Pelé para ese entonces tenía 35 años en esa época, y daba sus últimas pinceladas de fútbol en el Cosmos de Estados Unidos, estaba en la cima de la fama y era reconocido como el duro de los duros, todo un maestro con la pelota, por su gran desempeño, sus gambetas e increíbles golazos.

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La ciudad de Bucaramanga estaba viviendo un carnaval con la visita de este personaje que les llenaba de gozo el corazón. La llegada de este ídolo paralizó la ciudad e incluso del regocijo de su visita le prepararon una caravana que cubrió la calle conocida como ‘La Bonita’ y que finalizó en el Parque García Rovira, donde recibió las llaves de la ciudad de manos del alcalde de la época, Jorge Reyes Puyana.

El ‘astro’ mundial compartió con los santandereanos lleno de carisma y amabilidad, incluso alcanzó a filmar miles de autógrafos para sus aficionados. Tampoco podía perderse el manjar de esta calurosa tierra, la hormiga culona.

En la jornada, Pelé jugó al balompié, compartió con otros dos históricos del fútbol de esta tierra, Hermán ‘El Cuca’ Aceros y Américo Montanini.

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También obsequió 25 balones autografiados a quienes asistieron al evento en las gradas del Alfonso López, en una recaudación que sirvió para la beneficencia. El valor de la boleta fue de 5 pesos en la tribuna oriental y 10 pesos en la occidental.

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Por otra parte, también manifestó a algunos medios de comunicación que en tiempos posteriores no jugaría más con la selección “Nunca volveré a vestir la camiseta del Brasil en un Campeonato Mundial. Llevo 20 años jugando fútbol y ahora estoy en turno de enseñar. He sido llamado por Brandao para militar en la Selección de mi país, pero no tengo el mínimo interés en ser jugador, ni auxiliar, ni entrenador”, dijo Pelé.