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Este artículo fue curado por Luis Bello   Ago 17, 2023 - 6:08 pm
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El profesor de Filosofía Santiago Navajas, autor del ensayo Diez razones para ser liberal (Almuzara, 2023), analiza en esta entrevista con RFI la personalidad y las corrientes de pensamiento que encarna Javier Milei, la gran sorpresa de las primarias en Argentina.

La victoria del candidato presidencial Javier Milei en las elecciones primarias fue presentada en la prensa internacional con diversas expresiones, como el triunfo de la “ultraderecha libertaria”, “ultra” a secas, “populista de extrema derecha”, “ultraliberal” o la de un “libertario de extrema derecha”, un “antisistema” y hasta “el Sudamerican Psycho”. ¿Cómo sitúa usted políticamente a Milei?

Conozco a Milei por la lectura de algunos de sus libros y algunas entrevistas. Se caracteriza por tener una preparación formal en economía típica de un especialista, es decir, el estudio de modelos aplicados a cuestiones muy específicas. Todo ello en un contexto de la organización política y económica argentina dadas: el desequilibrio y la crisis, en las que, en general, el espíritu cívico y democrático del pueblo tiende hacia los extremos, lo que conduce al populismo, la demagogia y considerar al soberano popular como masa a la que adoctrinar y guiar en lugar de convencer y liderar.

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Milei aprende que para competir en ese mundo de histriones tiene que convertirse en una mezcla de bufón, profeta y sabio. Explica que sus participaciones televisivas las concibe con un round de boxeo de tres minutos en el que tiene que tratar de noquear a su rival en el primer minuto. Su preparación económica, sin embargo, llega un momento que le resulta insuficiente porque aspira a algo más.

Como decía Hayek, el economista que solo es un economista ni siquiera es un economista. Y Milei aspira a ser un economista hayekiano, más bien un filósofo social en la estela de Schumpeter y Keynes, los más grandes a la hora de captar no sólo conceptos económicos y agregados econométricos sino el signo de los tiempos.

Milei caerá del caballo en sentido de iluminación místico-económica leyendo a Murray Rothbard, un radical y extremista liberal austroamericano, discípulo de Ludwig von Mises, el miembro más sectario y purista de la original Escuela Austríaca de Viena.

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Hay una anécdota de Mises que muestra por extrapolación quién es Milei. Tras la Segunda Guerra Mundial, Friedrich Hayek había organizado una reunión con lo más selecto de los liberales de todos los continentes para intercambiar ideas y contactos de modo que el liberalismo fuese una corriente influyente en la posguerra.  Allí había liberales de la Escuela Austríaca (Friedrich Hayek), Chicago (Milton Friedman), Friburgo (Wilhelm Röpke). Veteranos como Ludwig von Mises, estrellas emergentes como Walter Eucken y jóvenes promesas como John Rawls.

Todos ellos estaban convencidos de que el liberalismo del laissez faire, los mercados completamente libres y desregulados, había periclitado a finales del siglo XIX y que se necesitaban nuevos modos de encontrar una relación entre el Estado, el mercado y la sociedad civil que fundamentasen los antiguos principios liberales a favor del Estado de Derecho, el libre comercio, los derechos fundamentales, el Estado de Bienestar y el mercado. Todos menos uno, Mises, que en una reunión en la que discutía el alcance que debía tener la intervención del Estado a la hora de regular la economía y la sociedad civil, salió de la misma dando un portazo y gritándoles a todos aquellos liberales herederos directos de Smith, Tocqueville y Menger: “¡Sois todos un hatajo de socialistas!”.

Milei es como Mises, un liberal del laissez faire que resucita la alianza entre liberales extremistas (libertarios) y anarquistas que tuvo una primera versión en el capitalismo manchesteriano de mitad del siglo XIX. Tiene una fe de corte teológico en el capitalismo que niega la existencia de los fallos de mercado y plantea un libre cambio sin condiciones, una libertad económica ilimitada y unos derechos irrestrictos. Es sintomático que suele saltar de Menger, el fundador de la Escuela Austríaca, al Mises que va a dar lugar en Estados Unidos a Rothbard y Kirzner, líderes intelectuales del anarco-capitalismo y el libertarismo tras Mises, saltándose todo el debate (neo)liberal que se origina en el Coloquio Lippmann de 1938 a partir del cual triunfa una concepción del liberalismo más social, más compleja en la relación entre Estado, mercado y sociedad civil, cuya manifestación más exitosa será el ordoliberalismo alemán de Eucken, Röpke y Erhard que dará lugar al “milagro” económico alemán tras la IIGM.

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En suma, Milei es un libertario, alguien respecto al liberalismo como los cátaros lo eran respecto al cristianismo, creyentes en un maniqueísmo político (que asimilan el Mal con los colectivistas de izquierdas, aunque no paradójicamente con colectivistas de derechas como Bolsonaro y Trump) y un purismo económico (un fundamentalismo de mercado que niega cualquier intervención del Estado que hacen equivaler a Satán).

¿Cuál es el tronco común y las diferencias entre los pensamientos libertario y liberal, términos que a veces se usan indistintamente para referirse al fenómeno Milei? 

El origen del enfrentamiento entre el liberalismo y el libertarismo viene de la crítica que va a hacer Herbert Spencer a finales del siglo XIX al gobierno liberal de William Gladstone porque este había comenzado los rudimentos de un Estado de Bienestar. Spencer va a criticar que el Estado ayude a los más vulnerables de la sociedad con una mezcla de darwinismo social y concepción simplista del mérito que lleva a considerar que el resultado de una evolución social es de por sí justo, sin tener en consideración las inercias de la tradición, las estructuras y los orígenes sociales o, simplemente, la suerte.

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El Estado de Bienestar en el siglo XIX tiene un doble origen, conservador por lo que respecta a Bismarck en Alemania y, por otro lado, liberal, tanto por Gladstone como la Escuela Austríaca originaria, con Böhm-Bawerk a la cabeza, el cual argumentaba que al ser la clase media-alta la que más se beneficia de los gastos estatales, desde el sistema educativo a las infraestructuras, tiene que aportar más a los impuestos dada la utilidad marginal que conseguían de cada unidad del gasto público.

Milei, por tanto, está en los márgenes extremistas, fundamentalistas y puristas del liberalismo, su versión libertaria cercana al anarco-capitalismo. Tanto los conservadores como los liberales comprendieron que el capitalismo del laissez faire no era un humanismo porque creaba grandes bolsas de desigualdad, lo que repercutía en una insatisfacción que podía conducir a la revolución socialista. Lo que plantearon los liberales frente a libertarios como Spencer es que el objetivo liberal no solo era más libertad, sino un mejor equilibrio entre libertad, igualdad y fraternidad. En suma, tener en cuenta que en los orígenes del liberalismo, de la española Escuela de Salamanca (Suárez, Molina, Mariana)  a la escocesa Escuela de Edimburgo (Smith, Ferguson, Hume), la riqueza de las naciones basada en la libertad económica se engloba dentro de una teoría de los sentimientos morales entre los cuales destaca la solidaridad.

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Como he señalado, fue con el Coloquio Lippmann en 1938 y la Sociedad Mont Pelerin en 1947 cuando liberales de todos los pelajes comprendieron que se había producido el fin del liberalismo del laissez faire y que había que pensar nuevas formas de organizar las relaciones entre el Estado y los mercados desde la óptica liberal, lo que significa elaborar una teoría de la justicia.

Los años 70 fueron fundamentales con tres libros que cimentaron esta visión liberal de la justicia por parte de John Rawls, Friedrich Hayek y Robert Nozick fundamentalmente, con visiones críticas pero que entre todas ellas hicieron perder la hegemonía del debate sobre la justicia social al hasta ese entonces dominante marxismo. Pero Ludwig von Mises, que se había exiliado en Estados Unidos dada su condición de judío perseguido por los nazis, no se resignó a ese fin del laissez faire e inició una corriente heterodoxa desde su cátedra en Nueva York que significaba una vuelta al liberalismo decimonónico y en la que radicalizó dicho laissez faire a través de un sistema lógico-axiomático que prioriza un apriori ideológico sobre la realidad social empírica.

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