Por: El Colombiano

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Este artículo fue curado por Juan Orduz   Ago 14, 2023 - 5:41 pm
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A sus 58 años, María Cristina Galeano recibió como una sentencia el diagnóstico de cirrosis –una enfermedad en el hígado– que le dio su médico en julio de 2022. Recordó los momentos en que no rechazó un chicharrón o un trago. Misma enfermedad que mató a ‘el hombre martillo’, una de las pocas personas en recibir la pena máxima en Colombia. 

En adelante, Cris –como le dice su familia– tuvo días de reposo obligado en hospitales mientras intentaban que estuviera estable. Sin embargo, cada vez que le daban salida se volvía a desmejorar, hasta que los médicos determinaron que lo mejor era hacerle un trasplante.

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Con esa decisión, tuvo que trasladarse de Cereté (Córdoba) a Rionegro (Antioquia) con su esposo. Allí debían esperar a que le llegara su “turno”. Pero para eso, un comité médico de especialistas debía determinar si era una paciente apta. El visto bueno le llegó a Cristina en junio pasado y desde entonces empezó el conteo regresivo que, en todos los casos, es relativo.

Lista de espera, no fila de espera

Ingresar a una lista de espera como posible receptor de un órgano no es lo mismo que estar en una fila en la que el primero en llegar entra de primero.

Así lo sostiene la exdirectora del Instituto Nacional de Salud –entidad a cargo de gestionar los trasplantes–, Martha Lucía Ospina. “No es una fila de espera en la que se hacen los procedimientos por turnos, sino que es una lista que se organiza por compatibilidad entre el donante y el posible receptor”.

La manera en la que se define esa compatibilidad parece hecho por la Inteligencia Artificial. Se trata de una aplicación web, creada en 2016, en la que confluye la información de posibles receptores de un órgano, donantes y prestadores de salud para los procesos de donación y trasplantes. Mismo año en el que se legalizó que todos los colombianos son donadores de órganos al morir. 

El algoritmo hace match –según variantes de tipo de sangre, edad, ubicación, órgano, esperanza de vida– con la persona de la lista que recibirá la llamada para el trasplante. La única interferencia humana es la de ingresar los datos precisos de los pacientes. En 2022, según el informe ejecutivo de la Red de Donación y Trasplantes del INS, había 3.663 personas en lista de espera, de los cuales 110 murieron y 1.171 fueron trasplantados.

Por eso, Ospina agrega que “hay personas que pueden durar meses o años en lista de espera, como otras que duran una semana”. Como también lo explica la presidenta de la Asociación Colombiana de Trasplante de Órganos, Paola García, quien hace alusión a que “también influyen las condiciones clínicas del paciente: entre más anticuerpos (defensa del sistema inmune ante una amenaza) tenga, menos probabilidades tendrá de que le hagan un trasplante”.

“Los de hígado y corazón tienen una urgencia prioritaria porque son órganos que no tienen tratamiento alterno para vivir”, añade García.

En el caso de Cristina Galeano, solo tuvo que tachar los días de un mes del calendario hasta que la llamaran. Su trasplante se llevó a cabo en el Hospital San Vicente Fundación de Rionegro entre las 9 de la noche del 23 de julio y las 4 de la mañana del 24. Hasta la noche de ese día, su esposo, hija, sobrina y otros familiares pudieron verla en la unidad de cuidados intensivos.

Asoma la falta de medicamentos

La escasez de algunos medicamentos, que afecta al país desde octubre de 2022, también tiene repercusión en el trasplante de órganos. La Asociación Colombiana de Neumología y Cirugía de Tórax (Asoneumocito) y la Fundación Nacional de Trasplantados alertaron desde marzo la escasez de Tacrolimus, Micofenolato (que toman los trasplantados) y Perfadex (que ayuda a preservar el órgano).

Asoneumocito alertó hace un mes que cinco instituciones iban a cerrar programas de trasplante de pulmón por la falta de ese fármaco, lo que afectaba directamente a 60 pacientes que, según ellos, esperaban recibir un pulmón.

Por otra parte, la directora de la Fundación Trasplantados, Gloria Cecilia Calle, indica que esta escasez de cuatro meses generó “un estrés grandísimo en los pacientes” que se le sumó a la “lotería que es conseguir un donante, que el órgano sea compatible y que se adapte bien a su cuerpo”.

El Perfadex volvió a llegar al país el pasado 27 de julio, al menos en la Clínica Cardio VID de Medellín.

Entre tanto, el Tacrolimus aparece como medicamento “no desabastecido” en la última actualización (7 de junio) del listado de abastecimiento del Invima; el Micofenolato, entre tanto, está “agotado” en la EPS Sura, una de las que más ganancias tiene en el país, según un listado de junio pasado; y otra solución para la preservación de órganos –como el dimetilsulfóxido– está entre los medicamentos vitales no disponibles del Invima (del 1 de julio).

La vida de Cris Galeano –que hubiera quedado reducida a un 10 % de no ser por el trasplante– se salvó y ahora deberá seguir una medicación y dieta vitalicias para que su nuevo hígado funcione. Su presente muestra el eslabón final, y la mejor cara, de la cadena impredecible del trasplante de órganos en Colombia: un proceso en el que pueden existir cerca de 7.585 donantes potenciales al año.

Cuello de botella en la donación de órganos

Según datos del INS, al año hay 244.000 fallecidos en el país. De estos, el número de donantes reales se reduce por factores como que el 3 % ocurren en departamentos que no tienen acceso aéreo nocturno ni de corta duración por tierra, así como que solo el 26,7 % de las UCI a los que llegan tengan capacidad para conservar los órganos.

En 2021, de esa cantidad, 2.613 fueron posibles donantes; de estos, el 27 % (710) eran potenciales para donar; de este porcentaje, el 73 % (524) fueron elegibles (por las condiciones del cadáver); y de este último, el 51 % (268) fue donante. Un 10,2 % del total de posibles donantes y un 0,10 % del total de fallecidos anuales.

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