La alegoría alusiva a los pequeños (y polémicos) taxis la usa Guillermo Puyana Ramos en El País, de Cali, para analizar el problema, pero al tema también se refieren Luis Carlos Vélez en El Espectador, Guillermo Santos en El Tiempo y los editoriales de los diarios económicos La República y Portafolio.

Puyana Ramos critica en su columna del diario caleño que el Gobierno haya preferido que sigan circulando los denominados zapaticos, pese a que son “la ilegalidad ambulante”. Este columnista los califica de “estrechos, inseguros, incómodos y malolientes”.

Para él, no es posible que esos vehículos estén calificados “bajo ningún estándar de calidad para proteger al pasajero o darle un servicio decente, cuando ni siquiera pueden transportar dos viajeros con maletas al aeropuerto porque el habitáculo es tan estrecho que no sirve para ese simple propósito”.

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Pero esos son apenas los aspectos de forma. Puyana Ramos sostiene que el problema de fondo del servicio de taxis sigue sin resolverse. “Además de la incomodidad y la inseguridad, la experiencia del taxi en Colombia es mala porque sus conductores forman uno de los gremios más desapacibles y agresivos que hay, porque son el eslabón final y débil de una cadena poderosa de reales propietarios que les imponen unas condiciones miserables de trabajo”.

“En el punto del servicio final no hay un dueño proveedor y un usuario, sino éste ante un arrendatario de un carro por horas”, explica Puyana Ramos. “El real dueño del taxi es una persona muy rica que tiene carros que alquila a conductores que no tienen nada. Y es así porque el negocio de los dueños de los taxis no es el servicio, sino el cupo […]. Ellos son los beneficiarios reales de las decisiones de la SIC y el Gobierno, no los conductores que siguen sometidos a unas condiciones miserables y a interactuar desde ellas con los usuarios”.

En ese sentido, Luis Carlos Vélez, en El Espectador, califica de “falso” el argumento que esgrimen los que apoyan la salida de Uber según el cual esa plataforma es competencia desleal contra los “pobres taxistas”. Explica que “hace rato que el negocio de los taxis dejó de ser uno de pequeños transportadores para ser de grandes conglomerados que tienen poderosas influencias en los controles y las regulaciones que los cobijan”.

“Jugar al discurso facilista de que se debe sacar a Uber para proteger a los conductores es demagogia”, escribe Vélez en su columna. “Más bien, lo primero que se debería hacer en pro de los taxistas es castigar con todo el peso de la ley a quienes no cumplen con las normas y exprimen frente a un timón, sin ningún tipo de garantías, a hombres y mujeres que no han encontrado otra posibilidad de sustento”.

 

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“No puede ser que los cavernícolas de este país sigan poniéndoles palos en la rueda a los emprendimientos, sobre todo porque gremios lo exigen”, lamenta, por su parte, Guillermo Santos en El Tiempo. “Deben entender las dinámicas del mundo digital y acoplarse a ellas. Si no, que empiecen a fomentar la venta de taparrabos”.

Y también se refirió a la seguridad: “¿Qué estará haciendo la SIC para garantizar que los usuarios de los taxis amarillos estén seguros y tranquilos cuando se suban a uno de estos?”, pregunta, y cita un informe de El Tiempo que estableció que “menos del 10 % de los carros que prestan este servicio en Bogotá cuentan con lo fundamental para la seguridad, o sea, frenos adecuados, bolsas inflables y otros elementos más”.

Pero, ¿quién es el músculo en el Congreso de esos poderosos empresarios? Aunque el país ya ha tenido varios indicios al respecto, Francisco Miranda Hamburger, director de Portafolio, los menciona con nombre propio en el editorial de ese diario económico.

“La inacción del Ejecutivo [la incapacidad de brindar seguridad jurídica a la economía colaborativa socava la agenda de transformación digital] está terminando por beneficiar a los taxistas que hoy no solo claman victoria sino que cuentan con poderosos aliados en el Congreso como los senadores Álvaro Uribe y Jorge Robledo”, escribe Miranda Hamburger.

“La salida de Uber no resuelve el problema que dio origen a este limbo: el pésimo servicio que prestan los taxistas en Colombia y la permanente inseguridad e insatisfacción de los ciudadanos”, agrega el director de Portafolio. “Al no brindar las soluciones regulatorias y legales, el gobierno Duque y el Congreso envían un mensaje de indolencia e indiferencia a los millones de usuarios del transporte. O lo que es peor, una señal de premio a quienes se oponen a los cambios tecnológicos y rechazan ceder sus privilegios y protecciones”.

Pero La República hace una reflexión que puede volver a preocupar al Gobierno como para que se vaya preparando, a los empresarios de los taxis que hoy se regocijan con la salida de Uber del país y a los políticos que sirven a sus intereses en el Ejecutivo, y que puede, por el contrario, dar un aliento a los emprendedores tecnológicos y a los usuarios que reclaman un buen servicio.

“La historia empresarial está sembrada de cadáveres corporativos a lado y lado del camino hacia el desarrollo, por lo que no hay que temer la inminente entrada en una nueva era de la movilidad en Colombia luego del intempestivo retiro de nuestro mercado de multinacionales como Uber y Lime”, advierte este diario económico en su editorial. “La herencia que deja Uber es enorme, pero será remplazada en cuestión de días pues ya sensibilizó sobre una nueva manera de hacer encontrar la oferta con la demanda en el transporte público”.

Si bien ese medio cree que el Gobierno “actuó con coherencia institucional” al sancionar y cerrar Uber, asegura que la esencia de esa plataforma “llegó para quedarse […]. No es el apocalipsis que Uber y Lime se vayan y que Picap sea obligada a reformarse, es sólo el comienzo de una nueva era más formal en donde las empresas que vengan a prestar esos servicios lo hagan con todas las de la ley”.