A menos que uno sea Nairo o una persona con algo de reconocimiento público su caso cobra relevancia, de resto, olvídese de volver a rodar por un buen tiempo. Por ahora, les quiero contar lo que me pasó en mi propio conjunto, un lugar en donde supuestamente se está seguro, y en donde, finalmente, no es tan así.

Antes de entrar en materia, unos datos rápidos para contextualizar el problema. Un informe del Concejo de Bogotá que data de comienzos de este año y reseñado por RCN Radio (Ver más), muestra que el hurto de ‘bicis’ creció un 130 % durante el primer trimestre de este año con respecto al 2017. En ese periodo se reportaron 360 casos, mientras que este año se registraron 860, un aumento exponencial y desconcertante. Pero la relación entre estos hurtos, el pasivo papel de las autoridades y las empresas de vigilancia es un asunto para revisar con lupa.

Espero que a usted nunca le pase lo siguiente. Mi bicicleta de “alta gama” comprada con mucho esfuerzo, estaba guardada en el depósito que corresponde a mi apartamento, hasta que un día cualquiera ¡oh sorpresa!, habían violentado la cerradura. Como no pudieron romper el candado, lo hicieron con la puerta y se robaron la bicicleta.

Desafortunadamente, no todos los días revisamos estos espacios pensando que las cosas están seguras ahí, lo cual puede resultar siendo un craso error. La bicicleta desapareció como por arte de magia e inmediatamente reporté el caso tanto a la administración del conjunto como a la empresa de vigilancia Seguridad Explorer, quienes indicaron que lo estudiarían y me darían una respuesta pronto.

Tras presentar las denuncias y pruebas de rigor sobre la desaparición de la cicla, un mes después su respuesta fue negativa, alegando que desafortunadamente en el lugar donde queda mi depósito no existen cámaras y que por tal motivo no podrían responder. Es decir que, violentaron la puerta, se robaron la bicicleta y nadie se dio cuenta… Claramente hay gato encerrado en este caso, no puede ser que violenten una cerradura, un candado y nadie sepa ni note nada.

El día que notifiqué el robo fue el 23 de marzo y, de manera sorprendente, la Administración sacó un comunicado dos días después diciendo que no responderían por bicicletas que no estaban registradas, es decir, se hicieron los locos. Me pregunto, ¿el pago de servicios de administración no incluye la vigilancia? ¿Debo instalar una cama en el depósito para dormir allá y estar pendiente de las cosas por que los vigilantes no pueden? Qué cosa más absurda.

Pero no solo en los conjuntos residenciales se roban las bicicletas. En los parqueaderos supuestamente acondicionados para ello también suceden los atracos. Camila Bautista, amiga y colega comunicadora, le pasó un chasco con la reconocida droguería Farmatodo que dispone de parqueaderos para los ‘caballitos de acero’ en la mayoría de sus sedes.

A ella le robaron su bicicleta el pasado jueves 3 de mayo en el Farmatodo de la Cll. 103 con Av. 19 mientras realizaba algunas compras. La dejó asegurada al bicicletero dispuesto para los clientes y luego de 15 minutos la bicicleta ya no estaba. Al hacer el reclamo se encontró con una vigilante que mostró total indiferencia. “De hecho fue súper odiosa, me dijo “eso no es mi problema y se fue” relata indignada mi amiga Camila.

Luego el administrador del punto apareció, se disculpó y le pidió que escribiera su caso en una hoja, dejara sus datos y que se comunicaban pronto con ella, lo cual no ocurrió. A hoy no hay un mail, ni una llamada ni nada por parte de esta cadena de droguerías que factura miles de millones anuales y ni así es capaz de responder. Recurrir a las redes sociales tampoco funcionó mucho. Ella posteó la situación en Facebook y recibió la misma respuesta vacía: “Estamos estudiando su caso” fue uno de los muchos comentarios que recibió Camila, todos ellos sin mayor trascedencia. Hasta el momento, casi 20 días después, no han aparecido.

Ante estos dos casos vale pena preguntarse: ¿Para qué sirve la vigilancia privada en Colombia? ¿Vale la pena pagar administraciones costosas para que lo roben a uno y ni le den una respuesta seria? Esto si es realmente increíble. Uno no está seguro ni en su propia casa y el papel de las empresas de vigilancia deja muchísimo que desear.

En el caso de Camila se radicó un derecho de petición en las oficinas de Farmatodo con copia a la Superintendencia de Industria y Comercio, y en el mío estoy revisando una demanda ante el edificio y una queja formal ante la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada. A pesar de que no tenemos muchas esperanzas, esperamos que algo pase. Al menos, que usted como lector de este artículo, tenga mucho más cuidado con sus pertenencias. Como ya vimos, ni la vigilancia privada, ni mucho menos la Policía son prenda de garantía, lo cual nos pone en riesgo a todos.

Y ya sabe, ¡cuide sus pertenencias! Sencillamente, nadie más lo hará.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.