Se trata apenas del tercer mandatario de ese país en afrontar este tipo de proceso, siendo el primero Andrew Johnson, en 1868, y el último Bill Clinton, en 1998. Esta vez, los cargos en contra de Trump son obstrucción al congreso y abuso de poder, por los cuales comenzará a ser juzgado probablemente en enero.

El primer round del jucio será precisamente definir la fecha en que se lleve a cabo la diligencia. La agencia Efe indica que la presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, dejó entrever que podría retrasar el momento en que entregará los cargos contra Trump, trámite definitivo del que ella está encargada y que marca el inicio del juicio.

Según ella, su intención era comenzar inmediatamente con la diligencia, pero decidió esperar diciendo que los republicanos que controlan el Senado no han ofrecido garantías de un juicio político justo: “Por el momento no hemos visto nada que nos parezca justo. […] Cuando veamos que lo es, enviaremos a nuestros representantes”, dijo.

Además, la intención de los republicanos, quienes apoyan al jefe de Estado, es acabar cuanto antes con el juicio político para que tenga el menor impacto posible. En ese sentido, al retener la presentación de los cargos los demócratas le añaden incertidumbre al calendario y esperan poder presionar al líder republicano del Senado, Mitch McConnell –que será quien diseñe el formato del juicio- para que acepte sus condiciones.

Donald Trump

Artículo relacionado

Trump, al paredón: congresistas aprobaron juicio político y abren puerta a su destitución

Aún así, analistas ya creen que Trump saldrá airoso y sería absuelto. La BBC explica que los fiscales del juicio serán cinco miembros de la Cámara y el jurado será el Senado, en donde el presidente cuenta con el apoyo de una importante mayoría republicana.

La cuenta específica de la que habla ese mismo medio para tomar una decisión condenatoria o absolutoria es de dos tercios de los senadores (67 %). Según la Afp, los republicanos tienen 53 de los 100 escaños, por lo que los demócratas deberán convencer a 20 senadores del partido gobernante para votar a favor de uno de los dos cargos contra Trump y así soñar con su destitución.

No obstante, la tarea es casi imposible, dada la profunda división entre ambas formaciones políticas y la cohesión que muestran los republicanos; no invencible, pero suficientemente sólida.