Si se presentara un enfrentamiento armado, “los satélites espías y de comunicaciones de EE. UU. quedarían de inmediato deshabilitados; las bases en Guam y Japón (en el Pacífico) se inundarían con misiles de alta precisión; los portaviones tendrían que escapar de aguas chinas para evitar un ataque y los cazabombarderos F-35 quedarían anulados porque los portaviones donde se abastecen de combustible habrían sido destruidos”, asegura David Ignatius en su columna en el diario capitalino.

Para hacer sus aseveraciones, Ignatius cita el libro ‘The Kill Chain: Defending America in the Future of High-Tech Warfare (La cadena de la muerte: la defensa de EE. UU. en el futuro de la guerra de alta tecnología), una obra que critica con dureza la política de defensa de Estados Unidos y cuyo contenido el columnista califica no solo como “un llamado de alerta”, sino como una “alarma de bomberos a media noche”.

OPINION

Juan Jesús Vallejo

Depredadores en tiempos de pánico

“Muchas de nuestras fuerzas tendrían que declararse sordas, mudas y ciegas”, dice Christian Brose, el autor del libro que fue director del comité de servicios armados del senado de Estados Unidos y asesor del ya fallecido excandidato presidencial y exsenador John McCain, citado en la columna de opinión.

La razón para haberse quedado rezagados con respecto a China, explica el artículo del ‘Post’, tiene sus raíces en la burocracia de entidades como el Pentágono de EE. UU., que se quedaron viviendo de glorias pasadas y descuidaron el futuro tecnológico aplicado a la guerra.

Otra de las razones para el atraso es el enfoque de la guerra, dice el diario: mientras Estados Unidos se dedica a desplegar portaviones con bombarderos por todo el planeta, China crea sofisticadas armas de precisión (varias veces más barata) para neutralizar dichas fuerzas.

La nota de opinión critica, además, que el Pentágono gastó 18.000 millones de dólares en el programa ‘Sistemas de combate futuro’, que se suponía que coordinaría el funcionamiento del arsenal moderno pero que, según el columnista, “resultó ser menos ágil que una videoconsola PlayStation”.

Vicepremier chino Liu He (Izq.)y el secretario del Tesoro de EE.UU., Steven Mnuchin

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El columnista concluye con que en estos tiempos de recogimiento forzado por la pandemia del coronavirus, las fuerzas militares de Estados Unidos deberían dedicarse a repensar su estrategia y cambiar su forma anticuada de “mostrar poder”.

En lugar de desplegar armas por todo el mundo, subraya el autor de la nota, debería “evitar la dominación china” mediante armamento más moderno y menos costoso desplegado dentro de un perímetro determinado, en lugar de armas de precios astronómicos “dentro del rango de ataque del enemigo”.