El editorial escrito bajo el título ‘Lecciones aprendidas’ (un espacio pocas veces abierto en este tipo de publicaciones) responde a la pregunta fundamental que hizo Coronell en el sentido de si el hecho de que Semana no publicara o retrasara (muchos lo han calificado de ‘engavetar’) la investigación sobre una política en el Ejército que podría favorecer el retorno de los falsos positivos, y que sí publicó The New York Times, obedeció a falta de criterio, negligencia o conveniencia política.
De acuerdo con Semana, la investigación comenzó en enero de este año, y reconoce que, hacia marzo, ya contaba con una “información publicable”, pero que quisieron “profundizar los hilos de la investigación, pues surgieron elementos adicionales a las directrices sobre las tropas”.
El no sacar a tiempo lo que ya tenían lo califica como su primer error. El segundo fue, según ese editorial, haber contactado al ex secretario general de presidencia Jorge Mario Eastman “como primera fuente, antes de hacerlo con el ministro de Defensa y el comandante del Ejército”.
El tercer error fue que “la investigación se extendió tanto que molestó a algunas fuentes y estas decidieron buscar otros medios y entregarles una parte de la información”, continúa el editorial de Semana.
Semana también anuncia que seguirá con la investigación sobre el tema y la publicará “cuando tenga la seguridad de que sus fuentes no corren peligro”. Y subraya: “Hubo varias fallas en el proceso, pero nunca conveniencia política”.
Como es natural el editorial no lo firma nadie, pero, en este caso tiene unas líneas con tono de amonestación para el director de la publicación: “[…] Creemos que reconocer públicamente los errores, en cabeza del director de la revista, Alejandro Santos, es necesario para aprender las lecciones del caso y fortalecer así nuestra manera de ejercer el oficio”.
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