Hace algunas semanas puse un trino sobre los beneficios que algunos batidos de frutas y vegetales han tenido en mi. En cuestión de minutos varias personas, entre los que se encontraban nutricionistas, se indignaron por la recomendación que catalogaron como peligrosa.
No me sorprendió la oposición porque hoy encontramos tantas teorías nutricionales como equipos de fútbol. Ambas con técnicas que prometen excelentes resultados, con hinchas furibundos dispuestos a hacer lo que sea por defender sus ideales y claro, también detractores de todos los tipos, incluso, esos que no ven más allá de sus ojos y tienen la razón limitada por sus creencias.
No hay nada más peligroso que ser tan radical y si a esto le sumamos falta de respeto y tolerancia, hasta muertos llegan a haber. Valoro profundamente el papel que los nutricionistas juegan en la salud de las personas y estoy muy lejos de ser una. Pero, eso no me impide hablar de lo que hago para cuidarme y compartir todo lo que me funciona partiendo de la base de lo natural. Jamás recomendaría medicamentos o tratamientos que solo un especialista pueda indicar.
Pero, un batido de piña, limón y apio no necesita formula médica y tampoco va a matar a nadie, a menos que quien lo consuma tenga una alergia letal a alguno de esos alimentos. Y así como no mataría a quien lo beba, tampoco lo adelgazaría. Si alguien cree cualquiera de las dos cosas ¡apague y vámonos’!, como decimos popularmente.
Esos extremos nos tienen jodidos. No hay absolutos ni en la religión, ni en el fútbol, ni en la política, ni en la nutrición. Me atrevo a decir que no hay absolutos en nada. Y no los hay porque de cada credo, de cada equipo, de cada partido, de cada teoría y de cada experiencia hay cosas útiles y beneficiosas.
En mi caso, he tomado lo que me funciona de varias dietas y corrientes alimentarias y he logrado un equilibrio entre todas. Después de pasar por uno que otro radicalismo nutricional, entendí que es posible comer saludable y delicioso, sin dietas restrictivas y comprendido la alimentación como un proceso integral que, más allá de saciar nuestros antojos, nos proporciona bienestar.
He comprobado que hasta lo bueno en exceso resulta malo, que el vegano no es mejor que el que come bajo las pautas de la dieta cetogénica y que la alimentación del pasado tampoco fue mejor que la de ahora o viceversa. Todas tienen ‘puntos ganadores’ y lo mejor que podemos hacer es rescatarlos para hacer un hibrido que potencie el poder que la comida tiene en nosotros.
La semana pasada vi dos documentales en Netflix en los que se exponen las impactantes recuperaciones de pacientes con enfermedades críticas a partir de cambios en sus tipos de alimentación. En ‘What the health’ las personas dejaron de consumir productos de origen animal y basaron su ingesta en plantas y frutas. En cambio, en ‘The magic pill’ aumentaron significativamente el consumo de grasas y redujeron al máximo los carbohidratos y ¿qué creen? siendo dietas tan opuestas ambas fueron exitosas para quienes las convirtieron en hábito.
No te ‘cases’ con ninguna dieta, no satanices ningún producto, no des por hecho la opinión de nadie, consulta más de eso que te pareció interesante, prueba esto y también aquello porque solo así podrás comprobar si lo que dicen también funciona en ti.
Entre tanto, yo insistiré en mis batidos verdes, mis tortas sin harina, mis sustitutos saludables y mis consejos que se fundamentan en el poder de lo natural porque estoy convencida que no hay nada mejor, en cuanto a alimentación respecta, que lo que viene directamente de la tierrita a la olla y de la olla al paladar.
Sígueme en Instagram como @Pamrue y en @loamehealthymarket
Encuentra todas mis columnas dando clic en este enlace.
*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.
LO ÚLTIMO