Le pedí que se calmara, pero siguió vociferando: “¡Que el segundo nombre sea Laimpunidad! ¡Noa Laimpunidad! O no… mejor… mejor que se llame Noa Laelegibilidadparadelitosatroces!… Sí, mejor… mejor”.

Es muy duro un almuerzo con el padre de la novia, cuando se está en una orilla política opuesta. Tantas veces me he mordido la lengua, como si viviera en un régimen totalitario. Porque, claro, qué va uno a controvertir al suegro.

“El Farcsantos ese casi le entrega el país al castrochavismo. Imagínese… ¡al castrochavismo! Es lo peor que nos hubiera podido pasar”, decía él mientras yo respiraba profundo y pensaba: “Eso no es cierto, señor… Lo peor que nos ha podido pasar es que los niños se mueran en La Guajira, que la corrupción nos siga desangrando, que Maluma cambie de look sin consultarle a nadie… Eso sí que es grave, pues… a juzgar por el escándalo en redes sociales…”.

La perla que me sacó de quicio, con la que casi no puedo contener mi ira, fue cuando habló de las caras nuevas en el uribismo: “Lo bueno es que han emergido al poder personas jóvenes y carismáticas, que propenden por los buenos valores. Vea por ejemplo esta muchacha, linda ella, agraciada… ¿Cómo es que se llama? Mafesita Cabal. Linda e inteligente. Yo le digo ‘La Mafes’”.

Cómo discutir. Ya lo sabemos. No hay poder humano que pueda cambiar la opinión política de alguien. Lo intenté hace poco, en un contrapunteo que no llevó a ningún lado:

—Santos, a diferencia de Uribe, se retiró de la política y deja trabajar a su sucesor.

—Pues porque le da vergüenza dar la cara.

—Desmovilizó a las Farc.

—Cuál desmovilizó, si acabaron de atentar contra los policías.

—Eso fue el Eln.

—La misma vaina. Guerrilla es guerrilla; el que es no deja de ser; al pan, pan y al vino, vino; no me crean tan agua pasó por aquí, cate que no la vi.

—Ehh… ¿Eso qué tiene que ver?… ¿De qué habla?… Lo cierto es que ya los hospitales militares no están llenos de heridos a diario.

—Le acabo de decir. Atentaron contra los policías.

—Que fue el Eln.

—Al pan, pan. Ya le dije.

Es, por supuesto, imposible sostener una conversación así, pero no solo con quien es uribista, sino con quien es un fanático de la llamada centroizquierda.

Cuando el suegro es de centroizquierda, y el yerno es uribista

He viajado a un mundo paralelo, donde yo soy el suegro que votó por Petro o, en su defecto, en blanco. Mi yerno uribista acaba de contarme que su hijo, mi nieto, se llamará Noa. Sonrío, feliz, y le pido que me deje sugerirle el segundo nombre: “Laguerra… Que se llame Noa Laguerra”. He empezado a vociferar. Me han pedido calmarme, pero no puedo detenerme: “Mejor… mejor que tenga tres nombres : Noa Laguerra Deduqueyuribe… sí, sí… mejor”.

Pude ver que mi yerno se mordía la lengua para no contradecirme, porque, claro, cómo iba a discutir con el suegro. “Y qué me dice de la marioneta de Uribe”, agregaba yo. “Lindo el Duque ese clavándole impuestos a todo el mundo por derecha… Uy, qué apunte… la derecha clavando al pueblo por derecha… Buenísimo… Voy a poner un ‘tuíter’ con eso… Es lo peor que nos ha podido pasar. Si hay algo que preocupa a los colombianos es el aumento en el IVA a productos básicos”. Mi yerno, por supuesto, pensaba otra cosa: “Que no, hombre. Si ya habíamos quedado que lo que más preocupa a la gente es el cambio de imagen de Maluma”.

“Menos mal que han emergido voces sensatas, tranquilas y desapasionadas”, he proseguido. “Menos mal persisten líderes que se hacen oír con la fuerza de sus argumentos, y no con la gritería de su voz, como esta sardina… esta muchacha serena y delicada… Claudia López… esa… Y menos mal nos representan otros tantos que predican con el ejemplo, como este pela’o… Hollman Morris”.

El uribista de mi yerno, por una vez, intentó un contrapunteo conmigo. Mala idea.

—Pero suegro… El gobierno de Duque lo que quiere es que no haya impunidad.

—El gobierno de Duque quiere la guerra.

—No, todos queremos paz, pero sin impunidad.

—Volvió la guerra. Eso es lo que querían. ¿No vio la bomba a los policías?

—Fue el Eln, no la derecha.

—Una cortina de humo de la derecha para tapar el fiscal por derecha… Buenísimo, va otro ‘tuíter’

—Pero si el Eln reconoció el atentado.

—Cortina de humo.

—Suegro, el Eln sacó un comunicado. No me lo estoy inventando.

—Cortina de humo… Al pan, pan… Y punto.

Petro recibe fajos de billetes y yo termino despotricando de Paloma

He rajado tantas veces del uribismo, de su ceguera y fanatismo, que he pasado por alto mi propio sectarismo.

Me he burlado de lo negados que son para aceptar lo que a mis ojos es evidente: el mega-enriquecimiento de los hijos de Uribe durante sus ocho años de Gobierno; las “fake news” del Centro Democrático, nunca desmentidas en las cabezas de muchas personas; el mesianismo alrededor de una persona; la obsesión por destruir lo que no sea idea de ellos.

Y entonces un día me encuentro con el video de Petro recibiendo billetes en fajos. Lo veo tres veces y no me lo creo: “Debe ser un montaje… Sí, es una cortina de humo para tapar las desgracias del Fiscal… Qué coincidencia que ahora salga a la luz este video. Ahí están pintados los del Centro Democrático y la Paloma esa… Vieja gritona, jetisucia, asustacocos…”. Justo ahí paré. Por primera vez me di cuenta: “Petro recibe una tula de plata y yo termino despotricando de Paloma Valencia…”.

Insistí en mi tren de pensamiento inicial mientras buscaba más información: “No, no, no… Esa debe ser una persona parecida al doctor Petro. Si el doctor Petro tiene un perfil más bonito… Él es más elegante. Tiene más garbo… Desgraciados, manipuladores”.

Encontré información en la que se constataba que era él. Pero seguía negándolo: “Debe ser que jugaba Monopolio y le estaban pagando el alquiler en el Paseo Tablado, que es la zona más cara del tablero. Y si tenía hotel, es una millonada… Ahora Néstor Morales va a decir que Petro, por ser de izquierda, solo puede comprar la Avenida Báltica y tiene prohibido ponerle casas. No jodás. Ahhh… sí es plata de verdad… Dios mío… Bueno… ¿Y es que ahora no puede uno recibir efectivo para recargar la tarjeta del Transmilenio con 20 millones de pesos?”.

Ante las evidencias hice lo que cualquier uribista hubiera hecho durante el mandato de Santos: mirar para otro lado y ver en qué andaba el Presidente para criticarlo. Se me apareció la Virgen. Un titular de CNN decía: “Iván Duque es el presidente de Colombia más impopular en décadas”. Poco después apareció un video de él cantando una canción de Joan Manuel Serrat, junto al Presidente de Ecuador, en plena agenda bilateral. “Qué estúpido”, pensé. “Si lo que quiere es mejorar su imagen, que cante Cuatro Babys, de Maluma… Buenísimo… Voy a poner un ‘tuíter’ con eso. Voy a lanzar mi propia cortina de humo”.

***

Encuentre esta columna de @agomoso cada 15 días.

La próxima, el miércoles 27 de febrero: “Yo pensé que después de los 33 años todos madurábamos”.

Si se perdió las columnas anteriores, aquí están:

“No solo nos gusta aparentar, nos fluye sin siquiera darnos cuenta”

“Ver la vida a través de LinkedIn, tan frustrante como verla a través de Instagram”

“La Navidad es un tranquilo paseo de diciembre… para quien no tiene bebés”

“Mi papá es un hipócrita”

“Ser ateo es más difícil en las vacas flacas”

“Cambiar de peluquero en la misma peluquería… mala idea”

 

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.