Ángel Gabriel Delgado Villamizar, el niño que en más de una ocasión se extravió luego de quedarse dormido en los buses tras sus arduas rutinas de entrenamiento, y que se veía obligado a pedir ayuda para poder llegar a su casa, tiene en luto a la gimnasia de Colombia.
Cuando se le pregunta al seleccionador nacional Jairo Ruiz por Ángel Gabriel, el entrenador que es conocido por su temperamento recio y quien ha tenido la oportunidad de pulir a grandes diamantes de esta especialidad, de inmediato deja descubrir su lado sensible.
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Es tanto el dolor que lo embarga, como en este momento a los amantes de este deporte, que toma aire para poder hablar de su alumno.
Ángel Gabriel conmovió a la gimnasia del país tras fallecer el pasado domingo en su residencia, en El Zulia, municipio del que salía todos los días a entrenar, acompañado por una tía, rumbo a Cúcuta, capital del Norte de Santander. En las tardes se devolvía solo.
Según información preliminar, Ángel se broncoaspiró cuando se encontraba comiendo en una hamaca, pero su entrenador Ruiz aclaró este martes que la causa de su fallecimiento, según constataron las autoridades pertinentes, fue por muerte súbita.
“Era un niño muy humilde, no solo en lo personal sino en su parte social, demasiado pobre. Pero siempre fue sencillo, sumiso, callado, respetuoso, nunca se le vio decir una mala palabra. Jamás fue altanero. Vivía a 30 minutos de Cúcuta, y pese a las difíciles condiciones familiares, su disposición y actitud para aprender y mejorar en el deporte eran asombrosas”, comentó Ruiz.
Y prosigue: “Creíamos que se había broncoaspirado, porque estaba comiendo patacones con café, pero el dictamen médico arrojó muerte súbita”, aseguró el orientador, quien vivía sorprendido con el talento, avances y pensamientos del deportista que el próximo 23 de febrero cumpliría 13 años de edad.
Ruiz recuerda que le veía mucho parecido a Ángel Barajas (ganador de siete medallas de oro en los Juegos Sudamericanos de la Juventud, en Argentina-2022). “Su potencial era increíble, pero también sus pretensiones. Me impactaba lo que le decía a su padre, tenía mucha ilusión de ayudarlos a salir adelante. Para el Sudamericano de octubre pasado, en Ecuador, le hizo prometer a su papá que si se consagraba de nuevo campeón (ya lo había hecho en Bolivia-2021), este dejaba de fumar. Al final logró preseas de plata en paralelas y barra, no paraba de llorar, estaba inconsolable. Un mes después, en el Panamericano de Melgar, Ángel fue el ganador”.
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Ángel Gabriel empezó a practicar gimnasia desde los 6 años de edad. Era tanto su amor por esta especialidad, que hasta el año pasado estudió de forma virtual para tener un mejor rendimiento en el deporte. Se entrenaba de 7:00 a.m. a 3:00 de la tarde.
“El niño vivía más tiempo en el gimnasio que en la casa, quería ser un gran campeón, era muy disciplinado, un buen hijo y un ejemplo para sus hermanitas”, dijo Luis Alberto Delgado, casado con Betsabé (ama de casa), y padre de Ángel, Valentina, de 9 años, y Naomy, de 7.
Luis, quien se dedicó a la minería luego de tener que cerrar su panadería en 2020 por causa de la crisis económica que trajo la pandemia, siempre se las arregló para que su hijo siguiera firme por sus metas en la gimnasia, en la que ya contaba con más de 100 medallas logradas en distintos eventos. Era tan sorprendente su nivel y gratos resultados, que en 2021 fue elegido Deportista Revelación por Acord Norte de Santander.
“Me duele el alma, porque Ángel siempre fue un guerrero que no pudo disfrutar su niñez. Todo el tiempo estuvo estudiando, entrenando y nunca tuvo amigos aparte de los de gimnasia y el colegio. Este año habíamos decidido que estudiara de manera presencial y entrenara en la tarde”, le dijo Luis Alberto a Ómar Romero Güiza, periodista del diario La Opinión, de Cúcuta.
El deportista, que cursaba octavo grado en el colegio Marco Fidel Suárez, de El Zulia, anhelaba comprarle una casa a sus padres para que dejaran de pagar arriendo.
“Uno se quedaba asustado con los planes que tenía –relató Ruiz–, pero a la vez con la madurez que mostraba. Iba paso a paso, se esforzaba para entrar al programa de deportista apoyado por el Gobierno. Se proyectaba para ser un grande de este deporte, es dolorosa su pérdida”
Ángel Gabriel Delgado Villamizar, el niño que en más de una ocasión se extravió luego de quedarse dormido en los buses tras sus arduas rutinas de entrenamiento, y que se veía obligado a pedir ayuda para poder llegar a su casa, tiene en luto a la gimnasia de Colombia.
Cuando se le pregunta al seleccionador nacional Jairo Ruiz por Ángel Gabriel, el entrenador que es conocido por su temperamento recio y quien ha tenido la oportunidad de pulir a grandes diamantes de esta especialidad, de inmediato deja descubrir su lado sensible.
Es tanto el dolor que lo embarga, como en este momento a los amantes de este deporte, que toma aire para poder hablar de su alumno.
Ángel Gabriel conmovió a la gimnasia del país tras fallecer el pasado domingo en su residencia, en El Zulia, municipio del que salía todos los días a entrenar, acompañado por una tía, rumbo a Cúcuta, capital del Norte de Santander. En las tardes se devolvía solo.
Según información preliminar, Ángel se broncoaspiró cuando se encontraba comiendo en una hamaca, pero su entrenador Ruiz aclaró este martes que la causa de su fallecimiento, según constataron las autoridades pertinentes, fue por muerte súbita.
“Era un niño muy humilde, no solo en lo personal, sino en su parte social, demasiado pobre. Pero siempre fue sencillo, sumiso, callado, respetuoso, nunca se le vio decir una mala palabra. Jamás fue altanero. Vivía a 30 minutos de Cúcuta y pese a las difíciles condiciones familiares, su disposición y actitud para aprender y mejorar en el deporte eran asombrosas”, comentó Ruiz.
Y prosigue: “Creíamos que se había broncoaspirado, porque estaba comiendo patacones con café, pero el dictamen médico arrojó muerte súbita”, aseguró el orientador, quien vivía sorprendido con el talento, avances y pensamientos del deportista que el próximo 23 de febrero cumpliría 13 años de edad.
Ruiz recuerda que le veía mucho parecido a Ángel Barajas (ganador de siete medallas de oro en los Juegos Sudamericanos de la Juventud, en Argentina-2022).
“Su potencial era increíble, pero también sus pretensiones. Me impactaba lo que le decía a su padre, tenía mucha ilusión de ayudarlos a salir adelante. Para el Sudamericano de octubre pasado, en Ecuador, le hizo prometer a su papá que si se consagraba de nuevo campeón (ya lo había hecho en Bolivia-2021), este dejaba de fumar. Al final logró preseas de plata en paralelas y barra, no paraba de llorar, estaba inconsolable. Un mes después, en el Panamericano de Melgar, Ángel fue el ganador”.
Disciplina y pasión
Ángel Gabriel empezó a practicar gimnasia desde los 6 años de edad. Era tanto su amor por esta especialidad, que hasta el año pasado estudió de forma virtual para tener un mejor rendimiento en el deporte. Se entrenaba de 7:00 a.m. a 3:00 de la tarde.
“El niño vivía más tiempo en el gimnasio que en la casa, quería ser un gran campeón, era muy disciplinado, un buen hijo y un ejemplo para sus hermanitas”, dijo Luis Alberto Delgado, casado con Betsabé (ama de casa), y padre de Ángel, Valentina, de 9 años, y Naomy, de 7.
Luis, quien se dedicó a la minería luego de tener que cerrar su panadería en 2020 por causa de la crisis económica que trajo la pandemia, siempre se las arregló para que su hijo siguiera firme por sus metas en la gimnasia, en la que ya contaba con más de 100 medallas logradas en distintos eventos. Era tan sorprendente su nivel y gratos resultados, que en 2021 fue elegido Deportista Revelación por Acord Norte de Santander.
“Me duele el alma, porque Ángel siempre fue un guerrero que no pudo disfrutar su niñez. Todo el tiempo estuvo estudiando, entrenando y nunca tuvo amigos aparte de los de gimnasia y el colegio. Este año habíamos decidido que estudiara de manera presencial y entrenara en la tarde”, le dijo Luis Alberto a Ómar Romero Güiza, periodista del diario La Opinión, de Cúcuta.
El deportista, que cursaba octavo grado en el colegio Marco Fidel Suárez, de El Zulia, anhelaba comprarle una casa a sus padres para que dejaran de pagar arriendo.
“Uno se quedaba asustado con los planes que tenía –relató Ruiz–, pero a la vez con la madurez que mostraba. Iba paso a paso, se esforzaba para entrar al programa de deportista apoyado por el Gobierno. Se proyectaba para ser un grande de este deporte, es dolorosa su pérdida”.
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