
Una vez más, el presidente Gustavo Petro apela a adobar con pizcas de literatura sus discursos. Pero ese recurso, una estrategia retórica que puede tener los efectos persuasivos que busca, también consigue dibujar una trayectoria de bumerán que lo interpela a él mismo. En la parte inicial de su intervención ante la 79 Conferencia de la Asamblea General de la ONU, el mandatario colombiano dijo: “La selva amazónica se está quemando. Las campanas ya doblan por todo el planeta. Por ti, por nosotros; por la vida y la humanidad, como dijera Ernest Hemingway. Las campanas no solo doblan por ti, sino por toda la vida. Ha comenzado el fin”.
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El apocalíptico tono al que ya tiene acostumbrados el presidente Petro a sus auditorios, sin embargo, adoleció esta vez de una imprecisión. Hemingway no desarrolló la idea de que las campanas doblan por la humanidad. Es una conclusión a la que conduce su novela cumbre, y que anticipa desde el título: ‘Por quién doblan las campanas’, inspirado en una meditación del poeta inglés John Donne, de 1624, que el autor estadounidense puso como epígrafe en su célebre obra, y que reza:
“Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, al igual que si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y, por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti”.
Gustavo Petro cita con frecuencia a Ernest Hemingway
El pasaje es profundo e impactante porque junta (palabra que le gusta mucho al presidente Petro) clara y estrechamente a toda la especie humana, al punto de que, si muere un ser humano, también muere una parte de cada uno de los demás seres humanos. Por eso, puede ser usado en diversas circunstancias para advertir a cualquiera que se pueda sentir a salvo de las contingencias en su entorno que también lo pueden afectar fatalmente. Le recuerda a la humanidad que nadie es indemne. En eso acierta el presidente Petro, pero quizás hay más razones para que se incline a citar con frecuencia a Hemingway.
‘Por quién doblan las campanas’ es una novela circular (termina con un pasaje similar al que le da inicio, también como un bumerán) que narra tres días de mayo de 1937 en medio de la Guerra Civil española, y en la que Hemingway consigue, con unos cuantos personajes, resumir los avatares de ese conflicto interno. Se trata de un maltrecho comando guerrillero, en realidad, una cuadrilla de forajidos, conformado por rebeldes y gitanos que operan en la sierra de Guadarrama, situada en las provincias españolas de Madrid, al sureste, y Segovia y Ávila, al noroeste.
Está narrada por su protagonista, Robert Jordan, un profesor estadounidense comunista, fervoroso simpatizante de la causa republicana. Pero, pese a eso, la novela dista mucho de ser una obra militante, pues consigue retratar las equivocaciones y pasiones de quienes se alzaron en armas para defender el legítimo gobierno español, atacado por los fascistas. “La guerra de España confirmó a Hemingway en su postura antifascista, pero también le sirvió de revulsivo contra las certezas ideológicas”, comentó Juan Villoro en el prólogo de una de las ediciones de la novela.




De hecho, la escena más salvaje del libro la deja Hemingway a cargo de los republicanos, a quienes él apoyaba. Ocurre en el capítulo 10, que es crítico porque desencadena varias reflexiones. Los ‘rojos’ masacraron con instrumentos de labranza a sus enemigos los fascistas, y, al recordar la dantesca escena, Pilar (una mujer de mal carácter, especialista en el insulto y la blasfemia, y que es la verdadera jefa del ruinoso comando guerrillero) hace una autocrítica: lo peor de la guerra es “lo que nosotros hemos hecho. No lo que han hecho los otros”. Hemingway consigue así un aplastante reproche contra la violencia, aun la de quienes reclaman razones válidas para ejercerla.
Por Venezuela y América Latina también pueden estar doblando las campanas
El intento del presidente Petro de citar a Hemingway en el contexto del cambio climático puede estar bien orientado, pero convendría más que no se quedara solo con el título de la obra. Porque si bien un hecho como la destrucción de la selva amazónica debe conducir a pensar que esa tragedia no afecta solo a quienes viven allí, sino a toda la humanidad, también hay otras tragedias del orden político y social en América Latina por las que la idea del título ‘Por quién doblan las campanas’ interpela asimismo a los gobernantes de la región.
Ese es el caso de Venezuela, en donde el régimen de Nicolás Maduro no solo constriñe y estremece a los venezolanos, y viola sus derechos humanos. La alerta por el hecho de que ese modelo se pueda extender por todo el continente constituye un factor que también hace doblar las campanas. Pero ese tañido no lo escucha el mandatario colombiano, pese a que el poeta John Donne, a través de Hemingway, les podría estar diciendo a los pueblos de esta parte del mundo: “Nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti”.
Por fortuna para la región, otros presidentes sí advierten lo que pasa en Venezuela, como el mandatario de Chile, Gabriel Boric, que en el mismo recinto donde habló el jefe de Estado colombiano, dio ejemplo de liderazgo y de integridad. Mientras el presidente Petro ve en el régimen de Venezuela una actitud rebelde ante la “oligarquía mundial”, Boric, también siendo de izquierda, aseguró que “estamos frente a una dictadura que pretende robarse una elección, que persigue opositores y que es indiferente al exilio, no de miles, sino de millones de sus ciudadanos”.
Boric dijo algo más que, sin siquiera invocarlo, trae al contexto mundial actual a Hemingway y al propósito de su novela, especialmente a través de esos personajes críticos que dudaron de las certezas de las ideologías y que fueron autocríticos con la barbarie que también causó su participación en la guerra: “Me niego a elegir entre el terrorismo de Hamás o la masacre y conducta genocida del Israel de Netanyahu. No tenemos por qué elegir entre barbaries. Yo elijo la humanidad”.
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