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Ramírez hizo la afirmación a través de un trino, en un tono airado, en el que publicó una foto de la emisión de Noticias Caracol en la que aparece Maduro, a quien el medio identifica en la pantalla como “Presidente de Venezuela”.

La vicepresidenta centra su crítica en el calificativo del noticiero y asegura que, aunque Maduro ostente la banda presidencial, eso no le da esa categoría.

El trino de Ramírez ha tenido cientos de reacciones, que se reparten entre quienes aprueban su planteamiento y quienes continúan pidiéndole que preste más atención a Colombia y no a lo que sucede en el vecino país.

Sin embargo, otros atendieron el debate sobre el calificativo que se le debe dar a Maduro teniendo en cuenta algunas consideraciones que han llevado a Venezuela a ser gobernada por ese régimen. Por ejemplo, Andrés Mejía, panelista de Blu Radio, indicó que el análisis va más allá porque “la evolución de los regímenes autoritarios hace que tengamos que ser más cuidadosos con el tema. Los golpes de Estado no van a volver a existir. Si ese va a ser el criterio de definición de las dictaduras, ese criterio no nos va a servir para calificar a los dictadores”. Y explicó:

Hoy los dictadores se toman el poder por la vía democrática. Tienen carácter autoritario, usan las instituciones deslegitimándolas y después persiguen a la prensa o la compran, después ahuyentan a la iniciativa privada, y capturan y cooptan a las instituciones públicas y de esa manera tiene una apariencia democrática. Luego, uno tiene que hacer un ejercicio de profundizar las señales que hacen ver en donde existen regímenes autoritarios dictatoriales en ausencia de golpes de Estado”.

Héctor Riveros, también analista de la emisora, señaló que se debía tener en cuenta que Maduro “es el presidente y también es un dictador, ambas cosas no son incompatibles”.

Según él, el trino de Ramírez tiene dos errores: “Uno es el error conceptual de que el único sistema de gobierno es la democracia, es el deseable, pero hay más gente en el mundo bajo gobiernos no democráticos que bajo gobiernos democráticos. Y tampoco están bien las lecciones de periodismo de parte de una funcionaria pública, que no solo no lo debe hacer por respeto a la libertad de prensa, sino porque realmente no es su oficio estarles diciendo a los periodistas qué decir”.

En ese medio consideran que se debe mantener una línea de separación entre la opinión y la información porque “la calificación política de Nicolás Maduro corresponde a otros escenarios diferentes al titular de una noticia”.

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Néstor Morales, director del noticiero de Blu Radio, señaló que lo que hace la vicepresidenta es hacer política y que está de acuerdo con que los medios deben repensar cómo decirle a Maduro, pero que no es correcto que un vicepresidente de la república les diga a los medios cómo tienen que llamar a un personaje. Para el periodista, “es diferente si un medio decide que Nicolás Maduro es dictador, pero los gobernantes insinuando cierto tratamiento desde los medios es innecesario”.

Sobre el tratamiento de los periodistas, el analista Álvaro Forero resaltó en esa misma emisora que “el medio no está haciendo política, sino informando” y que lo correcto no es “llenar de adjetivos a Venezuela”.

Forero dijo que lo que está haciendo el canciller, Carlos Holmes Trujillo, se acerca a la forma correcta de actuar y es “una política institucional seria”, una que no consiste en “echar adjetivos por Twitter, sino tratando de restablecer las instituciones latinoamericanas que Hugo Chávez destrozó, tratando de ganarse el apoyo de los caribeños y Centroamérica”.

Para este analista, los colombianos deben “pedirles a los gobernantes que digan cosas concretas sobre cómo manejan la situación de emergencia humanitaria tremenda que tiene Colombia con la migración venezolana”. Y puntualizó:

“Una cosa es la posición como la que se tiene con el Grupo de Lima, que no reconoció el gobierno de Maduro, pero quedarse en los agravios a Venezuela no tiene sentido. Hay que preguntarse qué está haciendo el gobierno con los venezolanos más que hacer democracia de micrófono”.

Por último, señalaron que para ser consecuentes, el gobierno debía empezar a llamar “dictadorzuelo” a Maduro y que esa orden debe dirigirla Ramírez a sus funcionarios y no a los medios.

Entre los medios impresos colombianos, El Tiempo se ha ido hasta ahora por la línea de no decirle dictador a Maduro ni en sus editoriales ni en sus páginas de información. El Espectador, por su parte, le ha dado ese calificativo a Maduro en su editorial, pero no lo hace en sus demás informaciones. Medios regionales como El País, de Cali, y El Colombiano, sí decidieron llamar dictador a Maduro y dictadura a su régimen tanto en las páginas editoriales como en las de información.

Sobre el calificativo a Maduro, se deben tener en cuenta algunas consideraciones que han llevado a Venezuela a ser gobernada por ese régimen. Por ejemplo, las elecciones irregulares, el desconocimiento de la competencia de organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de Naciones Unidas (ONU), la persecución y confinamiento de los opositores políticos y de la prensa.

Además, lo más grave, el traslado mediante un decreto oficial del poder Legislativo de la Asamblea Nacional —democráticamente elegida— a la Asamblea Nacional Constituyente, con afinidad al régimen, más el consecuente desconocimiento del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, hoy en el exilio.

Todo lo anterior significa la cooptación o concentración de todos los poderes en el Ejecutivo, y es la razón por la que Pulzo cataloga a Maduro de dictador y a su régimen de dictatorial.