El Telescopio James Webb captó la imagen detallada de la galaxia enana Wolf-Lundmark-Melotte (WLM), que está a tres millones de años luz de la Tierra, lo que hace que esté relativamente cercana en términos astronómicos. Esta también es una galaxia enana, lo que quiere decir que es una galaxia pequeña, compuesta por entre 1000 y hasta varios miles de millones de estrellas. Para hacer una comparación, la Vía Láctea está compuesta por entre 200-400 mil de millones de estrellas.

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La galaxia está ubicada en la constelación de Cetus y es uno de los miembros más remotos del grupo de galaxias locales que contiene la Vía Láctea. Justamente, su naturaleza aislada es una de las características que más llama la atención de astrónomos. Puesto a que no tiene interacciones con otras galaxias, incluyendo a la Vía Láctea, la galaxia WLM es útil para estudiar cómo evolucionan las estrellas en galaxias más pequeñas. 

“Creemos que WLM no ha interactuado con otros sistemas, lo que lo hace realmente bueno para probar nuestras teorías de formación y evolución de galaxias”, dijo en un comunicado Kristen McQuinn, astrónoma de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey y científica principal del proyecto de investigación. “Muchas de las otras galaxias cercanas están entrelazadas y enredadas con la Vía Láctea, lo que las hace más difíciles de estudiar”, agregó.

Hay una segunda razón por la que la galaxia es un objetivo de estudio interesante: tiene un gas muy similar al de las galaxias de universo primitivo, sin elementos más pesados que el hidrógeno y el helio. El gas en WLM ha perdido algunos de estos elementos debido a un fenómeno llamado vientos galácticos. Estos viene de supernovas o estrellas en explosión.

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“Podemos ver una miríada de estrellas individuales de diferentes colores, tamaños, temperaturas, edades y etapas de evolución; interesantes nubes de gas nebular dentro de la galaxia; estrellas en primer plano con picos de difracción de Webb; y galaxias de fondo con características ordenadas como colas de marea”, describió McQuinn sobre la imagen revelada por el telescopio. “Y, por supuesto, la vista es mucho más profunda y mejor de lo que nuestros ojos podrían ver. Incluso si estuviera mirando desde un planeta en el medio de esta galaxia, e incluso si pudiera ver la luz infrarroja, necesitaría ojos biónicos para poder ver lo que ve Webb”, agregó la investigadora.