Es un trastorno que puede llevar al infarto capital. Seguro ha descubierto los síntomas en el trancón, en el mal servicio de Transmilenio y del otro transporte público, en la inseguridad y en la elevada accidentalidad por cuenta de motos y peatones imprudentes que llega a ser agobiante, por decir lo menos.

Los terribles accidentes por entre calles, carreras y ciclovías, tan peligrosas para peatones y usuarios de la bicicleta, los promocionados o mal llamados bici usuarios, me obligaron a caminar grandes extensiones, con tal de no estar en un trancón, no coger un taxi en la calle, ni padecer en Transmilenio o los SITP provisionales desde.  ¿Le suena?

Cada vez es más demorado ir de un lugar a otro. Antes, la medida del Pico y Placa forzosamente funcionaba. Luego de que Petro la reversara, desconociendo el resultado del ejercicio con el cual la ciudad había aprendido a moverse sin dos de cada cinco carros, guardados toda la jornada, durante cuatro años.

La medida cumplió su vida útil, es evidente, y el discurso que se aprendió nunca fue realidad. De aquellos aires con menos polución que respirábamos, nada queda como dice la canción.

Sin embargo y apunto de discutir un nuevo Plan de Ordenamiento Territorial, los mismos de siempre siguen dictando la ruta ruinosa de la movilidad cero kilómetros; sino basta recordar a un tal Hidalgo, que siempre buscan como experto, de los áulicos del secretario de movilidad y del grupo de Peñalosa de siempre, que persisten en sus recomendaciones, cuando no en los mismos errores que padecemos.

No tenemos calles con la capacidad de mover tantos carros al tiempo. Cuando Samper era el presidente, los japonenses vaticinaron y advirtieron lo que hoy está sucediendo: el infarto de la ciudad. Condición que agravó otro exmandatario, el senador Álvaro Uribe, así se haga el loco. No será casualidad, sino causalidad, que acá en Bogotá, nunca ganó.

Muchas veces estoy en mi carro cero kilómetros, pero no porque esté estrenando, como anunciaban en mi infancia los carros nuevos, sino totalmente estacionado, al lado de motos que tampoco caben. He estado por más de dos horas cuando empieza la tarde y, cuando llega la noche, aún estoy en un trancón que va de occidente a oriente y de sur a norte en Bogotá. A veces se me ocurre que los publicistas del siglo pasado, lo que hacían era profetizar la inmovilidad del milenio con eso de carro cero kilómetros.

Sin exagerar. Un problema de lunes a domingo, porque de 5:30 de la mañana hasta las nueve de la noche lo he padecido a todas las horas. Paralizado en un trancón como a la gente que le tocó peregrinar sin fe kilómetros, y eso sin sumar los disturbios, marchas y plantones por cuenta de la ausente gestión de la Secretaría de Movilidad.

La pregunta para el alcalde Peñalosa no es otra: tres años después y ya para irse, a preparar su campaña presidencial que busca ser el sucesor de Duque y cuando nuevamente vamos a las urnas a votar por los mismos, ¿a quién le va a echar la culpa de lo que está pasando?

Eso sí, ‘Peñalosa’ son muchos temas. En las redes no le dan tregua, ni falta hace caricaturizarlo, su dialéctica audaz es inmejorable nunca ridiculeces.  Por ejemplo recuerdan cuando se preguntaba a sí mismo: “¿Qué es un ladrón? Un ladrón no es alguien que nació ladrón, no. Nadie nace ladrón. El ladrón es el que roba. Entonces, el que roba es un ladrón”, sentenció el burgomaestre.

Andrés Rojas

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Es más mula que una terca; corrijo, se dice es más terco que una mula, y cuando llega la despiadada crítica hace como que no es con él, y sigue con sus propósitos así la gente no los quiera y a muy poquiticos beneficien; o quizá sólo a sus más cercanos. Que un metro elevado, que un Transmilenio por la Séptima, que el cobro de la valorización para unas obras que no se verán ni en diez años, aunque no le importa volver a cobrarle otra valorización en menos de cinco años a los mismos.

Recuerdo la voz del ingeniero Jaime Ortiz, como si fuera la de la aplicación para celulares Waze, cuando decía que la ciudad bajó a su velocidad mínima llegando a estar infartada. El ingeniero Ortiz es experto en transporte público urbano, mi maestro en temas del metro, quien hizo posible la ciclovía dominical que todos los bogotanos disfrutan y que ha sido ejemplo para el mundo, y quien nos mostró el camino para desembolatar la ciudad, ruta perdida por cuenta de aplazar las líneas de metro que él ha proyectado.

Porque, hoy por hoy, la discusión no debería ser qué tipo de metro va o no; sino que estamos atrasados en contar con, cuanto menos, cinco líneas de metro; mientras las autoridades promueven como gran idea multar en cinco corredores viales a quienes anden a más de 50 kilómetros por hora. Y si bien parece un chiste, no lo es.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.