La mujer contó cómo un trámite tedioso terminó en una anécdota sorprendente. Ella había alquilado una casa en la localidad de Funes, cercana a la ciudad de Rosario (allí queda el condominio en el que vive Messi).

Molina relató que el lunes posterior a Navidad tenía que sacar las últimas cosas de la casa de alquiler para volver a su vivienda en Rosario. Ella les preguntó a sus 4 hijos si querían acompañarla, pero todos le dijeron que no.

Esta es parte de la historia, contada por uno de los hijos de la mujer:

Así las cosas, la mujer partió de Rosario a Funes solamente acompañada por su novio, Tatín, detalló el medio argentino Infobae.

Después de recoger todo en la casa de alquiler, el novio de Molina le preguntó si podían pasar a saludar unos amigos de él que viven en el condominio Kentucky (el mismo de Messi).

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Luego de visitar a sus amigos, la pareja salió y se encontró ni más ni menos que con el flamante campeón del mundo e ídolo absoluto de la ‘Albiceleste’.

Molina contó que Messi los invitó a la sala de su casa y allí se tomó varias fotos que comprueban el encuentro. El ‘10‘ también les firmó varias camisetas a la pareja.

“Nosotros no queríamos invadir ni nada de eso. Les preguntamos a los de seguridad y ellos fueron a preguntarle [a Messi]. Él ahí abre la puerta de nuevo y dice ‘Vengan’ y mi novio salió corriendo, llorando. Yo me quedé helada y el chico de seguridad me decía ‘Dale, andá que te llamó'”, contó la mujer a ese medio argentino.

Ya adentro de la casa del ’10’, Molina y su novio se tomaron varias fotos con Messi y con su esposa, Antonela. Ella dice que le sorprendió la amabilidad de la pareja más amada en Argentina por estos días.

“Yo no quería entrar a la casa, mi novio entró y lo abrazó, lo besó. No te puedo explicar la calidez y la humildad de ellos, re tranquilos y amorosos. Fue un minuto, eh. Yo no quería ni tocarlo, para no invadirlo”, confesó Molina.

Apenas salieron de la casa de Messi, la mujer mandó las fotos a sus hijos y estos no podían creer de lo que se habían perdido por no haber querido acompañarla al trámite que acabó en anécdota.

“Me hubiese ‘shockeado’ y hubiese llorado, pero seguro le hubiera agradecido, y nada, decirle que es el mejor de todos los tiempos. ¿Cuánto me arrepiento? Del 1 al 10… 2.000”, contó uno de los hijos de la mujer.