El paciente sufre una enfermedad extremadamente rara, sin nombre, que hace que las paredes de sus arterias se peguen, provocando una “isquemia”, esto es, un paro o insuficiencia de la circulación sanguínea en un tejido o un órgano.

Paralizado por dolores que no cesan desde hace 34 años, condenado a guardar cama, Cocq habría deseado que le suministraran una sedación profunda, cosa que no permite la ley francesa, salvo cuando uno se halla a pocas horas de una muerte segura.

El anuncio lo hizo después de que el presidente Emmanuel Macron le comunicara que no podía ayudarlo a morir.

“Puesto que no estoy por encima de la ley, no puedo acceder a su demanda”, dijo Macron en una carta enviada a Cocq. “No puedo pedir a alguien que se salte el marco legal actual”, añadió el presidente en el documento que el hombre difundió:

Horas después, transmitió en directo en su cuenta de Facebook y declaró: “El camino del alivio empieza y, créanme, estoy feliz”. El video lo hizo poco después de medianoche, anunciando que había “terminado su última comida” y cesado toda hidratación y tratamiento.

Y agregó: “Sé que los días que me esperan serán difíciles pero tomé mi decisión y estoy sereno”.

“Esto no es un suicidio”, precisó el enfermo, recordando que es católico. “Estoy en el caso previsto por la ley, en el que un paciente puede interrumpir su tratamiento”, explicó, afirmando que en esos casos la muerte se produce “en entre dos, cinco o siete días”.

“Esto será muy duro pero no será nada enorme en comparación con todo lo que he vivido”, añadió Cocq desde su cama médica, instalada en su casa, en la que está postrado. Tendiendo un vaso de plástico a la cámara, lanzó como últimas palabras: “Ya ven, amigos, bebo un último sorbo a su salud”, antes de concluir su conmovedor mensaje con un: “Así es la vida. Hasta la vista”.

Tiene previsto difundir sus últimos momentos por la red social a partir del sábado por la mañana.

Cocq había escrito al presidente Macron para que autorizara a un médico a recetarle un barbitúrico y poder “partir en paz”. Al recibir la negativa del presidente, Cocq confirmó su intención de morir dejando de alimentarse, hidratarse y tratarse, salvo para aliviar el dolor.

“Con emoción, respeto su iniciativa”, afirmó Macron en su carta, que incluye una frase manuscrita: “Con todo mi apoyo personal y mi respeto profundo”.

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“Basta”

Así las cosas, el hombre decidió “decir basta”, según explicó recientemente a la AFP. Cocq sufrió nueve operaciones en cuatro años y es víctima de descargas eléctricas cada “dos o tres segundos”.

“Mis intestinos se vacían en una bolsa. Mi vejiga se vacía en una bolsa. No puedo alimentarme, así que me ceban como a un ganso, con un tubo en el estómago. Ya no tengo una vida digna”, relató.

Con el fin de “mostrar a los franceses lo que es la agonía impuesta por la ley”, Cocq difundirá el final de su vida el sábado cuando despierte, “en directo en [su] página de Facebook”.

Espera así que su lucha le sobreviva y que en el futuro se adopte una ley que permita unos cuidados de fin de vida que eviten “sufrimientos inhumanos”. “Mi combate se prolongará en el tiempo”, asegura.