Entre las empresas del sector que tomaron esta decisión figuran Ford, Honda, Volkswagen y BMW, que decidieron en julio acordar con el estado del sudoeste, motivando a otras compañías a hacer lo mismo.

“Mi propuesta a los constructores de automóviles políticamente correctos haría que el precio medio de un auto se redujera en más de 3.000 dólares, y que los autos sean más seguros. Los motores funcionarían mejor. ¡Muy escaso impacto sobre el medio ambiente! ¡Dirigentes tontos!”, tuiteó el presidente en la mañana del miércoles.

Según él, los fundadores de Ford y General Motors deben estar “retorciéndose” en su tumba ante “la debilidad de los dirigentes actuales que están dispuestos a pagar más por un vehículo más inseguro y peor que costará 3.000 dólares más a los consumidores. ¡Una locura!”, escribió posteriormente.

Trump acusó a las autoridades de California de querer conducir al sector “a la ruina”.

Según The New York Times, Mercedes-Benz está dispuesta a sumarse a sus competidores, al igual que otra empresa cuyo nombre no trascendió, aunque Trump sugirió en sus tuits que se trataría de General Motors.

Toyota, Fiat Chrysler y General Motors fueron convocados en julio a la Casa Blanca, donde un asesor les pidió que fueran solidarias con el presidente, señala el diario.

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El objetivo de las firmas, que representan 30% de las ventas de vehículos nuevos en Estados Unidos, es tener visibilidad durante varios años en el mercado nacional respecto a las normas sobre emisiones de CO2, en momentos en que se perfila una batalla judicial entre el gobierno federal y estados como California, que pretenden atenerse a los ambiciosos objetivos fijados por la administración de Barack Obama.

Trump propuso en 2018 eliminar la reglamentación adoptada por su predecesor para el período 2017-2025 en el marco de su plan climático. Las normas de Obama apuntaban a alcanzar un consumo medio equivalente a unos 4,7 l cada 100 km para los modelos nuevos de 2026.

El gobierno de Trump propone mantener los niveles actuales, es decir 6,3 l cada 100 km, mientras que el acuerdo californiano es una versión suavizada del plan Obama: los constructores ganan un año más para alcanzar el objetivo inicial, de 2025 a 2026, y tendrían mayor flexibilidad para reducir sus emisiones de gases con efecto invernadero (-3,7% por año durante cinco años, en lugar de -4,7% por año durante cuatro años).