos inglés ¿Por qué no lo averiguaría?”, finaliza la nota.