¿Cómo así que existe una novela con instrucciones para perderlo todo? ¿Qué es semejante disparate? Pues sí, existe; es más: es una de las obras más agudas, tiernas y divertidas que se han escrito recientemente sobre la clase media-alta urbana en Colombia. ¿Y qué hay que hacer, según el libro, para echar por la borda todo lo que se tiene? La respuesta es aún más delirante que la pregunta: simplemente ser uno mismo en una sociedad en la que cada vez es más difícil encontrar cómplices que nos miren a través del lente condescendiente del amor.

‘Cómo perderlo todo’ es una polifonía, un álbum con instantáneas de unos personajes a quienes les tocó vivir en Bogotá y en uno de los años más dramáticos de la historia reciente: 2016.

Sujetos que tuvieron que sobrevivir los desencuentros que suscitó el fin del proceso de paz con las FARC y el consiguiente alboroto de mentiras y medias verdades que suscitó el plebiscito; que miraron estupefactos la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y de Néstor Humberto Martínez a la Fiscalía General de la Nación; que un día despertaron con la noticia de en un barrio de la ‘alta sociedad’ capitalina fue violada y asesinada la pequeña Yuliana Samboní a manos de un niñato desequilibrado que lo había tenido todo en la vida; que oyeron las descabelladas noticias del Brexit y que observaron perplejos la caída de un avión con 77 personas, la mayoría pertenecientes a un equipo de fútbol brasileño, porque el piloto se quiso ahorrar una platica con el combustible.

Desde la primera página de esta novela, con la entrañable figura larga y torpe de un tal profesor Horacio Pizarro, los personajes desfilan en una montaña rusa de emociones.

Los protagonistas de ‘Cómo perderlo todo’ tratan de ser lo mejor de ellos mismos, nadie es malo ni bueno y ninguno es realmente enemigo o amigo; el papel que desempeña cada uno es producto de circunstancias y decisiones que apenas comprenden y que los demás ni siquiera intentan leer.

El resultado es una tragicomedia que no deja a nadie impune, y seguramente a usted tampoco, querido lector, si es que se decide a recorrer estas páginas.

El libro también es una reflexión sobre el papel que juegan entre nosotros las redes sociales, los teléfonos celulares, las plataformas digitales y toda esa irrupción de lo virtual en la vida privada. Alguna vez se creyó que toda esa parafernalia iba a traer felicidad, a comunicarnos más estrechamente y a facilitar la vida; algo de eso es cierto, pero también lo es que las redes hicieron que lo íntimo perdiera su dimensión y se volviera comidilla de la galería, que termináramos sentados ante un tribunal que cree que le debemos cuentas, que no conoce contextos, que no siente empatía y que no tiene ninguna autoridad moral para juzgar; redes sociales hambrientas de sabia vital con capacidad de traer reconocimiento social o de destruir de un plumazo cualquier reputación.

Y hay también en ‘Cómo perderlo todo’ una experiencia cinematográfica, un guiño velado a una de las obras maestras del cine de todos los tiempos: La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock. No sé si la vieron: es la historia de un fotorreportero que se quiebra una pierna y queda atado a una silla de ruedas en su casa; en su convalecencia, el sujeto se dedica a mirar a su vecinos de edificio. Es precisamente ese papel de voyerista el que jugamos los lectores acá, ocultos con binoculares tras las seiscientas siete páginas del libro.

Y finalmente, ‘Cómo perderlo todo’ es una forma de ganar; no porque perder sea ganar un poco, como dicen que dijo el técnico Maturana, sino porque en esta tragicómica obra del maestro Silva Romero ha ganado la literatura y sobre todo, el lector.

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.