Coronell cuestiona, en su columna de este fin de semana, que la revista no haya publicado antes la investigación que había adelantado el periodista Ricardo Calderón, y que sí ventiló The New York Times, con lo cual se desató una tormenta política en Colombia y en Estados Unidos por lo que reveló.

Según NYT, el comandante del Ejército, general Nicacio Martínez, impartió órdenes para que más tropas duplicaran sus resultados y no buscarán perfección en sus operaciones, con lo que se entendió como un peligroso regreso en el país a la nefasta práctica de mostrar resultados en los combates, más conocidos como falsos positivos.

“Un periodista sólido con documentos auténticos […] y el testimonio de altos oficiales sobre la instrucción del general […] Martínez eran, en mi criterio de viejo jefe de redacción, suficientes argumentos para consultar las versiones del comandante del Ejército y del ministro de Defensa… y proceder a publicar”, dice Coronell.

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También dedica un capítulo de su fuerte crítica al director de Semana, Alejandro Santos: “Él asegura tajantemente que la dilación en la publicación no tenía como propósito favorecer al Gobierno, pero admite que hubo mucha demora en el tratamiento de una investigación tan relevante”, sigue Coronell al contar que habló con Santos.

Pero ni esas afirmaciones ni lo que le dijo Santos al periodista de La Silla Vacía que reveló que Semana tenía la investigación antes que NYT son satisfactorias para Coronell. “Con mucho dolor debo decir que las explicaciones resultan insuficientes”, lamenta el columnista.

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“Es inevitable que una parte importante de los lectores de Semana se haya quedado con la sensación de que la historia fue engavetada para ayudarle al Gobierno”, dice Coronell.

Y remata: “Los lectores tienen derecho a saber si faltó diligencia periodística, si hubo un error de criterio o si —en el peor de los casos— Semana privilegió su relación con el Gobierno sobre su deber de informar a los ciudadanos”.