Esta semana se conocieron las apuestas de los partidos de cara a las elecciones de marzo de 2.022. Coaliciones de papel fueron incapaces de comprender que el cambio parte de la unidad, el trabajo colectivo es el que permitirá una transformación fuerte, en pie de lucha, para trabajar desde el territorio sin importar las diferencias entre unos y otros. Cálculos estratégicos en la asignación de escaños denotan la politiquería en la que los extremos de izquierda y derecha, e incluso los que ahora fungen de centro, son iguales, van por sus intereses mezquinos desde los que venden solo ilusiones. Opción respetable y democrática comienza a tomar fuerza con el voto en blanco, obligación de los colombianos es desenmascarar a sagaces políticos que camuflados van transitando entre partidos o movimientos y quieren seguir en el poder.
Injusticia social y económica que se perpetúa en Colombia es el resultado de candidatos que entienden y capitalizan un descontento social que estaba en el ambiente desde 2.019 y se agudizó con la pandemia. Doctrina miserable y retrógrada que quieren imponer los mamertos, y quienes se desmarcan para mostrarse de centro, teje el lastre que impedirá al país avanzar y desarrollarse en todos los campos; momento político, económico y social de la nación exige legislar pensando en la reactivación económica, más oportunidades de trabajo, y no en tantos subsidios como piden quienes viven de la ley del menor esfuerzo. En el Congreso deben estar quienes demuestren que tienen capacidad, liderazgo, generosidad, humildad y firmeza para luchar con transparencia por las causas comunes de los colombianos sin estimular más sectarismos, ni sembrar más odios.
Propuesta de candidatos del Nuevo Liberalismo, fracción de la coalición centro esperanza, es la materialización y reflejo de un secreto a voces: por un lado, periodismo militante, en crisis de credibilidad, que destapa sus cartas planificadas para dar un giro de 180º a su trayecto profesional; y, en el otro flanco, el adoctrinamiento desde las aulas universitarias, analistas “imparciales” con convicciones de renovación e ideas de cambio que encubren el adiestramiento ideológico. Estrategia de “renovación” que muestra a personas sin trayectoria política, pero detrás tienen el nombre de figuras que empujan votos para llegar al asiento legislativo. Proyecto político que dicen tener como alternativa a los personalismos se desdibuja al ver quiénes integran la opción del Partido Verde que lejos están de resolver un cambio en la forma de hacer política, continuidad de un imperfecto acuerdo de La Habana que mete el dedo en la yaga y acrecienta la polarización que vive el país.
Confianza ciudadana en una institución fundamental para la democracia, como es el Congreso, es atomizada por el Pacto Histórico que desde su discurso de odio pretende sumir a la nación en décadas de dolor. Costumbres políticas conexas a células urbanas, que se identifican como primera línea, impiden que se promulgue la reconciliación, el perdón y la construcción de una paz estable y duradera. Sórdido y ruin es el proceder de quienes usan y se burlan de las clases populares para lograr su objetivo, denuncia de las madres de los falsos positivos devela la casta de quienes chantajean con posesionarse solo si ganan la presidencia y sacan las mayorías en marzo. Juego de intereses que en la arena política le hace coqueteos a los Comunes en la construcción de un frente que busca apoderarse de los valores sociales, burlarse del dolor de las víctimas y aleccionar a sus verdugos.
Nuevo Senado y Cámara de Representantes distante está de renovar las costumbres políticas en Colombia, construcción de la verdadera democracia no puede estar ligada a los viejos hábitos personificados en Cambio Radical. Acción colectiva desde la incertidumbre de oportunidades no esperadas por noveles políticos que dicen trabajar duro para que el país tenga futuro, azar democrático en donde el que vota por indelicados los legitima, los justifica y es tan responsable como ellos. La nación está tan polarizada que para elegir aspirante toca escudriñar bien para saber quiénes realmente van a ser candidatos, partidos tradicionales como el Liberal o el Conservador, que salieron del radar del nuevo electorado, se oxigenan con marionetas que subestiman la inteligencia del constituyente primario. Maquinaria política requiere estructurar una propuesta que reivindique el respeto por las autoridades, los valores morales, las creencias religiosas y la seguridad ciudadana.
No menos cuestionable es el uso de deportistas, actores y figuras públicas que son aprovechados para refrescar la imagen desprestigiada de un partido como la U, la transparencia se perdió hace años y ahora pretenden dar un triple salto que les permita seguir en el ejercicio del poder. 15 años de cuestionables decisiones, nepotismo de oscuros demócratas que el oportunismo los llevó a la izquierda, pasan factura de contado a una colectividad que en los últimos tiempos siempre se ubicó en contra de los intereses del pueblo. Transfuguismo del que fue victima el estandarte de Juan Manuel Santos Calderón es la muestra de cómo se perdió la ética para hacer política en Colombia. Hace parte del paisaje un grupo que decía podía unir la nación y respetar la democracia.
Pecadillos que acompañan al centro y a la izquierda no son menos graves en la extrema derecha, delfines políticos y reinas hacen parte de una propuesta en la que lo que prevalece es la cantidad de votos que pueden aportar a la lista. Dominio en el Senado está peligro, seguridad democrática que puso a temblar a los delincuentes es solo el recuerdo de un pasado, base ideológica sustentada en un caudillo está pulverizada por el desgobierno de Iván Duque Márquez y las decisiones internas en las que se premió a quienes estaban afuera por encima de quienes han pertenecido desde siempre al partido. Defensa de la democracia, el empleo, la libre empresa, la familia y la legalidad, confrontación con un cacique que posa de salvador y sigue destilando odio a la institucionalidad son retos que no puede perder de vista el partido de gobierno.
Honrar la democracia, los derechos ciudadanos, el erario, la seguridad, el derecho al trabajo y la vida llaman a elegir bien, personas que luchen para establecer la seguridad jurídica que incentive las oportunidades de empleo. Respeto por las instituciones públicas y privadas, por las diferencias, la libertad, la propiedad privada son la base de un estado de derecho que requiere menos corrupción y gasto público, y más educación y unión para sacar el país adelante. Tan graves son las muertes de la primera línea como las bajas que sufre la Policía, Colombia requiere un sistema político que blinde de garantías el esquema republicano de la nación. Personas que impongan orden y un liderazgo sencillo son las llamadas a ganar estas elecciones, la nación está ávida de candidatos que acaben con la polarización, sujetos que representen la coherencia, experiencia y conocimiento de país sin vanidades y ambiciones.
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Peligroso es permitir que tome vuelo un populismo que se sustenta en políticos que no piensan, no proponen y no razonan, zorros demoniacos que se disfrazan de ovejas para servir de idiotas útiles a quien solo busca la destrucción social del país apoyado por un ejército de vagos, vándalos e ignorantes. Cambio para la nación está alejado del discurso incendiario engañabobos que solo dice lo que una manada de incautos quiere oír, táctica de campaña en la que hoy se expresa una cosa sabiendo que lo que se hará es completamente distinto. Delicado es permitir que lleguen unas mayorías al Congreso que faciliten el camino a quienes pretenden soterradamente una constituyente para no entregar el mandato en 2.026 e imponer una ideología que ya fracasó estruendosamente en Cuba, Nicaragua y Venezuela.
*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.
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