Si comparamos la expectativa de vida actual con la de nuestros antepasados hace 500 años, seguramente sentiremos alivio por el privilegio de una vida más longeva. Si bien es cierto que vivimos más tiempo, lo hacemos con la compañía de varias enfermedades que nos limitan e incapacitan.

El grupo de las enfermedades crónicas como: obesidad, dislipidemia, hipertensión arterial, infarto agudo de miocardio, cáncer, diabetes, accidentes cerebrovasculares y sus complicaciones, representan la mayoría del gasto de los recursos públicos.

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¿Cuál es el panorama de las enfermedades crónicas en el mundo?

Según cifras de la Organización Mundial de Salud (OMS), las enfermedades crónicas son la causa de muerte de 40 millones de personas anualmente en todo el mundo. Estas patologías representan un reto para los sistemas de salud y son catalogadas como de alto costo debido a requieren de intervenciones costosas, del acompañamiento de especialistas y medicamentos permanentes.

El panorama para los países de Latinoamérica no es diferente. Un informe presentado por la Organización Panamericana de la Salud declara que, en México ,se calcula que, si la diabetes y la hipertensión siguen aumentando como se ha proyectado, el presupuesto sanitario tendría que incrementarse entre un 5 % y un 7 % cada año.

Según una investigación desarrollada por la Universidad Icesi, en el año 2016, en Colombia, fallecieron 16.076 personas por cuadros de ataques al corazón y otras enfermedades cardiovasculares. También se declara que, en el año 2014, un paciente con una sola enfermedad crónica costó 2.6 veces más que un enfermo agudo (de corta duración) y uno con dos enfermedades crónicas 5.8 veces más.

Estos datos evidencian que hoy existe una oportunidad de cambiar las políticas en salud pública ya que se tiene un conocimiento del origen de estas enfermedades y todos los factores que facilitan su aparición.

La premisa de la medicina funcional es la optimizar los recursos a partir de la prevención, la modificación de estilos de vida más saludables puede ayudar con esto; como también identificar y abordar oportunamente las disfunciones fisiológicas antes de que se instaure la enfermedad.

¿La medicina funcional ayuda a reducir las enfermedades crónicas?

Para entender mejor este modelo de pensamiento, el doctor Javier Galvis, médico especialista en medicina interna y primer médico latinoamericano certificado internacionalmente por The Institute for Functional Medicine, IFM, nos compartió su opinión sobre las necesidades y oportunidades del sistema de salud.

El doctor Galvis considera que, incorporando la medicina funcional, un modelo de pensamiento médico que permite encontrar la causa-raíz de las enfermedades, en las políticas de salud pública sería posible reducir los costos de servicios de salud hasta en 5 billones de pesos al año.

De hecho, en algunos países ya se han implementado modelos con el enfoque de la medicina funcional en menor escala, evidenciando un ahorro del 30 % en la atención del gasto en salud. Este ahorro sería el resultado de disminuir la población con enfermedades crónicas, y consecuentemente, aumento en la productividad, menor tasa de mortalidad e incapacidad.

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“Si te enfocas en los hábitos de estilo de vida de cada paciente, mejorando el sueño, la nutrición, la actividad física, el manejo del estrés, las relaciones y los vínculos sociales; vas a regular el 80 % de las causas que generan enfermedades crónicas”, dijo

El Dr. Galvis agrega que: “La medicina es una sola por lo que el objetivo siempre será el mismo: lograr la salud y curar la sociedad. Por ello es necesario implementar en la formación académica los fundamentos de medicina funcional desde pregrado y en todas las facultades”.

Por otra parte, aclara, que es necesario un mayor protagonismo de la nutrición y la creación de hábitos en estilo de vida saludable en toda la población, especialmente, en los niños. Otro aspecto importante es la creación de políticas en salud enfocadas en el control de los sistemas de producción y transformación de alimentos, en el fomento de la actividad física y el manejo de estrés, lo que se resume en cultivar el autocuidado.

En conclusión, las políticas de salud pública actuales como el incremento de impuestos a productos derivados del azúcar, al tabaco y al alcohol solo imponen más cargas al sector privado y no han demostrado un impacto positivo en los hábitos de las personas. Entonces, ¿Qué tal si mejor se enseña a las personas a tomar mejores decisiones de alimentación y a empoderarse de su salud desde la infancia?