De acuerdo con la Encuesta de Transporte Urbano de Pasajeros, realizada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en el primer trimestre de 2022 en el Sistema Integrado de Transporte Masivo de Bogotá se movilizaron 308’511.000 usuarios, arrojando que al mes 102’837.000 usaron tanto las rutas del SITP, como el Transmilenio y el cable aéreo para movilizarse en la ciudad. Sin embargo, ¿sabía que puede pagar parte del costo del pasaje reciclando?

Así como lo lee. Desde hace tres años está en marcha la estrategia Ecotransmi, proyecto que busca estimular la movilidad sostenible, ofreciendo recargar la tarjeta TuLlave a cambio de residuos aprovechables. Actualmente, por la entrega de dos botellas de plástico, latas o envases de tetra pack se reciben 50 pesos colombianos. Con 106 envases podría redimir un pasaje.

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Desde enero de 2019 a mayo de 2022, según las empresas Te Sirve y Ecobox (que operan las 14 máquinas que existen), se han recolectado 50.926 kilos de material aprovechable, producto del reciclaje de casi 100.000 usuarios, quienes a su vez se han beneficiado con 87.860 recargas, por un valor total de $57’109.550. No obstante, aunque los bolsillos de algunos capitalinos se han visto beneficiados y las cifras parecen alentadoras, al analizarlas con precisión se puede concluir que el programa no ha tenido tanta acogida.

Al tomar los datos generales y hacer un cálculo diario, las cifras son mínimas, comparadas con el flujo de 3,5 millones de usuarios que mueve el sistema. Estamos hablando de que cada día, en promedio, 81 usuarios reciclan 41 kilos de botellas a cambio de recargas para transporte, que suman $46.000. Es decir, casi dos de cada 100.000 pasajeros del Sistema Integrado aprovechan la estrategia. Si cada usuario reciclara dos envases diarios e hiciera el canje, estaríamos hablando de casi $175 millones en recargas.

Si bien son pocos los que se benefician del proyecto, lo cierto es que es un avance que aporta a la reducción de la contaminación. No obstante, es clave preguntarse: ¿Por qué no ha habido mejores resultados, teniendo en cuenta el gran potencial?

Según José Alejandro Martínez, docente de la Universidad EAN e integrante de la Asociación Mundial de Líderes Profesionales en Sostenibilidad (ISSP por sus siglas en inglés), se debe en gran medida a la poca disposición que se tiene de separar los residuos desde la fuente.

“En este tipo de estrategias se debe trabajar de manera previa y continua un proceso de educación ambiental, para que las personas tomen conciencia de que este material, al igual que cuidar el planeta, vale la pena. Se trata de inversiones a largo plazo que, incluso, puede que no generen rentabilidad, pero se avanza en el compromiso por el bienestar de todos”, afirma el experto, quien resalta la importancia que tienen las administraciones tanto nacionales como locales para dar continuidad a los procesos en materia de educación ambiental.

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Ecotransmi, según explica Mario Leonardo Nieto, subgerente de Transmilenio, cuenta con un triple impacto social: favorece al ambiente de la ciudad, a los sectores emprendedores en el campo de la reutilización de residuos y a los mismos usuarios.

“Es una iniciativa enmarcada en la responsabilidad social y cuidado ambiental de Transmilenio. Se ha convertido en una de las estrategias más fuertes para impulsar el reciclaje de envases posconsumo en Bogotá. Hemos hecho pedagogía para que niños y adultos aprendan cómo separar los envases, para darles una segunda vida y una adecuada disposición”, detalla.

Escenario en el que es relevante mencionar que, según el Observatorio de Residuos Sólidos de Bogotá, hasta junio de 2022 se generaron en la ciudad casi 8.061 toneladas de residuos sólidos cada día. De estas, el 18,8 % (1.513 toneladas) lo rescatan los recicladores de oficio, aspecto que ha aumentado progresivamente al pasar de 15 % en 2019 a 18 % en 2022.

El resto, es decir, 81,2 %, lo recolectan los operadores de aseo y terminan enterrados en el relleno sanitario Doña Juana (incluido material aprovechable que no separan en las casas), perdiéndose una multimillonaria oportunidad de cuidar el planeta. Si bien los avances son lentos, en lo que coinciden tanto el vocero de Transmilenio como el académico experto es en que la estrategia de cambiar botellas por recargas para el transporte público es un paso para reducir el impacto generado al ambiente.

Sin embargo, el profesor Martínez enfatiza en que no existe una cultura de cuidado que motive la separación voluntaria y esa debe ser compromiso de las carteras distritales, colegios, universidades y de las mismas familias. Porque, a pesar de la apuesta para reducir la huella de carbono en la ciudad, con más de 1.500 buses eléctricos y más de 2.000 a gas, sin el apoyo de las capitalinas y capitalinos, el cuidado del medio ambiente no será una realidad.