¿Cómo no preguntarse cuando vemos a miles de familias, en nuestras narices las veinticuatro horas durante los siete días mendigando y pidiendo en las esquinas de ciudades y pueblos desplazados por la miseria del vecino país?

No se si le pasa, que al menos en un momento del día, sufrimos con ese drama de millones que nos golpean en el vidrio pidiendo plata y aparece un desconsuelo tan real como lúgubre.

Y no es para menos. Las soluciones que demanda y espera el pueblo venezolano no están a la vuelta de la esquina. Porque si bien las salidas que se plantean no son remedios inmediatos, tampoco son soluciones, ni respuestas reales para los problemas tan graves que viven.

Aún cuando el señor Guaidó respaldado por muchos, menos por Rusia y China, le parezca muy positiva la salida del gobierno comunista con la caída de Maduro, el elegido por Chávez, lo que tiene sufriendo a todos no cambiará tan positivamente de un día para otro, ni en décadas, aunque la salida del gobierno chavista sea necesaria.

Andrés Rojas Franco

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Pero lo que quiero anotar es que todo lo que allí sucede, y que lamentablemente una buena parte del país acata, respalda y obedece, va ser muy difícil de transformar como muchos creen.

Recuperar el aparato productivo no se soluciona cambiando de políticos.

Miremos a Colombia, ahora dando clases de algo que no conoce, o corríjame, pero desconozco un sólo lugar del país que sea un modelo de desarrollo, progreso, tranquilidad y que haya sacado de la pobreza a cientos de personas y repartido por igual las gigantes extensiones de tierra y riqueza del subsuelo.

Tenemos una particular sociedad que se divide en muy poquitos ricos, muchos pobres y una mayoría de clase media que compra todo en serie pues a todos nos gusta lo mismo.

Pero si se piensa bien, lo que ha pasado en Colombia por cuenta de los sofismas y los intereses de unos muy pocos, es y ha sido tan dramático como lo que ahora vemos en Venezuela o tal vez sea peor.

Estoy de acuerdo con aquellos que no quieren el régimen comunista que destruyó la riqueza del país más rico. Pero también con quienes se sienten algo apenados que un país como el nuestro que no ha podido solucionar nada de nada, que sigue siendo una de las sociedades más desiguales y violentas del mundo, quiera decirle cómo vivir a su hermano, a quien sedujo con el macabro embrujo del dinero fácil y el narcotráfico.

Y vuelve y juega, una vez más, la misma pregunta: ¿Por qué ha sido imposible que en los pueblos de Suramérica y especialmente en Colombia, un país inmenso y lleno de gentes que han sufrido todo tipo de violencia no se pueda vivir en paz y con pleno desarrollo?

La respuesta pasa por muchas cosas, pero principalmente, por que nuestra democracia es una mentira. Dicho esto seguimos en contiendas. Siempre de la mano del uribismo y los uribistas, de una izquierda que no es izquierda, de unos políticos que pasan por el bipartidismo y en el ocaso se dicen del extremo centro, mostrándonos un camino que le sirve solo a unos pocos y está plagado de errores.

Entre tanto los colombianos seguimos llorando muertos, ríos contaminados, una justicia que no le sirve a nadie, un sistema económico que nos tiene asfixiados en impuestos, una corrupción desbordada que nos deja caminando para atrás como el cangrejo y un país más polarizado que nunca. Solo nos queda reconocer que sí en Venezuela llueve, por acá no escampa.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.