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Su aplastante victoria en la presidencia del partido político francés, Los Republicanos, con más del 74%, el domingo 18 de mayo, refleja la esperanza que encarna en la derecha desde que fue nombrado ministro del Interior. A partir de este lunes, asume el liderazgo de un partido que puede haberse revigorizado con esta campaña interna, pero que sigue siendo frágil.
Con información del periodista experto en política de RFI, Raphaël Delvolve
Parece que hace mucho tiempo que era “sólo” un senador, discreto y conservador. Desde que Bruno Retailleau asumió el cargo de ministro del Interior, tras la más reciente disolución del gobierno francés, se ha acostumbrado a los medios de comunicación. Citado regularmente como una de las figuras políticas más populares, su nuevo estatus ante la opinión pública era, de hecho, una oportunidad que debía aprovechar.
Como Nicolas Sarkozy antes de iniciar la campaña presidencial para 2017 representando el partido de derecha, en ese entonces llamado
Unión por un Movimiento Popular (UMP) hoy Los Republicanos, Bruno Retailleau, aprovecha la notoriedad del cargo para desplegar una y otra vez en las entrevistas sus marcas políticas: firme en materia de seguridad e inmigración, franco sobre la asimilación, que prefiere a la integración, e incluso partidario de un enfrentamiento con Argelia.
Una campaña realizada detrás de los escritorios
Su campaña en la derecha “sincera”, realizada a veces detrás de los pupitres con el sello del “gobierno”, transcurrió sin sobresaltos. Su resultado, un 74,31%, así lo atestigua. Aún más galvanizante para el ministro del Interior, la campaña triplicó el número de afiliaciones al partido, que cuenta ahora con 120.000 miembros. Una señal de que su notoriedad ha atraído a la gente.
También hay que señalar que los electores eligieron entre dos candidatos que, de hecho, eran muy similares en sus ideas: hostiles a la inmigración, partidarios del rigor presupuestario y contrarios al sistema de “bienestar” francés.
Los retos de una familia política convaleciente
Cuidado, sin embargo, con el efecto distorsionador de una campaña interna. 72.000 votos de militantes no es Francia, y menos aún una garantía de éxito futuro para LR, acostumbrado a las decepciones electorales desde 2017. Bruno Retailleau ha heredado sin duda un partido revigorizado, pero todavía debilitado por las debacles y el espacio asfixiante entre los macronistas y la Agrupación Nacional de Marine Le Pen. El año pasado, en las elecciones europeas, LR y su candidato François-Xavier Bellamy lograron un 7,25% de los votos.
No es mucho, pero sigue siendo mejor que el cataclísmico 4,78% de la otrora candidata del partido, Valérie Pécresse, en las pasadas elecciones presidenciales. Nada más ser elegido, Bruno Retailleau declaró: “tenemos que aportar nuevas ideas”, porque, añadió, “nuestra familia política está en condiciones de presentar nuestro proyecto a las elecciones presidenciales”.
En busca de una “ola azul”
Detrás de estas dos citas se esconden dos retos: dar credibilidad a la derecha y unificar el partido. A pesar de su escaso 25%, Laurent Wauquiez, que sigue ocupando el influyente puesto de presidente del partido LR en la Asamblea Nacional, lanzó el domingo una forma de advertencia: “tenemos que presentar un proyecto rupturista y no podemos diluirnos en el macronismo”. El ahora ministro y líder del partido está avisado: ya le están pidiendo un candidato de LR para 2027.
Habrá que superar este doble papel, pero también habrá que obtener resultados. Esto empezará el año que viene con las elecciones municipales, en las que Los Republicanos tienen mucho en juego (es su última base electoral, con más de la mitad de los ayuntamientos bajo sus colores). La noche de su victoria, Bruno Retailleau ya pedía “una ola azul”, en alusión al color de su político.
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