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Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Mar 17, 2024 - 11:29 am

El anuncio del presidente Gustavo Petro del viernes pasado en Cali sobre su interés por hacer una asamblea nacional constituyente causó un verdadero sismo político en Colombia que estremeció la opinión durante el fin de semana y amenaza con seguir moviendo los cimientos del país incluso hasta el fin de su mandato, si es que —y ahora la nación está con los pelos de punta y erizada de dudas al respecto— efectivamente piensa dejarlo.

(Le interesa: Qué necesita Petro para aprobar una asamblea constituyente en Colombia; no la tiene fácil)

“La propuesta de asamblea constituyente desatará un debate nacional. Está bien que así sea”, dijo el mandatario el sábado al difundir el video de su discurso completo, de poco más de una hora, ante una minga indígena en el sector de Puerto Rellena, en donde la ‘primera línea’ produjo graves alteraciones del orden público durante el paro del 2021, y que, según Petro, “simboliza para toda Colombia la resistencia”. Hasta preguntó por qué el Ministerio de Cultura no declara el sitio como monumento nacional.

El mandatario sabía que el debate era seguro, pues una asamblea nacional constituyente, y eso es lo que preocupa a muchos, puede ser encausada para propósitos como volver a restablecer la reelección presidencial, una perspectiva que cabe en sus anuncios y los de la vicepresidenta Francia Márquez en el sentido de que cuatro años no son suficientes para llevar a cabo las transformaciones que propone este Gobierno.

Quizá no se pueda reprochar que un presidente invite a una asamblea nacional constituyente, máxime cuando esa figura está contemplada en la misma Constitución como mecanismo para reformarse. Lo que ha producido consternación es que, en 2018, cuando Petro aspiraba a la presidencia, aseguró en un decálogo escrito en piedra, y en mayúsculas: “NO CONVOCARÉ A UNA ASAMBLEA CONSTIUYENTE”. Con esa promesa intentaba convencer un electorado receloso que finalmente no le creyó y eligió a Iván Duque.

En un país de profunda raigambre religiosa, las inscripciones en piedra tienen un significado especial debido a que, según la tradición católica, Dios escribió en dos tablas de piedra los diez mandamientos, entregados a Moisés en el monte Sinaí. Por eso, lo escrito en piedra tiene un carácter sacro en el imaginario de los creyentes, que lo entienden como un compromiso inmodificable, definitivo y para siempre.

Los políticos lo saben y de cuando en cuando, como Petro, lo usan para causar más impacto y conseguir votos. Ya Juan Manuel Santos lo había hecho en el 2010. Ante las dudas sobre lo que podría llegar a hacer como presidente, le escribió al exalcalde de Bogotá Antanas Mockus: “Profesor Mockus: Le puedo firmar sobre piedra o mármol, si es necesario, que no voy a incrementar las tarifas de los impuestos durante mi Gobierno”. Y eso, claramente, tampoco ocurrió.

Para las elecciones de 2022, en las que obtuvo un triunfo apretado sobre Rodolfo Hernández, el hoy presidente dijo en dos debates: “Nosotros hicimos la Constitución de 1991. Las instituciones de Colombia hoy se originan en la Constituyente del 91 y nosotros fuimos la fuerza mayoritaria de la Asamblea Nacional Constituyente por voto popular. ¿Por qué vamos a desbaratar lo que hicimos? La Constitución de 1991 sirve para hacer los cambios en Colombia”.

Prometer que no apelaría a una asamblea constituyente —primero en piedra y después de viva voz— y luego hacerlo no solo sitúa a Petro como uno más de los políticos que dice rechazar, sino que, para sus más severos críticos, lo iguala con personajes como Fidel Castro y Hugo Chávez que, antes de llegar al poder, y aun estrenándose en él, negaron sus verdaderas intenciones y después se descubrieron sin que los países que empezaban a gobernar pudieran hacer nada para atajarlos. Castro y Chávez mostraron primero sus puntiagudas orejas para después proyectar su sombra de cuerpo completo sobre sus naciones y la región.

El exiliado líder opositor venezolano Leopoldo López, al conocer el anuncio de Petro sobre una constituyente, les advirtió a los colombianos: “Nosotros como venezolanos, cuando miramos hacia atrás y nos preguntamos cuándo comenzó el desastre, cuál fue el momento en que se comenzó a destruir Venezuela, sin duda alguna fue la asamblea constituyente promovida por Hugo Chávez en 1999”.

López recordó que “hubo muchas promesas: que la constituyente y una nueva constitución iba a solucionar la economía, que le iba a dar vivienda a la gente, que iba a dar prosperidad, oportunidades, salud, educación. Hoy, 25 años después, cuando miramos nuestra historia reciente, vemos que fue la constituyente el inicio del fin de la democracia y el inicio de la destrucción de la economía que nos trajo a esta tragedia humanitaria”.

Advertencia de Gustavo Petro si sus reformas no pasan

Petro ya había dado puntadas de estos escenarios que está proponiendo. Antes de cumplir su primer año de gobierno, dijo una de esas frases que suele soltar, tan enigmática como alarmante: “No creemos que se puedan aprobar proyectos de esta magnitud [o sea, sus reformas] después del primer año. O lo hacemos en este año [primero de su gobierno] con el viento a favor o después la historia nos manda hacia otros lares…”.

Efectivamente, su balance en materia de reformas es muy pobre: en año y medio de gobierno, con ese “viento a favor”, solo consiguió sacar la tributaria, mientras que la semana pasada su más entrañable reforma a la salud prácticamente quedó sepultada, y las otras (la pensional, la laboral y la judicial) no despegan. Al parecer, para el presidente llegó la hora de ir hacia “otros lares”.

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“Yo sé a dónde vamos”, dijo Petro en la parte final de su discurso en Cali, con su habitual estilo críptico, y volvió a mostrar un panorama de país en el que no hay grises, solo blancos o negros; en el que quienes no están con él y no comparten sus ideas son enemigos terriblemente malos. “La transformación real del país no le gusta a mucha gente a la que sí le gusta la sangre, la tortura, la muerte de la gente. Entonces tenemos que derrotarlos, porque vienen por el gobierno. Quieren paralizarnos, y eso no es posible”, arengó.

¿Ha tenido siempre en mente el mandatario promover una asamblea constituyente, pero no se lo había manifestado al país? Sus palabras parecen indicar que sigue una agenda que no es de público conocimiento, y, a juzgar por lo que dice, distinta a lo que prometió. “Si esta posibilidad de un gobierno electo popularmente, en medio de este Estado y bajo la Constitución de Colombia, no puede aplicar la Constitución porque lo rodean para no aplicarla y le impiden, entonces Colombia tiene que ir a una asamblea nacional constituyente”, dijo.

“El triunfo popular del 2022 se respeta, y la asamblea nacional constituyente debe transformar las instituciones para que le obedezcan al pueblo su mandato de paz y de justicia, que es fácil de lograr en Colombia”, siguió el presiente ya cerrando su alocución. “Es el pueblo el que tiene la palabra. Este presidente llegará hasta donde ustedes digan”, agregó, aunque quedó claro que la ecuación es al revés: con su permanente invitación (agitación) a la ciudadanía a que salga a las calles, parece que el jefe de Estado busca que el pueblo llegue hasta donde él diga.

Precisamente, en su permanente invocación al pueblo, poco antes de hablar de la asamblea nacional constituyente, el presidente había dicho: “Si las instituciones que hoy tenemos en Colombia no son capaces de estar a la altura de las reformas sociales que el pueblo a través de su voto decretó, demandó y mandó y ordenó, entonces no es el pueblo el que se va a ir arrodillado hacia su casa, derrotado; son las transformaciones de esas institucionas las que se tienen que presentar”.

La idea de que los 11 millones que votaron por Petro también lo hicieron por sus reformas, la exministra de su gabinete Cecilia López la explicó así en X hace algunos meses a uno de sus seguidores: “Ese voto no conocía el contenido de unas reformas aún no escritas. Desconocer eso implica que un voto es un cheque en blanco donde la opinión se pierde. […] Ese discurso de que los votantes de Petro votaron por las reformas automáticamente, solo justifica cualquier cosa que quieran hacer sea esta buena o mala [por ejemplo, una constituyente] y restringen la libertad de opinión de los colombianos”.

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