Para Ochoa, el director mexicano Alfonso Cuarón “se aprovechó” de una sociedad “hipócrita y oportunista” para vender “escenas de traperos, planchazos y lavadas de platos como si se tratara de la última Coca-Cola del desierto”.

“Cuarón sabe […] que Hollywood —demócrata y liberal hasta los tuétanos— está enfrascado en una batalla campal contra los godos republicanos de Washington. Y donde cualquier cosa que medio huela a México hay que restregársela en la cara a Trump”, escribe Ochoa en su columna del diario bogotano.

De Netflix, Ochoa dice que se gastó 15 millones de dólares para producir la película, “y ahora tiene que ponerla a facturar a como dé lugar”, por lo cual nada resulta mejor que 10 nominaciones al Óscar “como preámbulo de una millonaria caja registradora”. Sobre todo ahora “que pierde miles de suscriptores diarios por la feroz competencia de Amazon Prime, Hulu y HBO Digital”.

“Una ‘Roma’ premiada por la Academia le sirve para recuperarse del golpe tras la salida de Disney, Marvel y 21st Century Fox. Tres grandes sellos cinematográficos que acaban de divorciarse de Netflix para irse con otro postor o para crear su propia plataforma”, agrega.

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A partir de esas reflexiones, esta columnista plantea varias preguntas fundamentales: “¿Es ‘Roma’ una película buena por sí sola? ¿Más allá del clasismo hipócrita y de los intereses políticos y económicos? ¿Tiene lo suficiente como para merecer una decena de nominaciones al Óscar? ¿Mejor guion original? ¿Una empleada del servicio haciendo labores domésticas? ¿Lavando, planchando, aseando y despercudiendo los baños? ¿Todo porque detrás hay un enorme negocio que se promueve desde la Academia de Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos? ¿Una de las logias más rentables y poderosas de la humanidad entera?”.

Con su punto de vista, Ochoa deja en el plano de la ingenuidad (¿ignorancia?) las informaciones que han registrado la cinta, como esta de la agencia AFP: “No imaginó [Cuarón] que esta película en blanco y negro, hecha en México y por mexicanos, hablada en español y mixteco, tendría tanto éxito en la temporada de premios del cine mundial”.

O esta, de la agencia Efe: “Cinco años de silencio desde ‘Gravity’ (2013) han valido definitivamente la pena para Cuarón, que con ‘Roma’ no solo ha firmado su proyecto más personal, sino que ha logrado convertirse en uno de los indiscutibles fenómenos cinematográficas de la temporada”.

Pero, para Ochoa, no solo Cuarón y Netflix son hipócritas. También los espectadores, a quienes dirige interrogantes críticos en el comienzo de su columna: “¿En serio todos aman a Cuarón y a las empleadas del servicio doméstico? ¿A esas que obligamos a ponerse uniforme en nuestro hogar, para dejar claro que no son familia nuestra? ¿A esas que montamos en ascensores del servicio y entran por la puerta trasera? ¿A esas que no permitimos sentarse a comer con nosotros a la mesa? ¿A esas que confinamos al cuarto más pequeño e insignificante de nuestras viviendas?”.

“‘Roma’ va a arrasar dentro de ocho días en la entrega de los premios Óscar. Y ustedes se graduarán del siguiente nivel de hipocresía y frivolidad criolla”, recrimina Ochoa.

En cambio, María Elisa Uribe no ve ningún interés utilitarista de Cuarón con ‘Roma’. Ella considera en El Nuevo Siglo que el director mexicano logra, “con osadía —desde su propia vivencia—, revelar el trascender de la trabajadora del hogar”, y, a diferencia de lo cree Ochoa en El Tiempo, considera que Cuarón les hace “honor” a esas mujeres.

“Más que una crónica es la memoria de un hogar latinoamericano de los años 70, que muestra el vínculo emocional que nace entre la nana, trabajadora doméstica, y su familia. Una historia que muchos podemos contar”, escribe Uribe. “‘Roma’ nos despierta la nostalgia. Ese hilo que con las nanas se teje en las cosas cotidianas, de manera natural y recíproca. Donde la diferencia se conecta y se olvida. Donde se da cuenta de la pobreza y también de las penas, con una valiosa transferencia de sus valores culturales”.

Y continúa pintando el mundo que le evoca el filme, diametralmente opuesto a las relaciones entre empleadas y empleadores que critica Ochoa, por las cuales llama “hipócritas” a los espectadores de la película ‘Roma’. Para Uribe, ‘Roma’ es el lugar  donde “el abrazo, la comida, el juego, las lágrimas, la carencia, el carácter, los cuentos, las tradiciones, las soledades y los propósitos se unen en medio de una continua convivencia, que es compañía y a su vez una especie de cofradía”.