Hoy en día las aves y las frutas tienen un camino en común: las aves frugívoras ayudan a las plantas a reproducirse esparciendo semillas en sus excrementos. Pero, ¿cuándo comenzó eso? ¿En qué momento las aves comenzaron a comer frutas?

Un grupo de científicos de universidades de Estados Unidos y Reino Unido acaba de confirmar la evidencia fósil de consumo de frutas en un ave más antigua que se conozca. Se trata de un ave conocida como Jeholornis que vivió en China en el Cretácico Inferior, hace unos 120 millones de años.

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Los científicos escanearon y reconstruyeron un cráneo preservado de Jeholornis y lo compararon con los cráneos y las mandíbulas, de las aves modernas, incluidas las especies que muelen semillas, las especies que rompen semillas y las especies que comen frutas, dejando las semillas enteras.

Los análisis no pudieron distinguir, en un primer momento, entre el animal que muele las semillas y el animal que come las frutas, pero posteriormente se compararon los restos de semillas encontrados dentro de los fósiles de Jeholornis con las semillas consumidas por las aves modernas. Y hubo luz verde.

Las semillas fosilizadas estaban intactas y no mostraban evidencia de molienda. Esto sugiere, dice el estudio publicado en eLife, que Jeholornis comía frutas enteras durante al menos parte del año.

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Esta es la evidencia más antigua de consumo de frutas en cualquier animal”, le dijo Jingmai O’Connor, curador asociado de reptiles fósiles en el Museo Field de Chicago y coautor del nuevo artículo de eLife, al medio especializado Phys.

“Las frutas son un recurso increíble con el que todo el mundo está familiarizado, y las plantas que las producen están en todas partes, pero no siempre fue así. Este descubrimiento sobre cómo y cuándo las aves comenzaron a explotar este recurso podría ayudar a explicar por qué este tipo de plantas son tan dominantes en nuestro paisaje actual”, agregó O’Connor.

Jeholornis vivió en una época en la que el mundo estaba entrando en una fase llamada Revolución Terrestre del Cretácico, que se caracterizó por una explosión de nuevas especies y una expansión tanto de plantas con flores como de aves. “Este hallazgo abre nuevas vías para que los científicos exploren cómo las plantas y las aves podrían haber evolucionado juntas”, dicen los científicos en el estudio.