En un informe digno de John le Carre que incluye entregas secretas de dispositivos USB en un pequeño bar de Berlín y mensajes en código entregados a través de la cuenta de Twitter de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), agentes de la CIA pasaron buena parte de 2017 intentando recomprar al vendedor ruso los programas de ‘hackeo’ robados a la NSA.

El vendedor, quien no fue identificado y que tenía vínculos tanto con piratas informáticos como con la inteligencia rusa, tentó a los espías estadounidenses con una oferta para recomprar los programas de pirateo de la NSA robados que habían sido puestos a la venta en línea por un oscuro grupo llamado ‘Shadow Brokers’.

Algunos de esos programas, desarrollados por la NSA para ingresar en las computadoras de los rivales de Estados Unidos, fueron utilizadas por otros piratas informáticos el año pasado, incluyendo un ataque de malware global en mayo.

El vendedor, a quien se contactó a través de una cadena de intermediarios, quería un millón de dólares.

Los 100.000 dólares, entregados en una maleta en un hotel de Berlín, eran un pago inicial por parte de los agentes estadounidenses, quienes tenían dudas de que el vendedor realmente tuviera lo que prometía.

El vendedor también ofreció a los agentes norteamericanos materiales comprometedores sobre Trump, indicó el diario, que cita a funcionarios de inteligencia de Europa y Estados Unidos.

La primera entrega del ruso resultaron ser programas de hackeo que Shadow Brokers ya había divulgado.

Al final, la negociación se rompió el mes pasado -el vendedor no aportó ninguno de los materiales inéditos de la NSA, en tanto las informaciones sobre Trump ya eran conocidas o carentes de credibilidad.

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Los agentes norteamericanos dijeron al ruso que abandonara Europa Occidental y que no regresara, señala el Times.

La historia, de la que también informa la revista online de temas de seguridad nacional The Intercept, pinta un típico caso de espías en el que los agentes estadounidenses nunca están seguros con quien están tratando o si están siendo burlados por sus pares rusos.

Las agencias de inteligencia estadounidense afirman que Rusia interfirió en la campaña presidencial de 2016 para favorecer a Trump, y que continúa recurriendo a la desinformación para sembrar confusión en la política estadounidense.

Según The Intercept, la operación generó divisiones en la CIA, que dirige Mike Pompeo, un leal a Trump, aunque muchos de sus integrantes están molestos con los duros y reiterados comentarios del mandatario sobre el papel de la comunidad de inteligencia en la investigación sobre la injerencia rusa.

AFP