Un hombre de 43 años, John Fitzherald, dedicado a las artes plásticas, decidió protestar por las masacres que se habían presentado en el país. Se cosió la boca para que el Gobierno accediera a hablar con él, de lo contrario, él mismo, se dejaría morir. Se instaló en una pequeña carpa en la calle 19 con carrera 4, en Bogotá, el mismo lugar donde Dylan Cruz, un estudiante que protestaba, fue asesinado por un agente del ESMAD el pasado 25 de noviembre.

Para alentar su protesta, Fitzherald usó el hashtag #MeCosiLaBocaxLaPaz. Ante la situación, miles de personas comenzaron a publicar la iniciativa del artista a través de redes sociales, pero al día de hoy no se sabe qué pasó con el hombre, pues el movimiento fue tan efímero que perdió rápidamente su importancia ante la opinión pública.

Según la página oficial del ministerio de tecnologías de la información y las telecomunicaciones, “el activismo digital es la práctica ciudadana que defiende causas e ideas comunes, encaminadas a buscar el bienestar de un grupo social por medio de los elementos que brinda Internet, tales como las redes sociales”, y son muchas las organizaciones que trabajan para que este se convierta en una herramienta de poder ciudadano.

Sin embargo, miles de movimientos surgen a diario en las redes sociales y muchos pierden vigencia en menos de un día. Frente a esto, Sebastián Villate, miembro fundador de @Activistaco, cree que el problema radica en no pasar de ‘la indignación a la acción’ y conectar mediante causas que son las banderas que representan los movimientos activistas. “Desde lo digital logramos hacer ese ‘click’ con las personas que quieren sentirse parte de estos movimientos y luego la idea es poder pasarlo a la calle, donde se genera el verdadero impacto”.

Activismo en tiempos de pandemia

En la pandemia los movimientos y peticiones cada vez se pasan más hacia las redes sociales, a Internet y a las plataformas digitales. Según la coordinadora de comunicaciones de dirección de apropiación de TIC en Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Isabel Salas, este comportamiento se debe a la necesidad de hacer uso del ejercicio de participación que promueve el activismo mediante plataformas digitales, y más aún cuando se siente estar aislado del mundo.

Un ejemplo de estas plataformas digitales es Change.org, una organización que, desde hace 6 años, se dedica a hacer que las causas se visibilicen en Colombia. Esta página funciona como mediadora para difundir peticiones y actuar fuera de la virtualidad. Su herramienta principal es el sitio web Change.org, en el que cualquier ciudadano, en cualquier parte del mundo, puede iniciar una petición para hacer realidad un cambio que quiera ver.

Al respecto, el director de Change.org en Colombia, Jonatan Rodríguez, pone como ejemplo un reciente movimiento que están apoyando, llamado #DefenderLaLibertad, que busca una reforma estructural de la Policía Nacional por los recientes acontecimientos con víctimas mortales, como el caso de Javier Ordoñez.

“Decidieron iniciar una petición para que se haga una reforma estructural en la policía por todos los hechos que ocurrieron hace poco. Nuestro rol es visibilizar su causa, más de 30.000 colombianos se han unido a la petición”, explica.

Frente a esto, Angélica Zambrano, diseñadora gráfica y miembro activa de Brigada Digital, dice que el incremento del activismo digital en tiempos de pandemia se debe a que “pasamos del contacto directo al contacto en línea. Así que, quienes no eran muy fanáticos de las redes sociales, les ha tocado acoplarse a este tipo de medio”.

No obstante, es importante aclarar que muchos movimientos se han visto afectados por la pandemia al no poder llevar las manifestaciones a las calles, pues quienes las promueven de manera responsable no se arriesgan a un contagio masivo por aglomeraciones.

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Espectador pasivo

Según el libro ‘Arden las Redes’, de Juan Soto Ivars, la sociedad vive en un linchamiento continuo frente a las personas que quieren hacer uso de su libertad de expresión y luego de destruirlas, desde la comodidad del anonimato los cibernautas las dejan ir para buscar nuevas víctimas. Esto hace referencia a la rapidez con que una persona puede mostrar su apoyo o indignación frente a una idea por un segundo y olvidarlo al siguiente cuando ve la foto de su artista favorito.

Muchas veces las personas no actúan por ignorancia y otras veces por falta de voluntad. Merly Silva, activista, señala que por mucho tiempo fue espectadora pasiva indignada de lo que pasaba, pero luego comenzó a ver que muchas causas necesitaban voz y decidió actuar: “@Merlysilva_activista en Instagram nace como una iniciativa de alzar la voz, pero desde la academia y el derecho”, agrega con emoción al saber que pasó de ‘la indignación a la acción’ como lo mencionaba antes Villate.

Elisa Iglesia, en un artículo para AyudaenAcción, habló de la importancia del hashtag #MeToo para el activismo digital. “El movimiento #Metoo no solo ha promovido que muchas mujeres de ámbitos diversos se atrevieran a denunciar casos de violencia y acoso, sino que también ha situado la lucha contra el acoso sexual en el foco de la agenda política”. Esta iniciativa se aplicó en muchos países empoderando al movimiento y a las mujeres, hoy en día es recordada y aplicada.

Hay iniciativas que toman más poder que otras gracias al impacto social que representan, si bien muchas propuestas son desapercibidas por los cibernautas, cada vez más personas se ponen la tarea de enfrentar la realidad fuera de las pantallas.

Movilización, más allá de las redes sociales

Uno de los logros más significativos de Change.org fue lograr que el Tribunal Superior de Bogotá, aceptara que Uber se quedara en Colombia luego de recoger 605 mil firmas de colombianos. Plataformas como  Change.org, Oiga.me o Avaaz.org se han beneficiado de estos resultados, ya que cada vez más personas confían en su labor.

Además, En Tic Confío, una iniciativa del Ministerio TIC para ayudar a las personas a desenvolverse e interactuar responsablemente con las tecnologías de información, señala que hay agentes que pueden promover una mayor eficacia. “Las iniciativas de activismo digital se dan de manera espontánea, pero también son promulgadas por el Estado para promover diferentes causas”. Este es el caso de Brigada Digital, idea que surge del Ministerio de Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones para hacer un uso responsable y solidario de las destrezas digitales, promoviendo la cooperación y colaboración en intereses de personas y comunidades del país.

Personas que han hecho parte de la Brigada, confirman su labor. “Cuando empecé en la Brigada Digital, llegué como periodista. Al conocer las causas sociales el tema me enamoró y creé con una amiga Aulas de paz. En el primer año mandamos 300 kilos de útiles a niños en una zona vulnerable de Plato, Magdalena”, cuenta Angélica Zambrano.

Edgar Villabona, bloguero del portal Eltiempo.com, se refiere a Brigada Digital como una especie de “bola de nieve que mueve contenidos relacionados con un tema, una causa social o una manifestación, y que hace una medición del país a través de redes sociales identificando problemas y proponiendo soluciones con el fin de ser más democráticos y solidarios entre los ciudadanos”.

Para los activistas, una sociedad que no protesta es una sociedad sin voz. La realidad no se puede cambiar a menos de que se usen las herramientas indicadas.  “El activismo digital está para quedarse, es una nueva herramienta en la que la gente se organiza, se moviliza, genera visibilidad, se enfrenta al escenario digital para que cada vez haya más personas que apoyen sus causas”, afirma Jonathan Rodríguez, director de Change.org.

Hoy, el activismo digital da la oportunidad de formar un eco que traspase fronteras. Los logros de empresas dedicadas a visibilizar las causas se reflejan en el incremento de personas que firman o comienzan una petición. Por ejemplo, Change.org aumentó un 200% en el número de personas firmantes respecto al 2019 y ha logrado 91 victorias este año. Esto demuestra que las personas pueden confiar en estas iniciativas y participar desde la comodidad de sus casas para obtener más unión, justicia y desarrollo en Colombia.

Autor: Valentina Gutiérrez Pulido

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.