Los clósets, la ropa, los cepillos, los baños, los escritorios, el menaje, los muebles del comedor, los cojines de la sala, los floreros, el colchón, la cama… No es fácil imaginar que en una de mis fundas favoritas (un juego de cama con un duvet y dos fundas con el texto de un libro escrito en ellas), se llevaron todo mi dinero, joyas de oro, y todo lo que encontraron de bandejas y jarras de plata). 

En un país como Colombia, en una ciudad tan insegura como Bogotá, un abogado podría decir que no se trata de un hecho imprevisible, de hecho, ni siquiera improbable. Pero a estos malandros no hay alarma, reja, cámara o sistema de vigilancia, o celador, que los detenga. Superar el shock inicial de lo que me sucedió el fin de semana pasado, no fue tarea fácil, menos aún recoger, en compañía de mi padre, el desorden que dejaron y tratar de “limpiar” el desastre material y energético que dejaron a su paso. Me atacó por cuatro días el síndrome de la hoja en blanco. Pero hay que reponerse y sacar la cabeza.

El apoyo familiar y de la pareja son claves. La meditación también ayuda bastante. Sin embargo, hoy confirmo que una de las mejores terapias postraumáticas es, definitivamente, una buena historia: contada, leída, oída o vista. Esas historias que te permiten volar más allá de las realidades, y entender que lo bueno lo malo, lo feo, lo paradisíaco, lo grotesco, lo perverso, todo ello hace parte de la Vida, así, en mayúscula. Así que en estos días en que he ido encontrando el sosiego y en que he ido imponiendo mi propia paz a lo violento de un atentado a la intimidad – en medio de unas cortas vacaciones, he tenido el privilegio de disfrutar de varias novedades que, a continuación, comparto con ustedes. 

He leído nuevamente a la mexicana Guadalupe Nettel, y me convenzo de que es una voz ineludible en el panorama latinoamericano. Su novela ‘La hija única’ (Anagrama, 2020) ha sido reveladora. Se trata de una novela sobre tres mujeres; Doris, Alina y Laura, y su posición existencial frente a la maternidad. El relato es escrito por Laura, desde el rol de “amiga”, con sus reflexiones feministas y de rechazo responsable a la maternidad. Nos cuenta cómo Alina y su esposo deciden tener un hijo y, en medio del embarazo, son enterados de una enfermedad congénita del ser en curso y de que probablemente no sobrevivirá, frente a lo cual deben iniciar un doloroso proceso de aceptación y duelo. Y finalmente Laura nos cuenta la historia de Doris, su vecina, una mujer maltratada y abusada por el padre de un chico que a su vez es víctima de la depresión de Doris, pero a su vez, objeto de un sentimiento maternal que en Laura se ha despertado por él, una especie de apoyo y solidaridad que es indefinible para la misma narradora.

Nettel (Ciudad de México, 1973), es un tesoro de la literatura mexicana. Ha sido ganadora del premio de Narrativa Breve Ribera del Duero con el libro de cuentos “El matrimonio de los peces rojos” (2013) y del Premio Herralde de novela con “Después del invierno” (2014). Su obra ha sido traducida a más de 17 idiomas.​ Estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y, posteriormente, un doctorado en Ciencias del Lenguaje en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. En la columna pasada reseñé su primera novela “El huésped” y ahora, espero que disfruten de la última: “La hija única”. 

Me encontré también con la serie “Inés del alma mía” (Amazon Prime, 2020, RTVE/Boomerang/Chilevisión), una coproducción chileno-española, cuya protagonista, Elena Rivera, nos brinda una actuación arrolladora, como lo debió ser Inés en la vida real. Y Eduardo Noriega, que hace el papel de Pedro de Valdivia, no se queda atrás. En la serie, de siete capítulos se pone en escena la novela histórica de Isabel Allende, del mismo nombre, publicada en 2006. Y básicamente uno no puede dejar de acudir al libro original. Porque la historia es trepidante. Inés Suárez, (Plasencia, España, 1507 – Santiago de Chile, Chile, 1580) fue la primera mujer española en arribar a Chile en busca de su esposo, cuya muerte la dejo en estado de total desprotección. Inés hizo parte de la expedición de Pedro de Valdivia, que salió de Cuzco a Chile, y participó en la fundación de Santiago de Nueva Extramadura, (la actual Santiago de Chile). Su valentía fua ampliamente conocida al liderar la defensa de la recién fundada ciudad, durante el asedio mapuche de 1541, decapitando – al parecer con sus propias manos – a los principales caciques. Aunque hay una visión romantizada de una Inés que se forjó su camino con muchas dificultades, no podemos olvidar que se trató de una de las mujeres más crueles de la historia de la conquista en América.

Me encantan las películas infantiles, esas que nos devuelven a la inocencia y nos vuelven a lo básico, y me encontré con “Raya y el último dragón” y con “Luca”, ambas películas con finales felices y reconciliadores. Destaco de “Luca” (Pixar, 2021, director Enrico Casarosa) su maravillosa animación y su armoniosa música, una película aparentemente ligera con valores positivos y que no necesitó del romance acaramelado para lograr transmitir la valía de la diversidad, la importancia de la educación, y la amistad como proceso transformacional, todo ello en medio del inicio de la adolescencia – y natural rebeldía – de sus protagonistas. Eso sí nos encontraremos con un pueblito italiano preciosamente dispuesto y con pasta, mucha pasta…

Así que, por ahora, esto es lo que quiero compartir. Si a alguien le pasa lo mismo, lo cual puede ser bastante frecuente en Bogotá, no dude en acudir a las buenas historias, que no se deben confundir con las más profundas historias, ni las más esenciales historias. Con que sean buenas, basta y sobra.

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