
Pasaron más de 16 años desde que la ‘doncella de hierro’ se presentó por primera vez en Colombia. Ese 28 de febrero de 2008 marcó un punto de referencia para los conciertos en el país, ya que desde el ‘show’ de Metallica en 1999 no había un evento de esa magnitud en la capital.
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La expectativa sobre Iron Maiden estaba demasiado alta desde que, en 2007, se anunció su llegada al país. Toda la escena metalera estaba desatada por separar su boleta y asegurar su entrada a uno de los conciertos (sin exagerar, como se suele hacer) más grandes en la historia del país.
Era tal la emoción por estar al frente que cientos de fanáticos decidieron irse a hacer fila dos o tres días antes del concierto. La Avenida Carrera 68, a la altura del parque Simón Bolívar, estaba llena de carpas desde el martes 26 de febrero de 2008. No había mayor control, la logística no estaba lista para recibir personas con tanta antelación y los mismos jóvenes —porque hay que ser muy joven para aventurarse de semejante manera— numeraron muy artesanalmete las carpas que iban llegando ese día. El puesto se tenía que cuidar, así hubiera que quedarse más de 48 horas allí sembrados.

Ese concierto hacía parte de la gira ‘Somewhere Back in Time’ y había una ilusión adicional porque la banda estaba produciendo el documental ‘Flight 666’ para registrar los pormenores del ‘tour’. No estaba de más llegar temprano (muy temprano), ubicarse lo mejor posible y hacerle ojitos a la cámara oficial de la agrupación. Si había algo más grande en ese momento que estar en el primer concierto de Iron Maiden en Colombia, eso era salir en una producción de la banda de Steve Harris.
Los ingleses estaban sorprendidos por la acogida que despertaron en Bogotá a su llegada. El aeropuerto El Dorado colapsó para recibirlos, había policías y Ejército en los alrededores del escenario y ellos mismos dijeron que no podían creer que hubiera kilómetros de carpas solo para verlos.
“Nunca había visto algo así. Se te acelera el pulso y te da un subidón de adrenalina”, relató en el documental Dave Murray, guitarrista de la banda.
De hecho, Bruce Dickinson, vocalista de Iron Maiden, confesó que Colombia era uno de los países que le preocupaban. “La cosa podría ponerse fea”, subrayó, al tiempo que mencionó que le sorprendió el modo en que el público asimilaba la presencia del Ejército en el parque Simón Bolívar. Colombia es de los pocos países en donde la fuerza militar se usa para apaciguar a los ciudadanos.
Acá, el fragmento del documental que habla de Colombia y que estuvo ambientado por ‘Run to the Hills’, una de las canciones más reconocidas de la banda:
Concierto de Iron Maiden en Bogotá muestra evolución del público colombiano
El pasado domingo 24 de noviembre, poco se vio de eso. En esta oportunidad hubo carpas (siempre las hay), pero no en la dimensión de 2008. En el más reciente concierto de la banda se contó con un escenario mucho más acorde: no es lo mismo preparar un espectáculo en el estadio El Campín que en el parque Simón Bolívar.
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¿Policía? Apenas natural para un concierto con más de 40.000 personas, pero no como en 2008. ¿Y el comportamiento? Sin duda, el de este domingo fue mucho mejor por parte de los asistentes. Aquel 28 de febrero de hace 16 años, después de un aguacero que parecía desatado por el propio ‘Rainmaker’, los ánimos se caldearon demasiado. Muchos en las filas empezaron a sentir que se iban a quedar por fuera y no faltaron los que se quisieron colar sin pagar (una costumbre muy colombiana). Ese fue el coctel perfecto para los desórdenes durante el primer concierto de Maiden en Colombia.
Más allá del reporte oficial de la Policía que habló de “18 muchachos retenidos”, en las conversaciones dentro de la escena de fanáticos siempre se mencionó que muchos se colaron, que el más ‘vivo’ se metió a las malas y que cientos vieron a Iron Maiden sin pagar. De hecho, cuando el concierto se terminó, muchos de los asistentes vieron la dimensión de lo que ocurrió en la calle 63, mientras la ‘doncella’ tocaba canciones como ‘Aces High’, ‘Wasted Years’ y ‘Powerslave’. Las vallas estaban caídas, el gas lacrimógeno flotaba varios centímetros sobre el asfalto y había gente que todavía estaba corriendo, con las pulsaciones arriba, aún no se sabe si por la emoción de ver a la banda o por andar huyendo de los policías.
Dieciséis años después, este concierto de Maiden no tuvo incidentes. No hubo enfrentamientos con la Policía. Tampoco se reportaron colados (o por lo menos no en los reportes oficiales). No se vieron peleas. Después de tres lustros, hay visos de que han cambiado cosas. Claro está, muchos asistentes de esa época tenían de 18 a 20 años, hoy con 35 parecería ridículo y anacrónico armar desórdenes en un evento cultural.
@pulzocolombia No es un concierto cualquiera. 🔥🎸 Nos vinimos para el estadio El Campín donde se presentará Iron Maiden y le preguntamos a algunos de sus asistentes, sus mejores razones para presenciar a Bruce Dickinson y los jinetes del rock en un concierto que hará mover muchas melenas. 🤘🏻🙂↕️ ¿Cuál es su razón para ver a #IronMaiden? #ironmaiden #concierto #bogota ♬ sonido original – Pulzo 📲
Iron Maiden y el tiempo que dejó de llenar en Bogotá
Al parecer, el público bogotano es de picos, de momentos. Maiden regresó a Colombia el 7 de marzo de 2009, pero la expectativa no fue la misma. La ‘doncella’ incluyó al país para el cierre de la gira ‘Somewhere Back in Time’, pero al parecer fue muy pronto y la fiebre —aparentemente— ya se había calmado con lo vivido el año pasado. La venta de boletas no tuvo el mismo éxito y, contrario a la primera vez, dentro del público se vieron varios huecos y no hubo lleno en Bogotá.
Sin embargo, desórdenes sí hubo. Al ver la sección VIP casi vacía, varios de los asistentes que habían pagado la localidad general se colaron. Parecía que durante la presentación de Anthrax (telonero de esa ocasión) se hubiera planeado, como si de ‘Aces High’ se tratara, el asalto a la primera fila. Ese sábado —contrario al palo de agua del año anterior— pegó un sol picante en Bogotá. Los bomberos tuvieron que refrescar al público con sus mangueras y eso solo pareció avivar a los asistentes mientras gritaban “Maiden, Maiden, Maiden”.

Ese pareció ser el impulso que llevó a los de general a tumbar las vallas de seguridad. La logística se vio superada por los descontrolados asistentes y se consumó lo inevitable. Cuando el discurso de Winston Churchill retumbó por segundo año consecutivo en el parque Simón Bolívar para marcar el intro de ‘Aces High’, la invasión se había consumado. VIP estaba llena, pero no propiamente de personas que pagaron esa localidad.
La situación fue muy distinta este año. Las ventas del concierto fueron un éxito y Iron Maiden vendió más de 40.000 entradas en apenas horas. Durante la previa del concierto no se vio ningún intento de ningún asistente por colarse y el orden se mantuvo. De igual forma se vivió afuera de El Campín. Si bien la logística se quedó corta para la enorme fila que se vio para entrar a VIP, los fanáticos pusieron de su parte para que se preservara la armonía mientras hacían la cola que recorrió durante varias cuadras el sector de Galerías.
Este año, Maiden tocó ‘The Time Machine’ para Bogotá. Bruce Dickinson —en su interacción con el público— dijo que, si fuera posible, usaría una máquina del tiempo para llevar a los capitalinos al pasado y vivir más épocas junto a la ‘doncella de hierro’. Una de las paradas de ese viaje por el tiempo podría ser la gira promocional del álbum ‘The Final Frontier’, que trajo por tercera vez a la banda a Colombia.
Esa fue una oportunidad de oro para los (verdaderos) fanáticos de la banda. El ‘setlist’ incluyó por primera vez en Colombia canciones de este siglo, más allá del lanzamiento del mencionado disco, y fue sublime escuchar temas como ‘Dance of Death’, ‘The Wicker Man’ y ‘Blood Brothers’. Lamentablemente, de nuevo, todo el furor pareció estancarse en aquel 2008 y las ventas se volvieron a quedarse cortas. Ese 20 de marzo de 2011, el parque Simón Bolívar no se vio esplendoroso ni a reventar, y muchos en la escena del rock creen que por eso Maiden tardó tanto (13 años) en regresar.
Colombia, quedada en conciertos en comparación con otros países de la región
Mucho se habló a finales del siglo XX y en las primeras décadas del XXI del ABC de los conciertos en Sudamérica: Argentina, Brasil y Chile han mandado la parada en espectáculos en la región y uno de los elementos que los ponen por encima ha sido la respuesta del público.
En ese 2011, mientras Bogotá tenía un parque Simón Bolívar desnudo, Buenos Aires se lució con un estadio de Vélez Sarsfield repleto, con todo y que era la octava vez que Maiden llegaba a la capital argentina. Si de fiebre se habla, en Argentina no hay remedio que se las baje y ese 8 de abril, con el lanzamiento de ‘The Final Frontier’, lo dejaron todo en la cancha. Además, no hubo desmanes y las filas se hicieron en completo orden; la idea de acampar era risible para los argentinos que comentaron en la cola el apartado de Colombia en el documental ‘Flight 666’. Encima, la actitud no es negociable y con un escenario digno para conciertos, los fanáticos no pararon ni una sola canción. Tanta fue la efusividad que se dice que el uso de bengalas dejó por fuera a los porteños del DVD que la banda estaba grabando con los detalles del concierto.

La idea original de la agrupación, dicen, era recopilar las imágenes de Buenos Aires y de Santiago, pero al final solo apareció la capital de Chile, que, por cierto, también la reventó. Santiago vestía de gala al Estadio Nacional para salir impecable en el material audiovisual que luego publicaría la banda.
Este es el video del momentazo vivido en Santiago de Chile en la gira de ‘The Final Frontier’:
Si al ABC nos remitimos, sería imperdonable dejar por fuera a Brasil. Hay un romance incondicional entre la ‘doncella de hierro’ y el país más grande de Sudamérica. Uno de los videos más icónicos de la banda es el ‘performance’ que presentó en el Rock In Rio de 2001 con ‘The Clansman’. Lo que se ve ahí es amor puro e idealizado:
Justamente, a veces el público en Colombia se queda corto, con largos momentos en silencio y quieto. Es respetable, pero visualmente los ‘shows’ del ABC dejan en el aire que la actitud en el sur es un diferencial.
Logística de conciertos en Colombia, un aspecto para mejorar
Hablando de Brasil, de Rock in Rio, de Iron Maiden, de despliegue y de seriedad al hacer conciertos, la brecha es gigantesca. La última vez que los británicos estuvieron en el festival fue en 2022, en una edición que compartieron cartel con Sepultura, Gojira y Dream Theater. A diferencia de los eventos que se hacen en Bogotá, toda la ciudad gira en torno al concierto, porque saben del potencial económico y turístico que representa.
Para el 2 de septiembre de 2022, Río de Janeiro cerró filas para su festival. El metro trabajó en función del evento. De hecho, se dispusieron buses exclusivos para llevar a todos los asistentes desde las estaciones del metro a Barra da Tijuca, donde fue el concierto. Los tiempos de espera y de transporte fueron razonables y la entrada fluyó de manera ágil a pesar de las enormes filas. El escenario fue un monstruo, acorde para el evento, y el simple hecho de tener baños dignos magnificó una experiencia que se planea para el disfrute de los asistentes.

En Colombia, en cambio, las filas rara vez se respetan, el sistema de transporte colapsa y los escenarios —como en el caso del Coliseo Medplus, el Hipódromo de los Andes o el campo del golf en Briceño— parecen escogidos para que la gente llegue tarde al concierto o no regrese a su casa, sino hasta el día siguiente.
Mientras, en Buenos Aires, por ejemplo, el servicio de buses funciona las 24 horas y garantiza que los que salen del concierto tengan una opción. En Bogotá, Transmilenio parece esforzarse por cerrar lo más temprano posible para evitar la avalancha de usuarios y que, seguramente, muchos se cuelen. Salir de El Campín o del Movistar Arena después de un concierto es una odisea. Difícilmente el sistema público extiende su horario, a pesar de que el transporte es un derecho de la ciudadanía, y conseguir un taxi es un acto de fe, más cuando muchos conductores cobran lo que les place viendo la necesidad de los fanáticos.
Las cuatro veces de Iron Maiden en Colombia son un indicador de que el país ha madurado en cuestión de eventos, pero —sin lugar a dudas— aún tiene mucho camino por recorrer.
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