Nuestro paladar está enfermo: es adicto al azúcar, a la sal, a las grasas, a los productos artificiales que rebosan los estantes de los supermercados. Somos esclavos del placer que nos provocan los sabores de las ‘chucherías’ y de la comida chatarra. No importa cuánto nos esforcemos por evitarlos, siempre volvemos a devorarlos, llenos de culpa y remordimiento.

Es una lástima que ni tú ni yo hagamos parte de esa minoría a la que la lechuga le sabe a gloria y los postres y fritos les provocan nauseas. Ellos aseguran haber nacido esbeltos y saludables hasta el final de sus días y lo presumen en redes. Mientras tanto, nosotros tendremos que armarnos de estrategias para lograr bajar de peso y sentirnos más vitales.

Para empezar, es necesario sanar nuestro paladar. Es decir, reeducarlo para que no eche de menos esos adictivos y perjudiciales sabores y se permita explorar otras opciones que también tienen sus encantos. Como cualquier cambio, al principio se sentirá extraño, pero terminarás acostumbrándote y amando sus resultados.

No se trata de hacer dietas excesivas, ni retos de 10, 20 o 30 días. Tampoco se trata de comer menos, ni de pasarnos el día entero sumando cada caloría que ingerimos. Se trata de un cambio progresivo en el que, sin radicalismos, empecemos a modificar nuestras costumbres.

Aprender a reemplazar alimentos e ingredientes tradicionales por sus versiones más saludables es una técnica que a mí me ha dado muy buenos resultados. Anota en tu lista de mercado este top 10 de sustitutos y empieza el cambo en tu próxima compra.

Mi top 10 de sustitutos fit para los ‘alimentos’ fat

  1. Cambia el azúcar (en cualquiera de sus versiones) por Stevia ¡PURA!

El mercado está lleno de edulcorantes artificiales, compuestos por un mix de químicos que terminan siendo basura para nuestro organismo. La Stevia PURA está, incluso, por encima de otras opciones, también naturales, como lo son la miel, el néctar de agave, la panela, entre otros.

  1. Cambia el pan de harina refinada, por el pan de germinados (cereales y/o legumbres)

Este último tiene un mejor perfil nutricional: más fibra, más proteína, baja carga glucémica y menos sodio. Otra opción saludable es el pan integral, pero para no caer en los engaños de la industria, es necesario fijarnos en la información de la etiqueta. El primer ingrediente que debe estar en la lista es harina integral. Si dice harina fortificada, harina enriquecida, o mezcla de harinas NO ES INTEGRAL. Están utilizando un nombre ‘disfrazado’ para hacernos creer que se trata de un pan distinto al de la harina refinada, pero no es así. Si bien les agregan vitaminas y minerales que soporten los procesos de panificación, al final es también un pan blanco.

  1. Cambia la leche de vaca por las ‘leches’ vegetales

El uso de hormonas y antibióticos en las vacas (las primeras, para aumentar la producción de leche; y las segundas para prevenir sus enfermedades) hacen que este alimento pierda beneficios nutricionales y, en cambio, genere problemas estomacales, entre otros. Por esta razón, las bebidas vegetales, en sus versiones más naturales, tienen múltiples ventajas como, por ejemplo, no contener azúcar agregada, tener muchas menos calorías y, desde luego, cero lactosa. Mis preferidas: la de almendras y la de coco.

  1. Cambia la sal refinada por sal rosada

La sal rosada del himalaya no contiene aluminio ni tampoco aditivos químicos como sí los tiene la tradicional. Además, la primera está enriquecida con un promedio de 84 minerales y se le ha comprobado múltiples beneficios entre los que se destacan la descongestión de las vías respiratorias, la regulación del PH del organismo, mejoras en el sistema circulatorio y el favorecimiento de la absorción de nutrientes, entre otras cosas. Si embargo, hasta lo bueno en exceso resulta malo. Modera su consumo.

  1. Cambia el chocolate tradicional por cacao

Aunque también se recomienda sustituirlo por la cocoa, si quieres un reemplazo premium lo mejor será optar por el cacao que es la versión más pura del chocolate. El cacao es uno de los alimentos más altos en magnesio y antioxidantes y, en sus diversas preparaciones, sacia de manera satisfactoria los antojos de dulce.

  1. Cambia la harina de trigo refinada por las harinas de coco, de almendras o de avena

Una cucharada de harina refinada es, para el organismo, exactamente igual a una cucharada de azúcar. Ambas disparan la insulina en la sangre y generan una sensación de ansiedad por comer más y más productos que los contengan. En cambio, las harinas como la de coco, almendras, avena y legumbres son ricas en fibra, grasas saludables, proteínas, antioxidantes y minerales, entre muchos otros beneficios.

  1. Cambia la pasta tradicional por la pasta de legumbres

Ni siquiera la pasta integral logra desbancar a las hechas a base de legumbres. Además de que no tienen gluten y son perfectas para los celíacos, cuentan hasta con 3 veces más de proteínas que las integrales, así como también potasio, calcio, hierro y magnesio

  1. Cambia la margarina por mantequilla clarificada

Las margarinas y mantequillas tradicionales son cero nutritivas y, en cambio, muy peligrosas. Son una fuente muy significativa de grasas trans por lo que aumentan los niveles de colesterol y con ellos las probabilidades de sufrir problemas cardiovasculares.

La mantequilla clarificada, en cambio, es tan saludable como el aceite de coco, ya que ayuda a mantener los niveles de colesterol sanos y mejora la absorción de las vitaminas A, D, E y K. Eso sí, al final es grasa y su consumo debe ser controlado.

  1. Cambia la salsa de soja por los ‘coconut’ aminos: aminoácidos de coco

Partamos de la base de que una cucharada de soja tradicional puede llegar a tener hasta 900 miligramos de sodio, mientras que los ‘coconut’ aminos solo 90. Además, no aportan calorías vacías y tiene propiedades antioxidantes que regulan la presión arterial y suben los niveles de colesterol bueno.

  1. Cambia las galletas de soda por las de arroz inflado

Las galletas de arroz lo único que contienen es arroz, un cereal natural. Son libres de gluten y lo mejor es que les puedes poner un complemento de dulce o de sal y quedan ¡De-li-cio-sas! Por su parte, las galletas de soda son solo harina refinada: carecen de fibra, nutrientes y minerales. En pocas palabras muchas calorías, poca alimentación.

Todos estos sustitutos saludables los puedes tener en tu alacena a tan solo un clic y, lo mejor, es que también encontrarás deliciosas y fáciles recetas para darle gusto a tu paladar -sin salirte de tu camino hacia una vida más saludable.

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.