Orlando Sánchez, recientemente deportado desde EE. UU. hacia Colombia. Aunque se le ha querido señalar como ‘el hombre del overol’ y perfilarlo como un sangriento narco, él aseguró que se trata de una confusión con Orlando Henao Montoya, quien fuera el máximo jefe del Cartel del Norte del Valle y fue asesinado en 1998 mientras estaba recluido en prisión.

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En varios medios de comunicación han presentado a Sánchez como un narco incluso más sanguinario que Pablo Escobar. Y a pesar de que ese título supuestamente se lo puso Miguel Rodríguez Orejuela, el señalado entregó su propia versión de los hechos para aclarar por qué no es el asesino que andan diciendo.

Sánchez afirmó que Rodríguez Orejuela lo señaló públicamente como ‘el hombre del overol’ para no asumir el peligro de haberle hecho esa acusación a Orlando Henao Montoya, un hombre que sí tenía el aparato criminal y la sangre fría para cobrarse el hecho de ponerlo en la palestra pública. Obviamente, todo esto tuvo lugar durante el cenit de los carteles de Medellín, Cali y Norte del Valle.

Él sabía que yo no soy un asesino y que yo no le voy a matar a sus hijos ni a su familia, somos amigos”, comentó al respecto Sánchez, quien narró en entrevista con la periodista Marta Soto que Rodríguez Orejuela le ofreció excusas por esa situación y le dijo: “Perdón mi hermanito, me tocó tirarlo de cabeza porque me están matando a mi familia”. Y él comprendió.

Lo que sí confirmó fue que hizo negocios en repetidas ocasiones con los narcotraficantes más pesados de la vieja generación. Por ejemplo, aseguró haber tratado con todos los miembros de la cúpula del Cartel de Medellín: Pablo Escobar, los hermanos Ochoa, Gerardo ‘kiko’ Moncada y Fernando ‘el negro’ Galeano, “a todos los de la época los conocí”.

Afirmó que fue compadre de Gilberto Rodríguez Orejuela, jefe máximo del Cartel de Cali y conocido como ‘el ajedrecista’ y trató “a otros que están presos”. A pesar de haberse movido toda su vida entre narcos, él aseguró que nunca ha sido condenado por enviar cocaína a EE. UU. y las condenas que ha purgado en ese país llegaron por cargos como el lavado de dinero y fraude inmobiliario.

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Sobre su papel en el mundo de la mafia, relató que se encargaba de importar carros de lujo para los grandes capos en Colombia: “Yo vivía en el mundo de ellos, porque yo era una persona que traía los mejores carros, por lo menos a Cali (…)”.

“Tenía vínculos con grandes proveedores de carros en Bogotá y en Medellín y yo mismo traía carros de EE. UU. Traíamos de todo, traíamos desde un MR2 de la Toyota, que salió y simulaba un Ferrari (…) el carro que fuera lo traíamos (…) Eran mis mejores clientes para comprar apartamentos, casas, carros. Además de que yo tenía una fábrica de blindaje (…)”, comentó.

De acuerdo con sus palabras, es hijo de un comerciante, vivía en EE. UU. y era ambicioso, por eso se terminó mezclando con narcotraficantes. Su llegada a Colombia genera expectativa por la información que pueda seguir aportando sobre el negocio ilícito de las drogas.